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El terror de los campos de concentración estadounidenses

Ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, la propuesta se centra en una serie de extraños y terribles sucesos que tuvieron lugar en una comunidad norteamericana de origen japonés donde el horror se resignifica históricamente

Hace ya poco más de un año la cadena AMC (Breakind Bad, Mad Men, The Walking Dead) estrenaba la serie The Terror producida por Ridley Scott. El proyecto se presentaba como una serie de antología en la que, en cada temporada, se narrarían historias independientes relacionadas con sucesos históricos envueltos en cierto misterio. En aquel primer caso el eje se estableció en torno  a  la historia de dos barcos ingleses (el Erebus y el The Terror) que, en 1845, se aventuraron al mar para encontrar y abrir un pasaje comercial hacia China a través del Ártico. Ambos barcos desaparecieron junto a toda su tripulación. Hace muy pocos años, se encontraron restos de los navíos y se hicieron especulaciones sobre los pormenores de la tragedia de la cual nadie salió con vida. Sobre el hecho, llenando vacíos que nunca se podrán comprobar de modo fehaciente, el estadounidense Dan Simmons escribió una novela; se trata de una elucubración libre y fantástica que imagina las minucias fantasmagóricas de aquellos días (tres años en realidad) de desesperación durante los cuales los dos barcos quedaron varados en un mar sólido de hielo en medio del ártico. Un espacio profundo y espectral, absolutamente desconocido y no menos claustrofóbico y aterrador, aunque abierto e inabarcable. Era otro mundo, cuyas maravillas eran tan incomprensibles como aterradoras. Lo mas destacable del abordaje se instalaba en la idea del “terror” mismo, que en cierto sentido asumía tintes fantásticos propios del género, con una criatura mítica y monstruosa amenazando a la tripulación, pero que también era establecida en relación a otras circunstancias históricas, en este caso, las consecuencias inmediatas de la expansión colonial europea. Sí, la criatura acechaba, lo sobrenatural campeaba en la atmósfera, pero el terror mismo se desplazaba en realidad hacia las condiciones concretas generadas por el accionar colonial de estos ingleses lanzados a apropiarse del mundo. Con ese interesante abordaje del género en relación al contexto histórico, lo terrorífico no sólo recalaba en las figuras de lo sobrenatural, sino que éstas cedían el paso a la más terrenal voracidad de los colonizadores en medio de un mundo que les era radicalmente ajeno.

Horrores del colonialismo

Este mes AMC lanzó la segunda temporada, bautizada The Terror: Infamy, con otra historia (en este caso, original), otros personajes, y otro contexto, pero prometiendo e instalando poco a poco en los primeros episodios la misma estrategia de su antecesora. Aquí también lo sobrenatural abre el relato, lo aterrador se pauta inmediatamente desde cierta tradición del terror japonés y sus fantasmas para prometernos ciertas líneas de desarrollo, pero inmediatamente el centro se desplaza y el relato nos sumerge en una situación histórica poco abordada en el cine y la televisión: las detenciones de las comunidades japonesas y los campos de concentración administrados en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial tras el incidente de Pearl Harbour. Nuevamente, el terror sobrevuela en las formas de lo inexplicable, pero su verdadera naturaleza se revela en una barbarie plenamente mundana. Los horrores del colonialismo y del imperialismo parecen ir pautando (tímida pero visiblemente) el trasfondo de esta antología.

Dos encierros, dos horrores

El relato se inicia poco antes del ataque japonés a la base de Pearl Harbor, en una comunidad japonesa de pescadores radicados en EE.UU. Tras dicho suceso, los japoneses que viven en suelo americano pasan a ser posibles espías o lisa y llanamente enemigos. Franklin D. Roosevelt firma una orden ejecutiva que autoriza a la detención y el internamiento  de americanos japoneses en campos de concentración. La orden es llevada a la práctica con premura. Pocas veces ha sido abordado este ríspido tema que ubica a los campos de concentración en la misma norteamérica. Se puede recordar la película de Alan Parker, Bienvenidos al Paraíso, y un brillante documental autobiográfico, lamentablemente poco conocido, llamado Who’s Going to Pay for These Donuts, Anyway?, de la artista japonesa norteamericana Janica Tanaka. De ahí que resulta ya, desde el inicio, una decisión destacable de la serie continuar por este camino y en este contexto, realizando incluso una suerte de inversión en el despliegue del horror. Ya no se trata de aquellos marineros aventurados en la inmensidad de un territorio extraño, sino de estos pescadores convertidos en extraños en su propia casa. De la aterradora inmensidad del Ártico a la infame reclusión en los campos, dos encierros y dos horrores.

Violento espíritu antijaponés

El centro del relato es Chester, hijo de japoneses que habitan en una comunidad de la costa oeste norteamericana. Con conflictos personales en curso, como su choque con la tradición familiar y el embarazo de su novia mexicana, Chester junto a todo su entorno se ve arrastrado por los escandalosos acontecimientos desatados en tierras norteamericanas. Con tal suceso no sólo se desata en EE.UU un violento espíritu antijaponés, sino que además otro espíritu, en este caso japonés, comienza a desplegar los efectos de una maldición inexplicable en torno a Chester provocando muertes atroces. El horror se desata entonces por partida doble, y la serie los pone en juego de forma efectiva, sin dejar jamás que el terror de lo fantasmal diluya a los horrores de la discriminación y el autoritarismo norteamericanos. Ese es el punto de equilibrio sobre el cual se apoya sólidamente The Terror: Infamy, las logradas articulaciones entre lo sobrenatural y el hecho histórico, y el eficaz modo en que se enlazan sin producir fricciones innecesarias.  Lo a esta altura tan remanido de los fantasmas explotados por la corriente de terror japonés, adquiere nuevos tintes en el misterio que supone el porqué de su manifestación en medio de tales acontecimientos.

The Terror: Infamy se centra exclusivamente en el punto de vista de la comunidad japonesa, entre conflictos familiares y peripecias persecutorias o carcelarias, y desde allí observa con asombro y horror el modo en que lo inexplicable finalmente ocurre a la vista de todos. Los violentos espíritus patrióticos y los vengativos espíritus ancestrales se desatan al unísono y el mundo de estos japoneses americanos se hace trizas hasta reducirse a un campo de concentración en el que la promesa de los sueños revela toda su intolerancia discriminatoria. La serie lleva emitidos pocos capítulos, pero en lo que va de ellos ha logrado establecer las coordenadas de este mundo en que el horror se resignifica históricamente. Habrá que ver cómo sigue su desarrollo, pero en lo ya planteado, y con su antecedente, destaca con cierta originalidad y rigor. Eso sí, se le podría pedir un poco más de personalidad, menos corrección y más vuelo, un poco de vitalidad que haga cuerpo en esta idea para hacerla finalmente despegar de cierto adocenamiento en el que suelen estancarse las series.

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