La escena no dura más de 5 minutos. El escenario es una de las aulas de una secundaria británica donde la terapeuta Jean Milburn monta un consultorio improvisado para atender las dudas sobre el programa de educación sexual de la escuela. Florence, una adolescente que sueña con ser la nueva Meryl Streep, entra y confiesa: “No quiero tener sexo en lo absoluto. Creo que estoy rota”. Milburn le contesta que el sexo no lo es todo, que hay personas no tienen ganas de tener relaciones sexuales y que eso no significa que estén rotas. Le explica que se llaman asexuales. La definición le llega a Florence como una revelación: calma el malestar y la ansiedad que desde hace días siente cada vez que alguien le dice que tiene que tener relaciones con este o aquel.
Una palabra. Dar con un término que no habíamos escuchado. Ponerle nombre a lo que nos pasa. Mostrar las dudas y los procesos por sobre las respuestas o soluciones a las que llegamos. Eso es lo que más le gusta a Lisandro Ruíz Díaz de Sex Education, la serie de Netflix que se mete de lleno en la sexualidad adolescente en la escuela y que este 17 de enero estrenó segunda temporada. Lisandro tiene 27 años, nació en Rafaela y desde los 18 vive en Rosario, adonde vino a estudiar comunicación social y periodismo. Es músico y youtuber, donde es conocido por su canal “Lichi”. Los videos que hace hablan de distintos temas de sexualidad con información y humor.
Esta semana participó de un especial de Netflix Argentina para redes sociales en una propuesta que sentó a debatir alrededor de una mesa a cuatro personas que no se conocían entre sí. El tema era la serie Sex Education y además de Lisandro participaron Cindy Fraekel (18 años, estudiante de Trabajo Social), Sol Fereyra (31 años, médica, docente y feminista) y Esteban Lanzani (34 años, emprendedor digital y cristiano evangélico). La charla duró más de una hora y quedó sintetizada en casi 7 minutos en los que tocaron temas como identidad y orientación sexual, masturbación, embarazo, placeres, acoso y abuso sexual, cómo cuidarse en relaciones sexuales gays, lesbianas, bisexuales y heterosexuales y enfermedades de transmisión sexual. Uno de los puntos en los que coincidieron fue en que la educación sexual en las escuelas es fundamental y que suele darse con un enfoque biológico, sin lugar para el placer y fomentando miedos más que disfrute.
“Lo que me gustó de la segunda temporada es que no sólo muestra las respuestas sino que presenta las dudas. Se ve a la gente no entendiendo, siendo curiosa, googleando, en conflicto. Me parece re importante mostrar a los jóvenes explorando, no sólo diciendo yo soy esto o aquello. No es sólo la lesbiana, el gay, la bisexual y lo que hacen sino el proceso de las sexualidades”, opina Lisandro en diálogo con El Ciudadano.
Asexualidad y grisexualidad
Lisandro llegó a la palabra asexual hace dos años a través de su novia. Sentía que la amaba, que le gustaba pero que no tenía ganas de tener relaciones sexuales. Ella suele leer sobre temas de sexualidad y le pasó materiales para informarse.
Él primero encontró el término asexual y después dio con un video en inglés en el que apareció la definición que buscaba para sí mismo: grisexual. Es decir, se puede sentir atraído por distintas personas pero las ganas de tener relaciones sexuales son esporádicas y en determinadas circunstancias. Y pensó: “Si para mí fue necesario llegar a la información para entender lo que me pasaba, puedo hacer lo mismo con otras personas”. Y accionó: grabó un video sobre asexualidad y grisexualidad y lo subió a youtube. El material es uno de los pocos en español y tiene más de 80 mil visualizaciones.
Apenas lo subió, le empezaron a llegar mensajes de otras personas que se veían reflejadas. Con el de Nexflix pasó lo mismo. Ninguno de los participantes había visto la nueva temporada y él sacó el tema sin saber que iba a estar en la serie. Cuando esta semana salió el especial en minutos le llegaron más de 20 mensajes de gente que sentía lo mismo que él: “Me decían que a partir de lo que dije en el video se identificaron, googlearon y que ahora se entienden a sí mismos”.
“Es super importante que la serie trate la asexualidad y grisexualidad aunque sea unos minutos. Ya con mencionarlo estás visibilizando algo que no se habla mucho y que es importante que la gente sepa que no está mal. No está mal no tener deseo sexual y el amor puede ir por otro lado”, dice. Para él, la segunda de Sex Education le dejó frases que le sirven para explicar a otras personas. Por ejemplo, cuando Florence dice: “Siento que la sexualidad es un banquete lleno de comida y entiendo que la comida es rica pero igual no tengo hambre”.
-¿Llegar al término grisexual te definió?
