Los salvadoreños comenzaron a votar este domingo para elegir un nuevo presidente, con el ex alcalde capitalino Nayib Bukele como favorito, ante el desgaste de los tradicionales partidos de derecha e izquierda por la persistencia de la violencia de las pandillas y el alto costo de vida.
«Este día celebramos una nueva fiesta cívica en honor a nuestra democracia», dijo en cadena nacional el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Julio Olivo, al anunciar la apertura de la votación a las 7 locales (las 13 GMT, las 10 de la Argentina).
Poco más de 5,2 millones de electores están llamados a votar durante las próximas 10 horas en unos 1.600 centros. Según el presidente del TSE, los resultados deben conocerse durante la noche, por cuanto el conteo de votos por bandera es «sencillo».
«Venimos a votar confiados que haya un cambio», declaró a la AFP Aracely Bonilla, quien se presentó a sufragar en la escuela parroquial de San Agustín, en Mejicanos, periferia norte de San Salvador.
Se trata de la sexta elección presidencial desde que el país recobró la democracia en 1992, tras doce años de una sangrienta guerra civil y mediante la firma de acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla.
Todas las encuestas colocan en la delantera a Bukele, de 37 años, quien se presenta bajo la bandera del conservador partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), seguido del empresario de supermercados Carlos Calleja (42), de una coalición de cuatro partidos de derecha liderada por Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
En el eventual caso de que Bukele lograra imponerse, deberá pactar una alianza para poder gobernar con la derecha que domina el actual Congreso, en funciones hasta 2021.
En la contienda de este domingo también participan el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, ex guerrilla izquierdista), que presenta al ex canciller Hugo Martínez, de tercero en las encuestas; y el empresario Josué Alvarado, del minoritario partido Vamos, sin posibilidades.
Si ningún candidato obtiene la mitad más uno de los votos, habrá un balotaje el 10 de marzo para determinar quién relevará en la presidencia a Salvador Sánchez Cerén.
Inseguridad, la prioridad
Quien resulte ganador deberá atender el ya viejo problema de las violentas pandillas, que extorsionan a la población y fueron responsables de la mayoría de los 3.340 homicidios cometidos en 2018 en En Salvador, un país con una tasa de 51 muertes por cada 100.000 habitantes.
«El nuevo presidente debe ofrecer soluciones atrevidas en el tema de la seguridad», declaró a la AFP el analista y profesor de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) Carlos Carcach.
En el pasado, gobiernos de derecha le apostaron a la represión o negociaron en secreto la reducción de homicidios con las pandillas.
La izquierda, en tanto, con el ex presidente Mauricio Funes (2009-2014), alentó una tregua entre las dos principales pandillas que redujo los homicidios.
Cada año miles de salvadoreños emigran por la violencia y la falta de empleo.
Entre octubre y noviembre pasado, más de 3.000 salvadoreños abandonaron el país en caravana con la intención de cumplir el llamado «sueño americano» en Estados Unidos.
Estancamiento económico
El futuro mandatario deberá enfrentar el lento crecimiento de la economía dolarizada que en los últimos cinco años no ha logrado llegar al 3% de crecimiento anual.
«La debilidad de la economía salvadoreña está asociada a las reformas que se implementaron después de la guerra (1980-1992); reformas cuyo centro fue la liberalización», destacó en un editorial la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Para la UCA, los gobiernos de derecha implantaron una reforma fiscal que redujo el impuesto a la renta, se introdujo el IVA (13,5%), se vendieron los bancos estatales, se privatizaron empresas gubernamentales, y se impuso la dolarización para «acelerar el crecimiento económico vía libre mercado».
Las reformas provocaron sin embargo efectos contrarios, ya que «el único éxito del modelo fue la concentración de la riqueza en pocas manos» y el país vive las consecuencias con «la violencia, el desplazamiento, la migración forzada y las maras (que) son subproducto del modelo implementado», resume la UCA.
«El Salvador necesita más fuentes de trabajo, y más seguridad en cada esquina», exigió este domingo Daniel Morales, un estudiante universitario de 24 años listo para ejercer su voto.