Ciudad

Sin tabúes

“El tamaño no importa tanto”

La sexóloga Alessandra Rampolla estuvo en Rosario para presentar su espectáculo “Animarse a más”, en el City Center. En un aparte con El Ciudadano habló sobre el sexo, la pasión y la edad. Y aseguró que los países latinoamericanos son “machistas”.


“Soy una mujer en proceso de evolución, que tiene la vocación de ser sexóloga y comunicadora”, se definió Alessandra Rampolla, gurú de la sexualidad mediática en Latinoamérica. Desinhibida, simpática, fresca, con lenguaje claro y una amplia sonrisa, la sexóloga estuvo esta semana en Rosario para hacer lo que sabe: presentó su espectáculo “Animarse a más” en el City Center, donde el público que la fue a ver, mayoritariamente femenino, desbordó la sala para escuchar y, tambien, para preguntarle todo lo que podían. Ya un ícono, Rampolla recibió a El Ciudadano y desplegó su carisma sin vueltas para referirse a temas que, muchas veces, son tabú. Y dio herramientas para que el amor, el compromiso, y la pasión sexual se mantengan vivos y frescos con el paso del tiempo.

—¿Cómo es la relación entre el sexo y la sociedad actual?

—Estamos en un momento interesante. Hay una gran evolución del lado de la mujer en darse cuenta de que la sexualidad y el disfrute no es exclusivamente para el hombre. La mujer pregunta desde un lugar más activo, busca y se exige placer. Es un reto para ambos. El hecho de que no sea siempre igual, que exista la variedad, hoy por ti y mañana por mí: hoy más suave, mañana más agresivo. En esa variedad está lo que mantiene al sexo interesante en la pareja; de lo contrario caemos en la rutina y nos aburrimos. Hay que encontrarle la vuelta de jugar y explorar. Eso consiste en esos pequeños cambios, junto con la comunicación de la pareja.

—¿Cuáles son los tabúes más frecuentes en estos tiempos?

—Hay dos temas que son diametralmente opuestos: la masturbación y el sexo anal. Las relaciones anales son más complejas. Requieren de más preparación, entendimiento y confianza. Las mujeres tienen miedo porque escuchan cuentos de horror de lo mucho que duele y lo terrible que es. Hay que usar lubricación artificial, relajar el cuerpo y saber cuándo una está preparada. La persona que recibe la penetración anal tiene que tener el control de los movimientos. Con respecto a la masturbación, tendría que ser lo más principiante y sencillo, y aún así, a las personas les cuesta decir que se masturban. Piensan que es secundario, que sólo es para las personas que no tienen pareja y no es así. Es un primer paso para aprender y entender la sexualidad.

—¿La sexualidad humana está en el cerebro?

—Se manifiesta en nuestro cuerpo pero pasa por el cerebro. Lo que se impulsa de la imaginación y la fantasía es lo que lleva al sexo. El sexo empieza en el cerebro: si alguien no tiene un pensamiento sexual, no va a tener ganas. La literatura erótica para la mujer se convirtió en una gran herramienta. Pueden convivir adecuadamente siendo finas, elegantes, personas de bien, respetables, y poder disfrutar del erotismo.

—¿Hay una frecuencia ideal para tener relaciones sexuales?

—No. Es la que le guste a cada pareja. No importa lo que hace el vecino. El período que importa es lo que pide el cuerpo y el de la pareja, hay que combinar eso. Si es mucho o poco, no les importa a los demás.

—¿Hay algunos “tips” para tener sexo “de calidad”?

—No importa si te acostaste con muchas personas, todo lo que se aprendió hay que dejarlo atrás. Hay que empezar de cero. Si hay un cuerpo nuevo, hay que tener espíritu aventurero de descubrir el placer que esa persona va a experimentar, y cómo van a compartir el placer entre los dos. Tienen que complementarse. Ahí está la riqueza del buen amante, porque hay que mantenerse interesado en aprender del otro. No está tanto en la técnica.

—¿El tamaño importa?

—El tamaño no importa tanto como piensan los hombres. Es importante que tengan suficiente grosor para generar fricción con las paredes vaginales para el placer de ambos en una relación coital penetrativa tradicional. Los hombres, generalmente cuando piensan en el tamaño, piensan en el largo, en la película pornográfica. Lo largo no es tan bueno, no es representativo de la realidad. El hombre asume que tiene que tener un pene gigante y no es así.

—¿Hay límites en la cama?

—Sí. La actividad sexual debe darse entre adultos, de manera 100 por ciento consensuada por las partes, sin hacerse daño físico ni emocional. Tal vez una “nalgada” para una persona es una agresión, y para otra no. Es subjetiva la experiencia. Cada uno tiene que buscar su lugar dentro de lo que va a expresar sexualmente.

—¿Cuáles son las mejores posiciones para disfrutar más?

—Para la mujer, estar arriba, tener el control, eso siempre va a ser mejor porque tiene la posibilidad de ponerse en el ángulo correcto, de llevar el ritmo. Quien tenga el control siempre va a tener las de ganar en una posición coital. Para el hombre son las posturas donde se les regala un banquete visual: por ejemplo, una posición en la que le pueda mirar la espalda a la mujer, su cintura, las nalgas. Está viendo un show erótico y también tiene el control de los movimientos.

—¿Cuánto cambia el sexo en la tercera edad?

—Hay cambios en el cuerpo y es un recomenzar de la vida sexual. Hay parejas que están sin hijos en su casa, ya no trabajan, no están preocupados por la posibilidad de un embarazo no deseado: es placer por placer y por sentirse a gusto. El ritmo del sexo cambia porque es el arte de amar, y tiene un potencial más exquisito que antes. Las fantasías van cambiando con el correr de los años. A mí me entusiasma pensar qué me va a gustar cuando tenga 75 años.

—¿La líbido se puede perder a cualquier edad?

—Sí. A las mujeres nos criaron para no pensar en sexo, no es la que está pensando cochinadas y cómo enganchar las rodillas detrás de las orejas. Con sentirnos eróticas integrales sumamos y nos completamos, el nivel de inspiración va a estar.

—¿Los latinoamericanos somos prejuiciosos con la sexualidad?

—Sí. Son países machistas. Es una lucha continua. Cambiar paradigmas tan arraigados en la sociedad no va a suceder en 20 años. Las próximas generaciones van a ver lo que estamos trabajando hoy. Es un proceso lento, pero aún existen prejuicios, siento palpable la evolución y tengo esperanzas de un cambio a futuro que ya se está convirtiendo en la realidad actual de muchas mujeres.

—¿Cuáles son los pecados femeninos en la cama?

—La manipulación a través del sexo. Es un grave error femenino fingir orgasmos, porque está potenciando que nunca se solucione el hecho de que no tengan uno real. Fingen para no hacer sentir mal al hombre, se sienten culpables, o les da vergüenza. Es importante no caer en esa trampa porque es triste, es un engaño de ambas partes.

—¿Los juguetes sexuales ayudan?

—Si la pareja está dispuesta, sí. Es una herramienta más y provoca sensaciones que el cuerpo no sentiría de otra manera, los penes no vibran ni vienen con batería. Cuando hace mucho tiempo que alguien está en pareja, que algo se sienta más intenso, excitante, está buenísimo, le da más erotismo a la situación.

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