El escritor rosarino Patricio Pron, radicado ya hace bastante tiempo en Europa, primero en Alemania y luego en Madrid, acaba de ganar uno de los premios más prestigiosos de la narrativa en castellano, el Premio Alfaguara, dotado de la friolera de 154 mil euros, con una novela sobre el amor en tiempos de Tinder, la aplicación que todavía sigue siendo furor en varias de las ciudades más importantes del mundo, incluida Buenos Aires. En la novela, titulada Mañana tendremos otros nombres, el autor se pregunta por una generación perdida ante los nuevos usos y costumbres en las relaciones. A propósito de la idea inicial para la novela, el rosarino dijo que surgió en un viaje en metro por Madrid mientras miraba a algunas personas deslizar sus dedos por el celular para aceptar o rechazar candidatos en Tinder. Algo de eso lo interpeló y lo contó de este modo: “La facilidad con la que estaban descartando a gente y la convicción compartida de que todos estaban eligiendo cuando en realidad sólo estaban escogiendo a partir de un menú creado por un algoritmo me hicieron recordar que muchos de mis amigos de mi misma edad sentían que no hacían pie en este nuevo orden amoroso”.
Nuevas formas de unión
Tal vez para no desentonar con los tiempos donde las aplicaciones florecen cada día, el jurado para el Premio Alfaguara eligió una novela que tuviera esa línea temática y que además estuviese íntimamente ligada a la cuestión amorosa. “Qué es el consentimiento, qué es una pareja en un momento en el que hay nuevas formas de unión, cómo redefinimos el destino o el azar ahora que tenemos estas herramientas sofisticadas para nuestras relaciones”. Pron definió en estos términos los interrogantes de su novela, presentada a concurso con el título El museo de las relaciones rotas y bajo el seudónimo No Soy Stiller. “No es una novela de ideas ni filosófica. Es una confluencia de géneros”, explicó el responsable de esta exploración sobre los cambios en las relaciones y la aplicación de la tecnología en ciertas direcciones relacionadas con las frecuencias sentimentales.
El resto del jurado estuvo compuesto por los también escritores Jorge Fernández Díaz y Manuel Vilas; la editora Gunilla Sondell; la directora de la librería Oletvm de Valladolid; Estrella García, y Pilar Reyes (con voz pero sin voto), directora editorial de Alfaguara. Dueño de una obra a esta altura profusa, Pron obtuvo el premio Juan Rulfo (en 2004), el Jaén (en 2008) y el Cálamo Extraordinario por el conjunto de su obra (en 2016). Sus narraciones son antologadas de forma regular y fue traducido a diez idiomas. En 2010, la revista inglesa Granta lo escogió como uno de los veintidós mejores escritores jóvenes en español del momento.
Mirar el presente
En la novela, los protagonistas, que a la vez son amantes, no tienen nombres, solo se los conocerá como Él y Ella. Semejante decisión Pron la explicó así: “Muchos autores tienden a completar, libro tras libro, los huecos que dejaban en los anteriores. Mi forma de trabajar es la contraria, quito lo que sobra, y en este libro sobraban los nombres. Eliminarlos me ayudaba a conseguir el carácter universal que quería darle”. Esta vez, la novela de Pron lleva un título mucho más corto que los de la mayoría de las otras que componen su obra: La vida interior de las plantas de interior; Lo que está y no se usa nos fulminará; No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas páginas; El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, son algunos y como se ve, Mañana tendremos otros nombres cambia esa ecuación e, incluso, su enfoque se correría un poco de lo habitual como lo expresa más arriba. De todos modos, con esta novela Pron se pregunta también por cuestiones que le preocupan, quizás desde sus inicios como escritor.
“Durante los últimos años he estado pensando en la forma de cómo el pasado condiciona el presente y es precisamente con este libro con el que me atrevo a mirar el presente frente a frente sin ningún tipo de argucia textual, y me permito no dar rodeos a la hora de hablar de lo que realmente me interesa. Es un momento raro porque el pasado sigue siendo algo muy complicado en torno a lo que articular un consenso y el futuro parece haber adelgazado», comenta.
Difícil de imaginar
Mañana tendremos otros nombres contiene algunos de los rasgos autobiográficos que es propio de la literatura de Pron pero al mismo tiempo hace eje en una determinada generación y los cambios a los que se somete. “Al margen de las experiencias personales enmascaradas por la ficción, el relato generacional se refleja en la incertidumbre, en los interrogantes que tienen que ver en cómo ha cambiado en los últimos años la forma en la que vemos el amor”, apunta Pron. En relación a las normas y a aquello que se establece entre las parejas y sobre si es posible imaginar un final feliz para una historia de amor, Pron explicó: “Resulta cada vez más difícil imaginar cuál es el final feliz de una historia de amor”.
Tema para una novela
Pron practica diferentes formatos de escritura, en ese sentido no le es ajeno el cuento y ha escrito algunos brillantes pero esta vez la novela es la que golpeaba su puerta por peso propio en la argumentación desplegada para darle el soplo necesario a las ideas que le rondaban sobre la temática. “Por la dificultad del tema y la pluralidad de perspectivas no podía ser otra cosa. He leído ensayos sobre algoritmos, condiciones de soltería en distintos países, estadísticas, proyectos de transformación de la pareja. La investigación que hay detrás le daba una dimensión que excedía la del cuento”, dijo el también crítico, a quien su práctica periodística le permite moverse con destreza e intuir hasta donde puede dar aquello que lo preocupa literariamente.
Pron dedicó el premio a los periodistas asesinados en México, a sus compañeros del diario El País y a aquellos que perdieron su trabajo en los últimos tiempos, como ocurrió con tantos periodistas en Argentina desde que asumió el gobierno nacional la actual gestión.