Juan Carlos Polentini (*)
He meditado mucho… si convenía hacer público lo que ahora con toda extrañeza ustedes van a leer. Lo haré con la menor cantidad posible de palabras. He juzgado que la verdad debe estar por encima de mis meditaciones, pensares y dudas, aunque me traiga problemas por lo abominable que ella pueda ser. Al final, tantos problemas he tenido en estos años pasados por causa del Paititi, que uno más le seguirá también dando más sabor a la vida… Lamentablemente nunca encontré apoyo ni comprensión en los organismos y personas pertinentes al tema…
Al presidente Alberto Fujimori, al menos en cuatro ocasiones, le hice llegar documentación que sí recibió; una de ellas en propias manos en Calca en el Valle Sagrado de los Incas. Me dijo: “Padre, vamos a hacer la expedición”. Allí terminó todo. Tres años después me enteré del porqué…
En el año 1998 se me presentó un alto funcionario de Discovery Channel, proponiéndome hacer el descubrimiento del Paititi con todos los detalles, como ellos lo saben hacer. Por supuesto que acepté, me dejó de regalo un televisor, y fue a realizar los trámites. ¡Qué le habrán dicho en el Inrena (1), el INC (2), y demás, contra el cura Polentini, que nunca más volvió!
Gracias al apoyo y animación de la señora María del Carmen Rodríguez del Solar, para el mes de junio del año 1999 pude publicar el libro Paititi. Sólo 180 ejemplares, pues nadie aceptó colaborar. Pensé que al menos con eso no se perdería la investigación realizada. Y no se perdió. Allí daba las coordenadas de la ciudad… Ya veremos qué pasó. Alguno de esos pocos libros cayeron en manos seguramente del famoso SIN (3) y su jefe, Vladimiro Mostesinos.
Lo que sigue a continuación es algo que ha sucedido en mi vida, y que pienso que debo hacerlo público por el bien del Perú, para evitar en el futuro falsas apreciaciones, para ayudar en el discernimiento de la verdad histórica, y por mi propia reputación después de mi muerte.
Los hechos
Por el mes de julio o agosto del año 2000 leí en un periódico de Lima que la entonces señorita primera dama del Perú, Keiko Sofía Fujimori, había creado en la zona de la ciudad de Ica, y ya en la sierra, en un lugar con acceso sólo para helicópteros, una finca para cultivos sólo de exportación; y más adentro estaba instalando otras. Me llamó la atención la noticia, y no le di importancia.
Por esas mismas fechas se perdió un helicóptero del Ejército, que se dijo había caído patrullando la frontera con Ecuador, pero que fue desmentido por la guarnición militar del norte, ya que esa frontera no necesitaba ese patrullaje, y ellos no tenían helicóptero. Rápidamente los medios no hablaron más del tema.
Hacia mediados del año 2001 me llegaron comentarios del Valle de Lacco, de la Comunidad de San Antonio, que durante muchos meses el año 2000 habían estado pasando a gran altura todos los días helicópteros de ida y vuelta, dos o tres por día. Que al principio les llamaba la atención, pero que después se fueron acostumbrando. Ese Valle de Lacco era parte de mi Parroquia de Lares, y muchas veces había estado allí, en San Antonio, en cumplimiento de mi labor pastoral como párroco.
No recuerdo bien la fecha, pero por el año 2002 un piloto de helicópteros, no puedo dar más datos de aquella persona, hablando con él, me decía que en los círculos de pilotos se afirmaba que en el año 2000 El presidente Fujimori con cinco helicópteros se había robado el oro del Paititi, llevándolo al Japón. Y que uno de los helicópteros se le había caído. En otra ocasión alguien me comentó que ese operativo duró nueve meses. Y en alguna otra ocasión que ese oro había salido por Ica, (donde Keiko Sofía Fujimori había creado un lugar con acceso sólo para helicópteros, una finca para cultivos sólo de exportación).
En el año 2003, en el mes de agosto, dos turistas rusos que sabían de mi libro, quisieron conocer El Mantto. Hacía ocho años que yo no iba, y los llevé. Al llegar arriba casi me desmayo, un poco por el cansancio, 76 años tenía, y por ser una subida bastante escarpada, pero sobre todo por lo que vi.
Me dije entonces: es cierto lo que me dijo el piloto, que: “El Presidente Fujimori con cinco helicópteros se Robó el Oro del Paititi”. Y también aquí, en el Mantto, por lo que veo. Aquí está la prueba. Es cierto.
Había sido técnicamente saqueado, y con explosivos. Una roca de unos dos metros y medio de alto por uno y medio de diámetro ya no existía. Había sido dinamitada. Donde ella había estado, aparecía como el brocal de un pozo de un metro aproximado de diámetro lleno de piedras dinamitadas. No sé la profundidad, pero supongo que allí haya salido su “buena tonelada”, o más. Había una especie de vereda, como de un metro de ancho y unos ocho metros de largo, de roca labrada. Todo dinamitado. ¿Qué estaría ocultando? Otras cuevas o grutas en la parte posterior de ese mural.
Por lo que pude ver, de allí han salido varios metros cúbicos de oro. Recordemos que un metro cúbico de oro macizo pesa 24 toneladas.
