El hambre en el mundo afecta a algo más de mil millones de seres humanos. Sobre el problema de alimentar a los habitantes del planeta ha habido muchas teorías. Algunas, con las falacias de presentarse como científicas, han guiado a gran parte de los dirigentes mundiales. En el siglo XIX se pensaba que no se podría alimentar a una población mundial que excediera los mil millones de personas. Hoy la población mundial asciende a algo más de 7.000 millones. Muchos opinan que no es cuestión de falta de alimento sino de justicia distributiva, de igualdad de oportunidades, de superar este estadio de capitalismo salvaje. También la ciencia sigue empecinada en aportar lo suyo, a través de innumerables trabajos de investigación en todo el mundo. Aunque no solamente el conocimiento científico aportará soluciones al problema de hoy. Lo hacen también los productores de las zonas marginales recurriendo a algunas prácticas milenarias, de las que se nutre la ciencia. La integración de todos estos conocimientos, contribuirá con lo suyo. Siempre que, mientras tanto, se pongan en marcha todas las soluciones posible para erradicar el hambre del mundo: mejorando producción, recolección, distribución, precios, regímenes alimenticios; implementando subsidios, invirtiendo en investigación científica y el desarrollo. Sin dejar de tener como norte la justicia social. Y sin olvidarse de aportar mucha creatividad.
“En la actividad científica hay mucha creatividad; de hecho, la ciencia es considerada por muchos una forma del arte; debemos crear un experimento y no es nada fácil diseñar un buen experimento. Por eso hay mucho de intuición en la ciencia y es un gran aporte, pero con ella sola no se completa el proceso científico”. Silvia Pessino es doctora en bioquímica, cuenta con un postdoctorado en Gales, es docente en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, e investigadora del Conicet. Uno de sus trabajos concitó la atención de El Ciudadano: “Apomixis: una herramienta poderosa para el mejoramiento”.
—¿Apomixis? Palabra rara…
—‘Apo’ quiere decir ‘sin’; y ‘mixis’, ‘mezcla’; o sea, ‘sin mezcla’.
—¿Un modo de reproducción diferente?
—Es un modo de reproducción sin utilizar la sexualidad. La apomixis es una forma de reproducción clonal a partir de la formación de semillas que portan un embrión genéticamente idéntico a la planta materna. Este modo de reproducción aparece naturalmente en muchas especies de plantas como frutilla, manzana, cítricos, mango, mandioca y numerosas gramíneas forrajeras como el pasto horqueta (Paspalum notatum) y el pasto llorón (Eragrostis curvula). Se forma así una semilla verdadera y perfecta, que contiene adentro un individuo idéntico a la planta materna.
—¿Podemos entonces usar la apomixis para mejorar la calidad de una planta?
—A la apomixis se la consideró desde siempre como el “Santo Grial de la Agrcultura”. Ya que, a través de ella se pueden acelerar los procesos de mejoramiento de ciertas plantas. La apomixis es una tecnología que se usa en plantas en las que no existe naturalmente y a las que se les pueda introducir este carácter.
—¿Qué cantidad de plantas, dentro del universo de especies existentes, emplean la apomixis para reproducirse?
—Aproximadamente 400 especies vegetales en las cuales este carácter aparece. La proporción es baja. Pero no nos olvidemos que hay muchísimas especies en las que probablemente esté presente pero no han sido estudiadas lo suficiente.
—¿Quién se ve beneficiado con este mejoramiento?
—Sobre todo las regiones pobres del mundo para las cuales en la actualidad no existe mejoramiento genético debido a los altos costos que implica el mejoramiento genético vegetal; y aquellas regiones que no cuentan con variedades mejoradas ahora podrían fácilmente desarrollar cultivares mejorados.
Apomixis y transgenicidad
“La apomixis al estar presente naturalmente en una cantidad de especies diferentes, permite mejorar esas especies sin necesidad de transgenicidad, utilizando un método natural por cruzamiento”.
—¿Por qué permite un mejorameinto rápido?
—Como las plantas apomícticas generan un polen que es viable, funcional y normal se puede usar una madre que sea asexual y polinizarla con polen de una planta apomíctica y de esa manera se obtiene una progenie que son todos híbridos de esa madre con ese padre y que son todos diferentes entre sí y que se pueden evaluar en una determinada parcela para ver cuál de esos híbridos se adapta mejor a la misma.
