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El sábado amaneció con dos asesinados en otro ataque mafioso

El único sobreviviente, un chico de 17 años, contó que dos hombres golpearon a la puerta de la casa donde estaba con las víctimas fatales y enseguida comenzaron a disparar. La joven de 24 años era novia del asesinado Nahuel César. El otro fallecido tenía 21

El chico de 17 años sobrevivió y es el único testigo del ataque a balazos contra la vivienda de calle Dorrego al 3900 que en la madrugada de este sábado dejó dos fallecidos: Daiana Magalí Irrazábal, de 24 años, que murió en el mismo lugar, y Gonzalo Urrieta, de 21, quien pudo ser trasladado en un auto particular hasta el hospital de emergencias Heca pero allí perdió la vida pese a los intentos por reanimarlo. La chica fue pareja de Nahuel César y testigo en la causa de la Justicia provincial contra la banda Los Monos por asociación ilícita y varios crímenes.

Un móvil del Comando llegó tras un llamado a la vivienda de Dorrego 3930 a las 2.30. Allí estaba un muchacho de 17 años que ofreció el primer relato de lo ocurrido. Dijo a los policías que mientras estaba reunido con sus dos amigos golpearon a la puerta de la vivienda y, de inmediato, dispararon contra su interior. Eran dos hombres, precisó. Uno de los balazos impactó en la cabeza de Daiana Irrazábal. La muchacha murió en el momento. Las heridas de Gonzalo Urrieta no resultaron fatales, pero sí graves. Allegados a las víctimas llevaron al muchacho hasta el Heca en un auto. Dos tiros lo habían traspasado, uno en el pecho y el restante en el abdomen. Los médicos le practicaron maniobras de resucitación, pero no pudieron salvarlo y murió pasadas las 3.

Mirko Exequiel G., el testigo directo del ataque, apenas sufrió lesiones en sus piernas por el estallido de vidrios de la vivienda impactados por las balas.

Declaró sobre triple crimen y quería ser policía

El nombre de una de las víctimas, Daiana, figura en la saga de sangre vinculada a Los Monos, y también en la lista de aprobados para iniciar una carrera en la Policía provincial. La chica vivía en un quinto piso de los Fonavi de Sánchez de Thompson y Grandoli. Fue novia del también asesinado Nahuel César, hermano de Milton y a quien la banda de los Cantero responsabilizó en un primer momento por el asesinato de su líder, Claudio, al que todos nombraban como El Pájaro. Las escuchas telefónicas dejaron expuesto que fue una confusión con otro Milton, de apellido Damario. La joven había declarado en febrero pasado como testigo en el megajuicio que terminó en primera instancia con duras condenas a cabecillas del grupo de barrio La Granada. Su testimonio estaba centrado en el triple crimen perpetrado en Francia y Acevedo poco después de las 17 del 28 de mayo de 2013. La andanada de disparos contra una camioneta Nissan Frontier le puso fin en ese instante a la vida de su pareja, Nahuel. También, a la del mecánico que conducía el vehículo, Marcelo Alomar. Y a la de la suegra de la chica, Norma César, que falleció después como consecuencia de las heridas. «Se decía que venía todo a raíz de la muerte del Pájaro», recordó Daiana en Tribunales. «Nahuel tenía miedo porque sabemos de lo que son capaces los Cantero», reforzó.

Daiana intentó mirar ese paisaje de violencia en el que estaba inmersa desde otro lado. Rindió los exámenes para iniciar una carrera como criminalista en la Policía de Santa Fe. Las planillas del Instituto de Seguridad Pública (Isep) la muestran junto a la aprobación con 60 puntos en los exámenes de ingreso. Y, al lado, el llamado a presentarse el 12 de septiembre próximo en el edificio de Alem 2050.

 

Investigación en marcha

El fiscal de la Unidad Homicidio Doloso en turno Miguel Moreno se hizo cargo del caso. Ordenó la intervención de Gabinete Criminalístico PDI para levantamiento de rastros, toma de testimonios, relevamiento de cámaras, secuestro para pericias del vehículo particular donde fue trasladado una de las víctimas al Heca y levantamiento de material balístico para pericia en la escena del hecho.

Testigos en peligro

El sábado 4 de agosto, el mismo día de dos nuevas demostraciones violentas contra el edificio del Centro de Justicia Penal y una torre de barrio Martin, otro testigo del juicio contra la banda de La Granada murió bajo una andanada de balas. Diego Germán Romero tenía 37 años, había declarado en 2013 en la etapa de instrucción, se desdijo en diciembre pasado en el proceso oral y recibió cinco tiros a quemarropa, esa noche de hace casi un mes, en la puerta de una vivienda de Barra al 2300. Sus agresores fueron dos, una marca de casi todos los ataques de la misma saga relacionada con el clan Cantero.

Diego Romero había sido trasladado por la fuerza pública desde la provincia de Chaco al Centro de Justicia Penal para declarar en diciembre pasado como uno de los testigos contra la banda de Los Monos. Se desdijo de todo lo que había declarado en junio de 2013. Igual lo asesinaron.

Romero vivía con su madre. Los investigadores preguntaron a sus familiares si tenía problemas con alguien y las respuestas coincidieron en apuntar, con enojo, a su declaración ante el juez de instrucción Juan Carlos Vienna sobre la negativa a «trabajar» en un búnker regenteado por Los Monos con la que se «ganó» un disparo en una pierna.

 

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