Terminado ese pillaje, toda la roca dinamitada había sido amontonada a lo largo de la base de esa roquería donde había estado la vereda, y en la que yo aparezco en una foto anterior… El pozo lleno de piedras también fue tapado con tierra, que se fue escurriendo… Yo estuve allí tres años después del robo.
Lo peor fue que borraron el precioso mural histórico dejado por los Incas cuando su salida al Paititi. Quedan una o dos figuritas. Ese mural era un mensaje de despedida, el último, de los Incas. Había escenas de guerra, bailes, una cadena, los cuatro cuadrados del Tahuantinsuyo, catorce Incas, un círculo de triple raya… y lo borraron todo para no dejar huellas del robo. Cualquiera que vaya ahora al Mantto, sin haberlo conocido como era antes, dirá que allí nunca hubo algo. “Lo que la naturaleza no pudo borrar ni destruir, ellos lo hicieron”.
Los Incas, cuando ocultaban estas cosas solían dibujar, como en un inventario, lo que allí habían colocado.
¿Y si hubieran estado allí las estatuas de oro macizo de los catorce Incas, de tamaño natural, que nunca se encontraron?
¿Y la Cadena de Huáscar?
¿Y el Disco del Dios Sol?
¿Cuántas toneladas, aparte del valor historico cultural infinitos perdidos?
Y allí, en la Paccha del cerro de enfrente queda llorando a gritos la Mamá, tallada en la roca, con sus hijos, impotente y dolorida por el fracaso de su misión de custodiar el legado de los Incas. A ella no la pudieron destruir. Queda como mudo testigo…
¿Se podrá recuperar esa riqueza incaica? ¿Ya la habrán fundido? Y los japoneses, honrados y honestos… ¿querrán cargar en el tiempo esta infamia? ¿Por qué este apelativo de “hijo predilecto” del japón?
La fuga
Después de estar en conocimiento personal de todo esto, tomé un buen mapa del Perú. Busqué con una regla la recta más corta para llegar desde el Paititi al mar, y esa línea pasaba por la ciudad de Ica. Entonces recordé la finca de la primera dama de entonces, Keiko Fujimori, en las alturas de Ica, y las otras más de la última a un barco anclado en alta mar, sin testigos. El regreso con el combustible y víveres para los cargadores, que no serían peruanos, fuera de los pilotos y mandos, sino de las mafias extranjeras…
Ubiqué en el mapa el lugar concreto de la Comunidad de San Antonio de Lacco, y quedaba exactamente en el trayecto de la línea recta más corta hacia el mar. Por las cercanías de San Antonio pasaban los helicópteros.
Respecto del helicóptero caído, el último informe que recibí de fuente muy confiable, y dado desde la Comandancia del Ejército, es que había caído en Mameria, que sí está en la ruta de esa línea recta y terminando el territorio del Paititi. Muy cerca. A poco de haber levantado el vuelo. Lo amañado de ese informe es que decía que ese helicóptero iba llevando oro hacia Lima. Sí, llevaba oro, pero no de una mina de oro inexistente o fuera de ruta hacia un barco.
La caída de ese helicóptero es lo que puso fin al operativo de nueve meses, y luego se sucedieron los hechos del gran escape y nerviosismo conocidos por todos…
Son las cosas tristes y horribles sucedidas como consecuencia de la publicación de mi investigación en el libro Pai-Titi, en su primera edición de sólo 180 ejemplares. Y que las he constatado personalmente, comprobado y verificado en el Mantto. Soy testigo real, real, de cómo era el Mantto antes de ese infame operativo, y cómo quedó después. Y que ciertamente eso mismo, o peor, ha sucedido en el mismo Paititi.
Ha sido el Robo del Milenio.
¿Mil, dos mil toneladas de oro labrado, artístico? ¿O más?
Nadie ha podido robar más que estos dos señores.
¿Cómo será una eternidad fritándose en un charco de oro derretido?
Y con condimentos de mentiras, engaños… y cómplices.
Ojala que ahora entiendan de una vez por todas que el maravilloso Paititi existe, y que deben sacarlo a luz.
¿Será posible que los señores del Inrena, del INC, del Proyecto Prom-Manu (4) que operaban por aquellos valles, no se hayan percatado de lo que sucedía? ¿Cómplices?
Seguramente que los geólogos y mineros nipones, y gobierno japonés tienen estudiados muy buenos proyectos para la explotación de esa fabulosa mina con la resurrección de la dictadura gobernando el Perú.
Debe hacerlo el mismo Perú para el Perú. No la vendan, no la rematen, no la regalen.
(1) Instituto Nacional de Recursos Naturales, organismo público descentralizado del Ministerio de Agricultura del Perú.
(2) Instituto Nacional de Cultura. Se convierte en 2010 en el Ministerio de Cultura del Perú
(3) Servicio de Inteligencia Nacional del Perú. Disuelto el 3 de octubre de 2000
(4) Parque Nacional del Manu.
(*) Testimonio del sacerdote salesiano Juan Carlos Polentini, de nacionalidad argentina, ex párroco de Lares-Cusco, fallecido el 29 de enero de 2015, a los 87 años, en Lima. Su libro “El Pai Titi Padre Otorongo” (1999) narra el hallazgo de Paititi, denominada como la “Ciudad Perdida de los Incas” y su saqueo