—¿Cómo se hace el cruzamiento?
—Se hacen normalmente entre dos genotipos que se seleccionan para hacer los padres de esa progenie. Una vez que los hijos son evaluados, se selecciona la planta de comportamiento superior, o que demostró un comportamiento ideal en esa parcela. Ese hijo heredó de su padre la capacidad de reproducirse clonalmente, lo que hace que estemos en presencia de una planta óptimamente adaptada. Este sistema acelera el proceso de mejoramiento. Además, es muy económico. Una forma de mejoramiento rápido y fácil para todas las regiones del mundo, sobre todo aquellas regiones pobres y con hábitat altamente variables para las cuales actualmente las empresas dedicadas a crear semillas no invierten en mejoramientos en regiones pobres siguiendo la implacable lógica del mercado. Parcelas del África subsahariana o parcelas montañosas de nuestro continente, son un claro ejemplo.
Apomixis en Argentina
“Existen tres grupos trabajando en apomixis en nuestro país. Hay un grupo localizado en el Ibone, Instituto de Botánica del Nordeste, dependiente del Conicet, en Corrientes, que se dedica a mejorar pastos que son naturales de la región. Son pastos que han sido mejorados con la tecnología de apomixis; es decir, por cruzamiento.
Hasta hace poco el nordeste era una región periférica en cuanto a la producción ganadera por la baja calidad de pastos que se podían cultivar en la región. Se están desarrollando pastos mejorados para esta región que permiten una producción ganadera óptima, a la vez que se comercializan semillas de estos pastos. Eran especies propias del lugar que fueron mejoradas por apomixis.
Está también el grupo de Rosario que trabaja en la Facultad de Ciencias Agrarias y otro grupo que trabaja en Conicet Bahía Blanca. En ambos grupos nos dedicamos a estudiar cuáles son los genes que están involucrados en este proceso de apomixis; o sea, cómo es que funciona a nivel molecular este proceso. Estamos tratando de encontrar las respuestas a preguntas como: ¿por qué la planta puede ser apomíctica?, ¿por qué algunas plantas pueden formar su progenie? Para encontrarlas, estamos caracterizando molecularmente todo el proceso. En los últimos diez años se han hecho avances en este tema. En nuestro laboratorio se identificaron 65 genes que están activados de manera especial durante el proceso de apomixis Y actualmente lo que estamos haciendo es estudiar individualmente cada uno de esos 65 genes para saber exactamente qué papel cumplen dentro del proceso que generan las semillas clonales. Lo mismo hacen laboratorios de todo el mundo. Pero todavía la caracterización no es completa”.
Especies autóctonas: el caso del chané
Dentro de los casos prácticos donde es visible el mejoramiento por Apomixis, encontramos el caso del chané, una forrajera lograda a partir de selección practicada entre poblaciones de la especie Paspalum guenoarum. La técnica, desarrollada en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Nordeste, apuntó a la selección del pasto mejor adaptado para producción de forraje y semilla, resistencia a la roya de la hoja y al ataque de chicharrita y arañuela. Esta nueva especie, especialmente diseñada para adaptarse al clima subtropical, facilita la actividad ganadera al producir mayor cantidad de alimento para el ganado.
La semilla recibe su nombre por ser proveniente de la tribu chané, quien habitara el sur de Bolivia y el norte argentino. Los chané, son una etnia sedentaria; practicaban la agricultura con mandioca, maíz, batata, maní, algodón y porotos. Se vincularon con los quechuas, provenientes del imperio Inca, y los moxos. Ese intercambio cultural tuvo implicancias en el mejoramiento de sus técnicas de pastoreo y el uso de fertilizantes.
Entre los siglos XV y XVI, bandas tupí-guaraní invadieron el territorio chanés, esclavizándolos; y así los antiguos chané fueron obligados a cultivar, dejando a los guaraníes como cazadores. Algunos chané lograron escapar del dominio de sus invasores, desplazándose a lo largo del río Parapetí. Descendientes de ellos traen el conocimiento de su cultura hasta nuestros días. Habitan el norte de Salta en las comunidades de Tuyuntí, Campo Durán y Pichanal.