-Las etiquetas no son importantes para uno mismo. Quizás sí para entenderse pero más que todo para explicarle al otro. Yo lo venía sintiendo y fue más fuerte al estar en pareja, que es cuando más te das cuenta que no tenés relaciones. Al saber qué había un término y una definición me di cuenta que yo jamás tuve mucha necesidad, ni a los 13 con las hormonas al palo, ni a los 22, ni ahora. Y está bueno saber que no es un problema. Mucha gente me dice que apenas se da cuenta habla con sus padres y lo primero que hacen es mandarlos al médico para ver si tienen bajo nivel de algo en la sangre o un trauma de abuso en la niñez. Buscan extremos porque la gente no puede creer que sea algo que no quieras hacer. La gente no se hace tanto lío si le digo que no me gusta tanto el pollo o jugar al tenis. Pero hay una norma en la cultura y la sociedad que dice que te tiene que gustar con cierta regularidad tener relaciones. Nos dicen que es tu deseo máximo cada vez que te gusta alguien, tu meta final. No te puede gustar alguien y expresar el amor de otra manera. Cuando decís que hay otra forma de verlo no lo entiende enseguida, hay que explicarlo. Siempre doy ese consejo de no ponerse etiquetas y de vivirse a uno mismo. No es que definirse asexual es un certificado a cumplir y no tenés que tener nunca más ganas y si te dan sentirte culpable. Es algo cambiante.
-¿Crees que es un tema que se habla poco en la militancia por la diversidad sexual?
-Por suerte funciona distinto porque no es como lo trans o la orientación sexual que hay gente en contra. Cuando decís que no tenés ganas de tener relaciones sexuales la gente no te odia, como le pasa a distintos colectivos de diversidad. La militancia en ese sentido es distinta. Es de visibilizar para que la gente que se siente de esta manera sepa que no están haciendo algo mal, que no tiene que tener relaciones porque sí sino porque quieran, sobre todo en las parejas. Muchas personas me han preguntado si la asexualidad es algo que se milita en las marchas del orgullo. Y yo creo que sí porque es una forma de vivir la sexualidad que escapa a lo normado y lo esperado, que aporta a la diversidad. Y tiene un montón de matices, están los asexuales románticos, los arománticos, los que se masturban, los que no, los que tienen pareja, los que no quieren saber nada. Es importante visibilizar para que la gente no se sienta sola y para que quienes están con una persona asexual entiendan a quién tienen al lado.
-¿Qué pensás de la educación sexual en las escuelas?
-Creo que es súper útil. Cuando fui a la escuela hace 10 años tuve pero fue biológica, y basada en mostrarte el cuerpo y los genitales. Te decían lo que no tenías que hacer y nunca lo que sí. Siempre miedo, nunca placer. Y no nos daban nada sobre orientación o identidad sexual. Me parece que la escuela es un buen lugar para hablar de todo esto. Porque los jóvenes lo van a averiguar en internet y lo van a hablar. Está bueno que puedan recibir buena información. No me entra en la cabeza que haya gente que se oponga. Sé que hay grupos religiosos en contra de la identidad de género pero es un problema de ellos. La identidad de género existe, las personas transexuales existen. Y oponerse no tiene sentido. Dicen con mis chicos no, pero es hasta ahí porque cuando tienen dos meses los bautizan, que es imponerle algo a un niño de chico. Cualquier cosa que tenga que ver con educación sexual le digo que sí.
La ESI en Argentina
Argentina tiene desde 2006 la Ley 26.250 de Educación Sexual Integral (ESI). El problema es que sólo un tercio de las provincias la aplica.
La norma fue pensada de manera integral, para que atraviese a todas las materias desde el jardín hasta los estudios terciarios. No se reduce a las clases de biología ni se trata sólo de que chicos y chicas sepan cómo prevenir un embarazo o cuidarse de las enfermedades de transmisión sexual. Busca pensar y construir vínculos libres de todo tipo de violencia a partir del respeto a la diversidad sexual y a las mujeres. También sirve para que puedan diferenciar el cariño del abuso sexual, que según un estudio de Unicef es detectado dentro del ámbito familiar en un 70 por ciento de los casos.
La provincia de Santa Fe empezó a implementar la ESI desde 2008 a través de la capacitación de docentes. Hace cuatro años incluyó a integrantes de los centros de estudiantes, quienes fueron los principales demandantes de educación sexual en la escuela. En 2019 detectaron 1.000 casos de abuso sexual y violencia familiar gracias a sus contenidos.
Durante el debate por la legalización del aborto en el Congreso Nacional argentino las voces a favor y en contra coincidieron en que era importante avanzar en la implementación efectiva de la ESI. Tras el rechazo en el Senado, un grupo de diputados y diputadas impulsó la modificación y actualización del texto. El principal cambio era que fuera declarada de orden público para que todas provincias la aplicasen de manera obligatoria en las escuelas públicas y privadas. También eliminaba el artículo 5 que dice que cada institución puede dar educación sexual según su ideario. Y actualizaba conceptos incluyendo las leyes de ampliación de derechos sancionadas en la última década.
La posible modificación de la ley generó la oposición y el lobby en contra de sectores religiosos evangelistas y católicos, bajo la campaña “Con mis hijos no te metas”. La cruzada con los colores celeste y rosa había surgido en Perú y desembarcó en Argentina en ese momento. Denunciaban que la ESI buscaba imponer la “ideología de género” y se oponían a los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBIQ, como las leyes de identidad de género, matrimonio igualitario, violencia de género y protección integral de niños, niñas y adolescentes.
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