El ser humano pasa alrededor de un tercio de su vida soñando, y aunque el sueño es una experiencia que todos comparten, no fue hasta el siglo pasado que comenzó a estudiarse en forma científica.
Se cree que las personas necesitan dormir porque puede ser una forma de recargar el cerebro, ayuda a reorganizarnos, a encontrar soluciones a nuestros problemas, procesar información aprendida, organizar y archivar recuerdos.
Marcela Cohen, neuróloga de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina, señaló: “Durante el sueño se baja la tasa metabólica y el consumo de energía, reemplazamos y reparamos estructuras de nuestro cuerpo y en los niños y adolescentes es un momento de liberación de hormonas de crecimiento”.
Cohen explicó que “un ciclo de sueño completo toma entre 90 y 110 minutos y se dan usualmente cinco etapas: 1, 2, 3, 4 y sueño REM (movimiento rápido de los ojos)”.
La especialista comentó que “la etapa 1 es de sueño liviano; los ojos se mueven lentamente, la actividad muscular se lentifica y pueden aparecer contracciones musculares repentinas con una sensación de estar cayendo”.
“Desde la etapa 2 a la 4 aparecen progresivamente ondas cerebrales lentas. Las etapas 3 y 4 son de sueño profundo, donde es difícil despertar a la persona, no hay movimientos oculares o actividad muscular. Es cuando algunos niños pueden mojar la cama, caminar dormidos o experimentar terrores nocturnos”, destacó la neuróloga.
Cohen señaló que en el período REM “la respiración se hace más rápida, irregular y superficial, los ojos se mueven rápidamente y los músculos se paralizan”, e indicó que “las ondas cerebrales aumentan como en una persona despierta”.
“El ritmo cardíaco y la presión arterial también lo hacen. Es cuando ocurren la mayoría de los sueños y si la persona se despierta puede recordarlos. Cada noche hay entre tres y cinco etapas de sueño REM, que son progresivamente más largas desde 3 a 60 minutos. Nuestra percepción es que son fugaces, podemos tener varios sueños y sólo recordar fragmentos”, dijo la médica.
La especialista señaló que “los niños tienen un 50 por ciento de sueño REM y los adultos un 20 por ciento, que se reduce progresivamente con los años”.
“Existen teorías recientes que postulan que este período de sueño está ligado al aprendizaje y la memoria. Por otro lado, la cantidad de sueño REM de una persona puede depender de factores como género, estado civil y laboral”, indicó.
Para recordar los sueños, Cohen recomendó:
Mantener un diario de sueños.
Al despertar tomarnos unos minutos para recordar nuestro sueño antes de escribirlos.
Incluir la mayor cantidad de detalles posibles.
Leerlo horas o días después.
Dormir regularmente.
Incluir dibujos.
Ponerles títulos.
Los sueños premonitorios, no necesariamente revelan acontecimientos negativos.
Los sueños recurrentes se asocian a nuestros asuntos sin resolver.
El insomnio
El insomnio es uno de los trastornos del sueño más frecuentes que impide la recuperación que el cuerpo necesita durante el descanso nocturno.
Cohen manifestó que existen diferentes tipos: “Dificultad en iniciar el sueño, varios despertares, despertares tempranos, total de sueño inadecuado y pobre calidad de sueño. La prevalencia del insomnio es del 35 por ciento, siendo severa en 10 al 15 por ciento de los casos. La mitad de los pacientes estudiados por apneas de sueño o ronquidos tiene insomnio”.
“Cuando ambas condiciones se presentan juntas, aumentan los problemas psiquiátricos y síntomas cognitivos-emocionales. El 51 por ciento de los adultos reportan síntomas de insomnio varias noches a la semana y el 29 por ciento refieren insomnio todas o casi todas las noches”, agregó.
¿Quiénes están en riesgo para padecer insomnio?
Aquellas personas sometidas a mucho estrés.
Deprimidos o con otras situaciones estresantes como divorcio o duelo.
Bajos ingresos.
Trabajos nocturnos y cambios frecuentes de horarios.
Viajes de larga distancia con cambios de horario.
Enfermedades preexistentes o trastornos del sueño.
Inactividad.
Higiene del sueño:
Evitar cafeína, tabaco y otros estimulantes antes de la hora de dormir, su efecto puede durar hasta 8 horas.
Algunas medicaciones pueden producir efecto estimulante, como las usadas para gripe y alergia.
Al ingerir alcohol, si bien puede provocar somnolencia, el sueño suele ser más “liviano”.
Establecer una rutina, como ir a dormir a la misma hora cada noche, leer un libro, escuchar música relajante o tomar un baño caliente.
Evitar comidas pesadas por la noche.
Realizar ejercicio al menos 5 o 6 horas antes del horario programado para dormir.
Asegurarse que la habitación y la cama sean confortables, evitar luces brillantes, televisores, computadoras y mascotas.