Silvina Santana, responsable del Programa de Prevención y Atención de Violencia de Género que depende del Instituto Municipal de la Mujer, recibe denuncias y consultas en el Teléfono Verde, que tuvo su pico máximo en enero pasado con 207 llamados, (en el mismo mes del 2011 habían sudi 142, con lo cual aumentan un 45%) con ocho derivaciones a los hogares municipales, contra las 50 internaciones en todo 2011. Fue “mucho para un solo mes”, calificó la funcionaria.
Creado en 1990, el Teléfono Verde recibió entre octubre y diciembre últimos el llamado de 833 mujeres. Si bien las estadísticas marcan que las consultas se elevan en enero, la especialista al frente del programa reconoce que hay “varias teorías en política criminal que dicen que el calor influye para que se cometan más delitos, pero también creemos que tiene que ver con una discriminación a las mujeres. Creemos que en este último año y medio la prensa ha tomado seriamente los casos de violencia entonces las mujeres se animan a llamar, incluso no solamente en Rosario sino desde localidades vecinas”.
—¿Cuáles son los llamados más frecuentes al Teléfono Verde?
—El 97 por ciento de los llamados tienen que ver con violencia hacia las mujeres. Los reciben psicólogas y trabajadoras sociales que tienen un entrenamiento y una capacitación previa por lo que pueden, con determinadas preguntas, establecer la gravedad de la situación. No obligamos a las mujeres a que hagan la denuncia judicial, sino que esperamos que ellas hagan ese proceso de concientización. Obviamente, cuando hay un peligro mayor tratamos de convencerlas diciéndoles que si no se van ya de su casa puede pasar lo peor. Nos llegan casos de violencia a niños o a mayores. Según la víctima sea una mujer adulta o niños, los derivamos al área municipal que corresponde. Si hay algún conflicto familiar en el que un papá o una mamá llaman preocupados porque no saben cómo controlar a su hijo, lo derivamos al área de Juventud.
—¿Qué se hace en los casos extremos?
—Si la situación es grave, contamos con dos Hogares o Centros de Protección donde las mujeres son trasladadas con sus hijos. Puede pasar que la mujer haya salido corriendo sin llevarse a sus hijos. Entonces, la acompañamos a Tribunales con un equipo jurídico para hacer la denuncia y pedir medidas de protección para recuperar a sus niños o sus pertenencias. También se la ayuda a recuperar la vivienda. A veces la situación es tan grave que eso no es posible, y a la mujer se la traslada a otra ciudad para resguardarla. Nos ha pasado que el agresor ha venido al área o a Promoción Social preguntando por su mujer, pero no se le da ningún tipo de información o directamente negamos el caso y lo derivamos al Tribunal. La idea es que no se sepa dónde está para evitar que el hombre la busque. En uno de los Hogares hay seis departamentos individuales, que a veces se comparten si la mujer no tiene hijos. El otro tiene capacidad para 12 personas. En este momento tenemos la capacidad colmada.
—Que enero haya tenido un récord de llamadas, ¿se lo puede atribuir al calor o es una frivolidad?
—Puede ser. Varias teorías en política criminal dicen que el calor influye para que se cometan más delitos pero, por ejemplo, en julio pasado tuvimos un pico importante, es decir que es relativo. Creo que el aumento de consultas pasa más por el trabajo de difusión que hacen los medios y el trabajo territorial que hacemos nosotras. También el alcohol y la droga potencian al agresor que de por sí es violento, aunque no son factores determinantes. Es algo que la mujer viene padeciendo hace tiempo y cuando ve los datos en televisión se dice: “Bueno, ya es hora de hacer algo”.
—¿Quién se ocupa del agresor?
—La Justicia debería hacerlo. Tanto la ley nacional como la provincial son civiles, no penales. Entonces ¿cuál es la sanción para el agresor? En la provincial está contemplado un trabajo comunitario que nunca se dio. Sólo va preso el agresor cuando viola las medidas de seguridad: cuando entró al hogar excluido. Por eso reclamamos que la violencia familiar sea delito. Si el Estado no condena al agresor, la condena social tampoco ocurre. En Capital Federal hay un grupo de apoyo con hombres violentos, pero en Rosario no. Creemos que lleva muchos años cambiar la subjetividad de ese varón. El municipio está abocado a poder a recuperar a las mujeres y que ellas tengan la posibilidad de ejercer sus derechos y una vida segura de violencia.
—¿Hay casos de noviazgos violentos?
