El tsunami provocado por un potente terremoto este viernes en Japón que dejó centenares de muertos, llegó a la costa de América Latina por México con olas inferiores a un metro y sin dejar daños o víctimas.
El tsunami alcanzó México poco después de las 17.30 con olas de entre 20 y 70 centímetros que representaban un «peligro moderado», informó la secretaría de Marina de México.
«Se ha registrado una altura máxima (del oleaje) de 70 centímetros en Ensenada y de 20 en Los Cabos (noroeste). En Mazatlán, Manzanillo (oeste) y Acapulco (sur), nada alarmante para la población costera», dijo José Luis Vergara, vocero de la secretaría de Marina.
Estos «reportes muy leves de cambios en la altura del mar no generan preocupación alguna», añadió Vergara, al subrayar sin embargo que las autoridades han decidido mantenerse en alerta.
Como resultado del alerta, los puertos del Pacífico se mantienen cerrados a la navegación para embarcaciones pequeñas y se desalojaron a los habitantes de las viviendas más vulnerables.
Tras México, los países centroamericanos y luego los sudamericanos se aprestan a recibir el tsunami. El último punto que debe tocar es Puerto Williams, en el extremo sur de Chile, adonde debe llegar después de las 9 del sábado. Por lo tanto en el vecino país continúan en alerta.
En Centroamérica había confianza de que las olas que cruzaban el Pacífico llegaran debilitadas a sus costas. «Las olas que se esperan lleguen a Panamá no superarán los 20 centímetros de altura», dijo Eduardo Camacho, director del Instituto de Geociencias de la Universidad de Panamá.
«Puede ser que la ola venga con medio metro nada más», dijo en Managua el jefe de la Defensa Civil de Nicaragua, general Mario Perezcassar.
La Comisión Nacional de Emergencias de Costa Rica expresó que «los organismos científico-técnicos descartan efectos importantes en las costas costarricenses a raíz del tsunami».
En tanto las autoridades colombianas monitorean el oleaje en el Pacífico sin ordenar de momento evacuaciones en sus costas. «Según cálculos de la Dirección Marítima, tendríamos frente a nuestras costas un oleaje de entre 50 y 70 centímetros de altura, lo que podría no implicar mayores problemas», dijo Luz Amanda Pulido de la dirección de Atención y Prevención de Desastres.
En Ecuador el presidente Rafael Correa declaró inicialmente el estado de excepción hasta por 60 días «ante la amenaza inminente de tsunami que podría producirse en todo el cordón costanero y en la provincia (insular) de Galápagos».
Sin embargo, en horas de la tarde el propio Correa señaló que los efectos en Ecuador del tsunami serían los de una «simple marejada».
«Al principio había una gran incertidumbre, ahora diría que la mayor probabilidad es que sea tan solo una marejada el efecto de ese terrible sismo en Japón», dijo el mandatario.
Correa expresó que si a las 20 locales se ve «que no pasó nada, esta misma noche será levantado el estado de excepción».
En Perú, el presidente Alan García llamó a la calma y dijo que si llega la ola a Perú «no será de grandes dimensiones, no hay peligro enorme». Lima, única capital sudamericana sobre el Pacífico, se prepara con medidas como cerrar la ruta oceánica, que atraviesa la ciudad al borde del océano.
Chile lanzó una alerta preventiva de tsunami sobre todas sus costas, pero el propio presidente del país, Sebastián Piñera, llamó a los alumnos a ir a clases y a los adultos a asistir a sus trabajos de manera normal.
En la Isla de Pascua, 3.500 kilómetros del litoral, se realizó una evacuación preventiva de sus cuatro mil habitantes que fue ampliada a todas las zonas costeras potencialmente inundables del borde costero chileno.
«Nuestro gobierno quiere comunicar la decisión que se proceda a la evacuación de toda la población que habita en las zonas inundables definidas», comunicó el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.
A fines de febrero de 2010, un sismo y un tsunami afectaron el centro-sur de Chile, dejando 555 muertos o desaparecidos.
Antes de llegar a Latinoamérica, el tsunami alcanzó las costas estadounidenses del Pacífico. En Malibú, California, los surfistas salieron a aprovechar las olas, que alcanzaron los dos metros y medio en puntos de la costa estadounidense.
«Queríamos poder decir que estuvimos en un tusnami», explicó Julie Gandolfo, una niñera y disc jockey que pasó dos horas haciendo surf y pudo cabalgar hasta diez olas con su tabla.
El tsunami que recorre el océano Pacífico es el resultado del terremoto de del magnitud 8,9 que asoló Japón este viernes, el peor de su historia, matando al menos a 350 personas. La escasa profundidad del epicentro -24,4 kilómetros de profundidad- propició la formación del tsunami.