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El tiempo de las mujeres

La histórica lucha de las mujeres por la reivindicación y conquista de sus derechos encuentra en la actualidad un punto de inflexión

Marcelo Trucco

La histórica lucha de las mujeres por la reivindicación y conquista de sus derechos encuentra en la actualidad un punto de inflexión. El ideal de universalidad basado en la igualdad de todas las personas sin ningún tipo de distinción con que intentó edificarse el derecho internacional de los Derechos Humanos de mediados del siglo XX no pudo concretarse en la práctica, resultando muy difícil abandonar siglos de visiones estereotipadas que impidieron a las mujeres lograr una igualdad real.

De todos modos, el presente muestra escenarios distintos. Como nunca antes en nuestro país y en varias partes del mundo el movimiento de mujeres ha crecido, dejando atrás a esas primeras luchas que daban algunos grupos en solitario, para instalar definitivamente la convicción de que la inclusión, la igualdad real en el acceso a derechos y la no discriminación deben ser principios asumidos y defendidos por los Estados y la sociedad en su conjunto. En este camino, donde se han obtenido numerosas conquistas, resulta admirable la persistencia en el reclamo y en la lucha cotidiana de cientos de miles de mujeres, que en las calles, en las plazas, en organizaciones civiles, en los barrios, en las universidades, de todas las edades, han alzado su voz demandando el justo reconocimiento de sus derechos. Es de resaltar la gran capacidad organizativa que ha tenido el colectivo de mujeres, demostrando una gran madurez, logrando construir a partir de las coincidencias, pudiendo dejar de lado posibles diferencias y demostrando que ha llegado para quedarse.

Las mujeres nos han enseñado y marcado con firmeza que algunas cuestiones y conductas antes “naturalizadas” y toleradas, deben desterrarse definitivamente. Nos han marcado que no podemos hablar de una ciudadanía respetuosa de los Derechos Humanos si no entendemos a los principios de igualdad y no discriminación como base de una sociedad justa. Han logrado instalar que ya no se trata de “cosas de mujeres”, sino que la perspectiva de género debe ser inexorablemente el lente a través del cual se miren nuestras conductas cotidianas y se evalúen las políticas públicas. En este camino, la lucha de las mujeres nos interpela como sociedad a desterrar los estereotipos instalados, a repensar las estructuras de poder que históricamente  han buscado oprimirlas como sujeto de derechos, y han reducido su ámbito de acción a determinadas tareas o actividades.

Sin embargo, pese a todo el camino recorrido, la igualdad real de oportunidades aún es una deuda pendiente. En el ámbito laboral, las mujeres se encuentran con múltiples barreras para el acceso y desarrollo de sus carreras, como una manifestación más de violencia simbólica, entre las que podemos distinguir como más frecuentes, que aún siguen percibiendo salarios inferiores que los hombres y son quienes ocupan en mayor proporción las áreas informales y no registradas. Esta diferencia se acrecienta aún más si al hecho de ser mujer se le suman otras condiciones como ser migrante, de zonas rurales, perteneciente a un grupo originario, para mencionar sólo algunas. Asimismo, cuando hablamos de mujeres que han podido acceder a los más altos grados de la educación formal, muy pocas logran acceder a puestos jerárquicos, encontrándose con el famoso “techo de cristal”.

En el ámbito político, si bien la mujer ha conquistado espacios de poder a fuerza de lucha y participación, no podemos negar que la mayoría de estos siguen siendo ocupados por hombres; para muestra sirve un botón: de 11 ministerios que cuenta hoy el Poder Ejecutivo Nacional, sólo dos son comandados por mujeres (18%). A nivel provincial la situación mejora; de 14 ministerios, en 5 de ellos su autoridad máxima son mujeres (36%), siendo así uno de los gobiernos provinciales con mayor cantidad de mujeres como protagonistas. A su vez, la actual gestión cuenta con una Subsecretaría de Políticas de Género, organismo que si bien existía, se ha visto jerarquizado durante la actual gestión del gobierno provincial, demostrando en acciones concretas el interés de este gobierno en lograr una provincia más igualitaria y equitativa.

Por otra parte, un punto alarmante es la persistente y creciente ola de violencia contra las mujeres en sus diversas expresiones, de la que hemos sido testigo en nuestro país en el corto transcurrir de este 2019. Esto debe exhortamos necesariamente como sociedad. No podemos tolerar impasibles nuevas olas de femicidios, ni de violencia en ninguna de sus expresiones.

En el desafío de hacer nacer una nueva cultura donde las mujeres finalmente puedan llevar adelante proyectos de vida libres de toda forma de violencia, debe estar presente el esfuerzo de la sociedad en su conjunto. Para ello es fundamental la continuidad y profundización desde el Estado de políticas públicas que garanticen la igualdad real, con normas jurídicas y decisiones judiciales que asuman la perspectiva de género.

Que este nuevo 8 de marzo sirva para reafirmar los compromisos. Las mujeres han asumido un rol protagónico, que debe ser acompañado por la sociedad toda sin ser obstaculizado, para defender los derechos conquistados y dar la lucha por aquellos que faltan conquistar.

Corren renovados tiempos. Es ahora. El presente y el futuro es feminista. Es el tiempo de las mujeres. Nuevos tiempos, tan necesarios, tan justos.

Secretario de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe

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