—El Teléfono Verde también trabaja el tema de noviazgos violentos. Entre 2008 y 2011 tuvimos 66 casos de chicas jóvenes con situaciones de abuso o violencia, donde en algunos casos tuvimos que excluir a la menor con autorización de los padres en algún lugar para que no sea abordada por el agresor. Hay una ordenanza que se aprobó el año pasado para crear una línea que trabaje directamente con adolescentes. Igual trabajamos con ellos en los barrios, en sus centros comunitarios o en los distritos, donde abordamos el tema de los derechos sexuales, hasta cuándo, hasta dónde. Especialmente, las mujeres, que si no tienen determinado conocimiento en cómo cuidarse, y las más perjudicadas son las niñas: quedan embarazadas o no saben cómo manejar la situación de poder con el varón. Entonces, la idea es que trabajemos en conjunto con mujeres y varones e intentar que la relación sea entre pares.
—¿Se hace un seguimiento a la mujer que llamó?
—Hay un trabajo personalizado donde citamos a la mujer al Distrito de su barrio. Así, en día y hora fijados, la espera un equipo para una charla en la que se le hacen saber sus derechos. En muchos casos, después de la información logran romper ese vínculo. Tenemos grupos de mujeres en los Distritos a los que se les brinda contención y apuntalamiento. Otras reinciden en la convivencia con el agresor porque no tienen sostén económico o quieren a esa pareja, que es el padre de sus hijos. Les cuesta aceptar que no va a cambiar. Los grupos no son terapéuticos, pero sí intentan contener a las mujeres con talleres donde conocen sus derechos. El 80 por ciento de las mujeres que seguimos logró separarse de su pareja, al otro 20 la seguimos. No esperamos que nos vuelva a llamar, le preguntamos cómo sigue, la convocamos.
—¿Hay muchos casos de feminicidios en Rosario?
—En enero de 2011 hubo en el país ochos casos de chicas quemadas –luego de que se conociera el caso de Wanda Tadei–, dos de las cuales fueron en Rosario. En todo 2011 hubo cerca de 290 feminicidios en la Argentina; en Santa Fe fueron 17. Son datos que brinda la provincia. Hasta ahora no nos pasó que haya muerto una mujer que hayamos atendido en el Teléfono Verde o hayamos seguido. No nos consta que las chicas muertas en Rosario hayan pasado por nuestro dispositivo. Eso no quiere decir nada, pero tiene que ver con el trabajo que hacemos con las mujeres: el darles una herramienta para que puedan enfrentar la situación y ayuda para que ellas solas puedan cortar con esa relación y rehacer sus0 vidas. No hay un perfil de la mujer maltratada sino una discriminación social; la violencia la ejercen los varones pero la sociedad en general acompaña e incluso la mujer misma acompaña esa violencia. Por ejemplo: en el caso de una niña de 14 años que fue violada por tres chicos en Tres Arroyos se había subido el video a internet y el pueblo condenó a la chica. Hay una idiosincrasia según la cual las mujeres nos debemos a determinados roles y los varones a otros. Les pasa a todas las mujeres, de todas las clases sociales, a profesionales incluso. A nosotros nos llegan los casos de las chicas más pobres. Las de mayores recursos pueden irse a la casa de una amiga, lo resuelven de otra manera o lo ocultan, porque la sociedad intenta tapar estas cosas. Pero hemos atendido a mujeres profesionales cuyo agresor también lo es. Es un cliché pensar que sólo pasa en la villa con el muchacho que tomó o se drogó. Cuando se ven los casos en la televisión de chicas quemadas o muertas, no se ve que el barrio se levante para repudiar al agresor, como sí se ve cuando hay un hecho de violencia por un robo. Pero si hay una situación que a la mujer la pone en alerta y hace que salga a denunciar es porque sabe que hay un dispositivo de la Municipalidad, la provincia o alguna ONG, o va a la Justicia si sabe que hay mecanismos para denunciar. Nosotros venimos trabajando desde el año 90 con el Teléfono Verde. No sólo se atiende llamados, sino que hay un trabajo territorial, en conjunto con los Centros de Salud, con los Crecer, con la provincia. Vamos a vecinales, hacemos talleres, tratamos de concienciar primero a las mujeres y también a los varones, si bien no tratamos con los agresores. Una manera de cambiar esto es modificar el paradigma de cómo nos relacionamos varones y mujeres en una sociedad más democrática.
—Hay casos de varones que acudan al Teléfono Verde por maltrato?
—Muy pocos. El 97 por ciento de los llamados que recibimos son de mujeres violentadas por sus parejas o ex parejas. Cuando una mujer pega es porque está desbordada o porque se está defendiendo. Cuando el varón pega, cree que tiene derecho.
—¿Cuáles son los números del Teléfono Verde?
—Hay una línea gratuita 0800-444-0420 o al 4802446, de lunes a viernes de 8 a 19.