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El tigre puede ser en pocos años sólo un recuerdo

El tigre, gran felino en peligro de extinción, puede ser salvado, pero las medidas necesarias para su supervivencia se topan con dos escollos: la deforestación y el mercado negro, dijeron expertos reunidos en Washington.

El tigre, gran felino en peligro de extinción, puede ser salvado, pero las medidas necesarias para su supervivencia se topan con dos escollos: la deforestación y el mercado negro, dijeron expertos reunidos en Washington.

A principios del siglo XX, quedaban todavía 100.000 ejemplares repartidos por el continente asiático, desde la India hasta China, pasando por Rusia, pero los más optimistas cifran hoy en 3.500 los tigres salvajes.

“La población de tigres está en declive. Están amenazados por la destrucción de su hábitat y la caza furtiva”, explica Joseph Vattakaven, un especialista de los tigres de la organización ecologista WWF (World Wildlife Fund) en India.

Vattakaven y una veintena de expertos llegados de Asia se reunieron días atrás en el zoológico de Washington convocados por la organización Global Tiger Initiative, que trabaja en la preservación de la especie, para intercambiar ideas y promover medidas.

Símbolo de fuerza y ferocidad, el depredador es un animal perseguido por su piel blanca y anaranjada, con franjas negras.

Pero también por sus huesos, dientes, garras, bigotes y otros órganos utilizados en la medicina tradicional, como la sopa de pene de tigre para aumentar el desempeño sexual, que se cotizan fuertemente en el mercado negro.

En esas condiciones no es de extrañar que el animal se negocie en el mercado negro a “50.000 dólares, incluso más”, indica Vattakaven, que destaca que los compradores se encuentran prioritariamente en China.

Para luchar contra la caza furtiva “todo el mundo debe implicarse”: tanto las autoridades gubernamentales como las poblaciones locales que viven cerca de los hábitats del felino, estimó.

Una de las ideas expuestas consiste en la creación de patrullas especializadas con amplia experiencia en el furtivismo, capaces de disuadir a los cazadores pero también de detenerlos en el caso contrario, explica Somphot Duangchantrasiri, un responsable de la conservación de los tigres en Tailandia, donde estas patrullas ya existen.

“Son pequeños grupos armados. Su sola presencia a menudo basta para asustar a los furtivos. Pero es peligroso porque los de enfrente también van armados. Existieron tiroteos y muertos”, detalla.

La extensión de los territorios también dificulta los controles.

En Rusia, “el problema es que se tienen todas esas zonas inmensas y que teóricamente se deben de controlar todos los vehículos. Es virtualmente imposible”, lamenta Vladimir Istomine, responsable de una agencia gubernamental rusa encargada de proteger la fauna.

Aunque la “prioridad número uno” sigue siendo la caza furtiva, según Global Tiger Initiative la destrucción del hábitat del tigre resultante de la expansión de sociedades humanas viene inmediatamente después.

Acorralados en tierras parceladas, a los tigres les cuesta encontrar presas y se reproducen con mayor dificultad.

La solución pasaría por la creación de corredores protegidos entre los distintos lugares donde viven los felinos para permitirles evolucionar sin temor al hombre y sin que el hombre tenga que temerlos.

Pero según los expertos, el desafío también es político: hay que convencer a los gobiernos a los que les concierne de inscribir la salvaguarda de los tigres en su agenda.

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