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Aurora Austral

El Sol regaló belleza en Tierra del Fuego, la Patagonia, la Antártida y hasta Venado Tuerto

El fenómeno, que puede extenderse hasta los primeros días de la semana próxima, se debe a la interacción de partículas cargadas provenientes de la estrella con la llamada magnetosfera, una capa que protege a la Tierra a más de 500 kilómetros de altura


Habitantes de Tierra del Fuego, buena Parte de la Patagonia y hasta laciudad bonaerense de Pinamar, además del personal apostado en las bases Marambio y Orcadas en la Antártida Argentina, puedieron disfrutar de un cielo distinto, multicolor: fue por la aurora austral provocada  según indican medios patagónicos, en ciudades de Santa Cruz e incluso en Pinamar, en la provincia de Buenos Aires.

La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) había emitido este viernes la advertencia sobre una tormenta geomagnética de gran magnitud debida a una llamarada solar que alcanzó la Tierra la tarde del viernes, horas antes de lo anticipado. Estimaron que los efectos de esa radiación sobre la atmósfera, traducidos en los brillantes colores, se extiendan todo el fin de semana y es posible que incluso hasta los primeros días de la semana próxima.

Despegue del vuelo AR1885 de Aerolíneas Argentinas desde Ushuaia a Ezeiza en plena Aurora Austral.

El fenómeno no es de alto riesgo, aunque la NOAA pidió a los operadores de centrales eléctricas y aeronaves en órbita que tomen sus precauciones por posibles alteraciones en el instrumental.

Desde el organismo estadounidense señalaron que estas eyecciones de masa corporal del Sol, a diferencia de las erupciones solares que viajan a la velocidad de la luz y son capaces de alcanzar la Tierra en ocho minutos, “viajan a un ritmo más lento, de 800 kilómetros por segundo”.

Auroras, la paleta del cielo

Las auroras son un fenómeno natural que se desencadena cuando partículas cargadas que viajan por el espacio como consecuencia de los fenómenos solares interactúan con la atmósfera terrestre. Estas partículas, originarias del viento solar, son guiadas por el campo magnético de la Tierra, canalizándolas hacia los polos.

Cuando ingresan la atmósfera, colisionan con átomos de oxígeno y nitrógeno, generando una exitación en los electrones de sus átomos, que absorben la energía de ese viento solar y pasan a una órbita mayor. A los pocos milisegundos, retornan a sus estados naturales liberando la energía absorbida en forma de radiación visible de ciertas frecuencias (colores), que pintan el cielo.

Se denominan auroras australes o boreales según se produzcan cerca del polo sur o norte, respectivamente. El origen etimológico remite a la diosa romana del amanecer, Aurora, la palabra latina Auster, que significa sur, y la griega Bóreas, que significa norte.

Las partículas solares –protones y electrones– cargadas eléctricamente que generan los vientos solares chocan con la magnetosfera de la Tierra (a más de 500 kilómetros de altura). Es una “esfera” que rodea el planeta y obedece al campo magnético generado por su núcleo. Su forma se puede graficar como líneas de fuerza que parten de los dos polos, como en un imán. Cuando la masa solar de partículas choca con la esfera protectora de la Tierra, las radiaciones solares se desplazan a lo largo de la capa protectora hacia los polos.

El Sol está a unos 150 millones de kilómetros de la Tierra. Continuamente emite un flujo de partículas denominado viento solar. En ocasiones, como la actual, con mayor intensidad a causa de fenómenos muy energéticos como las fulguraciones o las eyecciones de masa coronal.

Las partículas del viento solar viajan a velocidades de entre 490 a 1000 kilómetros por segundo, por lo que tardan aproximadamente dos días en recorrer la distancia entre el Sol y la Tierra.

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