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“El salario no es ganancia”

Por Guillermo Griecco. El profesor de Economía Política de la Universidad Nacional de Rosario, Sergio Arelovich, dijo que no resulta equitativo el tratamiento entre los trabajadores y los empresarios al momento de realizar la aplicación del impuesto a las Ganancias.


El debate alrededor del impuesto a las Ganancias volvió a instalarse con fuerza tras la decisión de la presidenta Cristina Fernández de exceptuar del pago de este tributo con el medio aguinaldo de diciembre a trabajadores en relación de dependencia que cobran hasta 25 mil pesos, una medida de “estímulo al consumo”, según la mandataria. El profesor de Economía Política dela Universidad Nacionalde Rosario, Sergio Arelovich, hilvanó un análisis sobre el tema que va más allá del anuncio presidencial. Consultado por El Ciudadano, el investigador sostuvo que “el salario no es ganancia sino su contrapartida social” y que es “inequitativo” el tratamiento entre empresarios y trabajadores al momento de aplicar el gravamen.

Arelovich dijo que dentro de la “heterogénea realidad salarial, habría que definir hasta qué monto máximo un ingreso puede ser considerado salario y a partir de qué monto es asimilable a ganancia”. También opinó que el sistema impositivo argentino tiene una “matriz regresiva que conserva privilegios y exenciones inaceptables”.

—¿Qué consideración hace del anuncio de la presidenta de exceptuar del pago de Ganancias al medio aguinaldo de diciembre?

—El anuncio es claramente una respuesta que se enmarca en la disputa política con las centrales obreras, una señal ala CGTencabezada por (el metalúrgico Antonio) Caló y un modo de contrarrestar el anuncio del paro nacional (convocado porla CGTy CTA opositoras bajo el reclamo de una suba de topes en Ganancias), a la vez expresión de la iniciativa política que posee. En concreto ello se traduce en una disminución de la carga impositiva por única vez sobre la cuota de aguinaldo a devengar en el mes de diciembre.

—Algunos entienden que Ganancias es un impuesto progresivo, aunque sugieren reformas o eliminar exenciones. Otros hablan de “impuesto al salario o al trabajo” y piden su eliminación lisa y llana. ¿Cuál es su opinión?

—El salario no es ganancia sino exactamente su contrapartida social. El salario no es el remanente retirado de una actividad productiva, comercial o de servicios; se trata de la totalidad del ingreso que se presume permite reproducir la fuerza de trabajo consumida en el proceso homónimo. Por lo tanto es falaz gravar el salario con un impuesto que ha sido creado para limitar la extracción de trabajo excedente por las empresas. Los empresarios que en vez de reinvertir en la empresa retiran utilidades, pagan el impuesto a las Ganancias por tales retiros, utilizando la misma tabla de alícuotas y escalas que los trabajadores en relación de dependencia, contando adicionalmente con el beneficio del diferimiento declarativo interanual. Esto es inequitativo porque mientras los empresarios pueden definir el monto de su ingreso unilateralmente incluyendo el efecto del impuesto a las Ganancias sobre tales retiros, los trabajadores no definen unilateralmente sus salarios sino en negociaciones colectivas de trabajo, para el caso de que estas existan.

Arelovich se refirió, además, a la “existencia de brechas importantes en los ingresos personales” y propuso separar los casos entre empresarios y trabajadores: “El retiro de utilidades es ganancia personal y debe tributar proporcionalmente más que los ingresos salariales. Si bien el régimen actual hace una diferencia en materia de deducciones esto no alcanza para hacerlo equitativo. En segundo término y dentro de la heterogénea realidad salarial, habría que definir hasta qué monto máximo un ingreso puede ser considerado salario y a partir de qué monto es asimilable a ganancia. Imaginemos por ejemplo un «salario» mensual de 120 mil pesos compuesto por 30 mil pesos fijos y el resto variable en función de adicionales diversos. En este caso podría ser considerado salario el primer tramo y el segundo ser tratado de modo diferenciado, tanto por concepto como por escalas y alícuotas a aplicar”.

—Al compás de las subas salariales cada vez más trabajadores están alcanzados por Ganancias. ¿Cree que hay que elevar topes? ¿O cómo debería implementarse una reforma?

—En las brechas salariales significativas deben determinarse a partir de qué monto debiera ser aplicado un gravamen sobre los ingresos de ese carácter. La respuesta es la consecuencia de un cálculo previo: cuánto necesita para vivir cada perceptor de ingresos salariales, teniendo además en consideración su situación familiar ampliada. Y a partir de su definición, determinar desde qué nivel posible de ahorro es aceptable socialmente gravar ingresos salariales con fines redistributivos directos. Ello obliga a construir de modo permanente el cálculo de aquello que define nuestra Constitución en su artículo 14 bis, esto es el instituto del salario mínimo, vital y móvil (SMVM). El órgano, que bien podría ser el Consejo del Salario, debiera estudiar de modo permanente la composición de la canasta de reproducción de la fuerza de trabajo, atendiendo las distintas realidades para poder poner un número adecuado. Es intolerable que el Estado nacional tenga tres varas para medir el ingreso que separa la vida digna de la que no lo es: el Indec con la canasta básica total, el Consejo del Salario con el SMVM yla Afipcon sus mínimos no alcanzados en el impuesto a las Ganancias.

—¿Piensa que se debería avanzar en una reforma tributaria estructural para conseguir equidad contributiva?

—El 2013 incorporará a la agenda sindical y es esperable que a la del Ejecutivo nacional la modificación del impuesto a las Ganancias sobre los ingresos salariales. Hay que construir caminos posibles imaginados hacia una reforma orientada –junto a otro tipo de instrumentos– a atenuar y disminuir las brechas de ingreso existentes en un marco en el que la pobreza, no obstante los extendidos planes de asistencia creados, sigue teniendo un fuerte peso en la vida cotidiana de una alta porción de los hogares. La estructura impositiva en todos los niveles jurisdiccionales del Estado, además de conservar privilegios y exenciones inaceptables, tiene una matriz regresiva a la vez reforzada por la asimetría en el poder de fuego que poseen los actores sociales que disputan la distribución del ingreso.

El porcentaje de trabajadores de la actividad formal que tributan registra un aumento

El impuesto a las Ganancias sobre los salarios lo pagan los trabajadores registrados en relación de dependencia que ganan por mes más de 7.997 pesos, en el caso de los casados con hijos; y los que perciben por encima de los 5.782, cuando se trata de solteros sin hijos. Según datos del Centro de Investigación y Formación dela República Argentina(Cifra) –dependiente dela CTA-Yasky–, elaborados con información dela Afipy la encuesta permanente de hogares del Indec, en 2011 tributaron por impuesto a las Ganancias el 17 por ciento de los asalariados formales, es decir, el 12 por ciento de los trabajadores totales.

Al hacer el anuncio el miércoles pasado, CFK actualizó información al indicar que de los más de 9 millones de trabajadores registrados en relación de dependencia, están exentos del impuesto más del 75 por ciento. Desde Cifra señalaron que “el piso del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias aumentó desde 2003 más de lo que aumentaron los precios, no sólo considerando el Índice de Precios al Consumidor del Indec, sino también utilizando fuentes alternativas como las mediciones de los institutos de estadísticas provinciales”. En igual sentido, agregaron: “Los nuevos trabajadores que pagan Ganancias lo hacen, mayormente, porque sus salarios reales han aumentado”.

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