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Mataron a un joven 22 años en la zona sur

Brandon escuchó detonaciones y escribió en su Facebook: “Estamos en Navidad”. Un rato después, apenas pisó la vereda, lo mataron a balazos. En el barrio dicen que fue un error, porque era un pibe bueno y laburante. Tenía 22 años.

Nunca fue fácil diferenciar el sonido de los petardos que se tiran para festejar, con el de los balazos que se disparan para matar. Pero en los barrios donde abundan los funerales de pibes jóvenes, esos sonidos anuncian muerte. Siempre. “Ahh mierda q estamos en navida jajaja”, ironizó Brandon en su cuenta de Facebook el lunes a la tarde, una hora antes de que lo maten a balazos. No sabía que ese ruido seco lo acechaba en la vereda y que era lo último que iba a escuchar.

Le dispararon apenas bajó de una de las torres del Fonavi de Lola Mora y Lorenzini de zona sur, donde había ido a visitar a una amiga. Tiraron dos desde una moto y huyeron. Un plomo le dio en la espalda y otro en el brazo. La chica que lo acompañaba lo subió al auto y lo llevó al hospital, donde intentaron reanimarlo sin éxito.

Brandon Nicolás Cabrera tenía 22 años y su muerte, además de dolor, causó mucha confusión. “Su familia está destrozada. Y nosotros también. Porque nunca pensamos que a ese chico le podía pasar esto. Era bueno. Seguro que no andaba en nada raro. Lo tienen que haber confundido”, dijo una vecina, todavía asombrada.

Una adolescente opinó igual: “No entiendo por qué lo mataron. Sus amigos tampoco entienden. Porque era un re buen pibe. Por ahí fue eso, que se llevaba bien con todo el mundo y hablaba con todos. Acá hay gente que se siente dueña del barrio y es perseguida. Ya lo habían amenazado y había tenido que dejar el barrio un par de veces”.

Brandon vivía en Alice al 4900, en barrio Municipal, a metros de la calle Gutiérrez que hace de límite con el Parque del Mercado que también divide amigos de enemigos, bandas y viejas broncas que pueden estallar por nada, con solo cruzar la calle. Una mirada demasiado fija, una mueca irónica, un saludo a alguien que no hay que saludar. Dicen que Brandon no andaba en nada malo, pero hablaba con todos. De hecho, en febrero de 2016 un plomo le había atravesado el omóplato en Alice y Lamadrid.

Su papá lo había dejado de muy pibe y vivía con su mamá y sus dos hermanitos. Con ella y su abuelo materno trabajaba los fines de semana en el parque Urquiza vendiendo pelotas y juegos de puntería con aros. También se ganaba la vida ayudando a un tío en una peluquería canina y a una tía en un microemprendimiento. Preparaban sandwiches y empanadas los vendían en comercios. Era fanático de Rosario Central y sus amigos aseguran que ponía la amistad ante todo. Uno de ellos le contestó en Facebook sobre el ruido de las balas que parecía Navidad. “Si ya sabias que estaba feo el barrio. Qué te costaba quedarte adentro amigo. Como alguien pudo hacerte esto?”. Brandon no lo sabía. Pero una semana antes había escrito en su  muro: “La vida es una sola”.

¿Por qué?

“No sabemos por qué le dispararon. Puede ser solo porque era Alice (el barrio Municipal donde se crió) y porque él se hablaba con todo el mundo, incluso con los de Sánchez de Thompson (por Parque del Mercado) y los de Lola Mora (donde lo mataron cuando visitaba a una amiga). Y viste que acá son todos paranoicos. Están los soldaditos del «Alexis» y los del «Teletubi»”, explicó un vecino que siguió barajando apellidos e hipótesis. Hay otra versión que dice que lo confundieron con un tal Tito, que era mano derecha del “Cuatrero”. Según esos dichos el que le tiró es un pibe apodado “Peladito”, que se llama Nahuel. “Mirá su Facebook y vas a ver”, recomendó el hombre sobre la cuenta del joven que se presenta así: “No soy sicario pero jalo cuando es necesario”, junto a imágenes del narco colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria. “Este Peladito está con la banda del Teletubi y está haciendo desastre en el barrio”, sentenció.

Para los pesquisas, el móvil del crimen fueron “problemas interpersonales”, con todo lo que abarca esa definición. La causa está en manos de la fiscal de Homicidios Marisol Fabbro y la Policía de Investigaciones (PDI).

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