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El valor de educar como luchadores

"En valores se educa a través del ejemplo. En casa, en la escuela, barrio o club".

En el contexto de la celebración del Día del Maestro, los reclamos gremiales que veníamos formulando y, en definitiva, por esas cosas que el destino o el trabajo nos ponen enfrente, conocí en un programa de televisión a Celia Haiek. Ella vestía con su guardapolvo docente y hablaba de la terrible frustración e impotencia que generaba la (¿posible?) prescripción de la causa Pira y toda la impunidad que rodea el caso.

Celia –de profesión maestra– será por siempre la hermana de Celeste, una de las víctimas de la causa Pira.

Las crónicas dicen que “Pira tenía 21 años cuando la madrugada del 2 de marzo de 1997 embistió a María Celeste Haiek y Daniela Caruso cuando las chicas cruzaban Salta y Oroño. La primera tenía 22 años y la segunda 16. Las chicas eran cuñadas porque Daniela estaba de novia con el hermano menor de Celeste. El golpe del Ford Galaxy que Pira conducía a más de 100 kilómetros por hora mató en el acto a Celeste, quien quedó tirada en la esquina. Su amiga fue literalmente transportada sobre el capó hasta Salta y Balcarce. Allí, Pira detuvo la marcha en forma brusca y la chica cayó al pavimento. Ante eso, en lugar de detenerse avanzó velozmente y la aplastó.”

La historia posterior es por demás conocida. La Justicia fue lenta y dejo de ser Justicia. Pira tuvo todas las posibilidades posibles para escapar tanto en la Argentina como en el exterior. Y las aprovechó. Continúa fugado, esperando que la causa prescriba para completar de esa manera su vergonzosa tropelía.

“No lo voy atacar, nunca lo haría. Yo siempre peleé con la palabra como lo hacía mi mamá…”, dijo Celia hace algunos años. Y efectivamente cumplió. Continúa reclamando justicia con convicción y ejemplo.

También por estos días recordaba a María del Carmen –docente de escuela privada– que durante más de 30 años buscó a su papá Santos Hilario Ramallo, desaparecido en la última dictadura cívico militar. “Cada vez que me enteraba que identificaban los restos de alguna compañera o compañero, sentía que era mi papá y era una forma de reencontrarme con él. Era consciente que podía estar muerto pero lo busqué vivo y no me arrepiento, más allá de que algunos pensaron que me estaba volviendo loca”. Nunca bajó los brazos. Finalmente, el 30 de julio de 2012 el Equipo Argentino de Antropología Forense le confirmó que habían identificado los restos de su padre. Hoy su búsqueda personal ha cesado. Seguramente no habrán terminado sus deseos y militancia por memoria, verdad y justicia.

Violencia y educación

Celia y María del Carmen. Luchadoras. Maestras. Ejemplos.

Muchas veces vemos cómo en medio de notas de violencia, robos o narcotráfico hay quien expone que parte de la solución a estos problemas pasa por una cuestión de “educación” y, para ser más específicos, de “educación en valores”. Quizás, en esta sociedad en la que todo se mediatiza y la información, aunque anárquica y fragmentaria, está al alcance de la mano existan muchos que piensen que “educar” en valores es “instruir sobre valores”. O lo que es lo mismo: hablar, sólo hablar.

En valores se educa a través del ejemplo. En casa, en la escuela, en el barrio o en el club. Se educa a través de la acción concreta destinada a un resultado tangible que tenga que ver con el bien común.

Se educa en valores cuando se lucha contra la injusticia o el olvido como lo hacen Celia y María del Carmen. Pero también como lo hacen decenas de miles de docentes a lo largo y a lo ancho de la Argentina formando, conteniendo e incluyendo en una escuela que padece los achaques, o hasta las críticas surgidas a partir de las pruebas Pisa (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, por sus siglas en inglés).

Desde mi humilde lugar, estoy plenamente convencido de que no se puede transmitir un mejor valor que el estar dispuesto a entregar lo propio a favor del bienestar colectivo. Y el trabajo docente es esencialmente eso: entrega a favor de los demás.

Es por eso que en este Día del Maestro renovamos el reconocimiento a una tarea noble, comprometida y militante como la que realizan los docentes: trabajadores cotidianos de la educación argentina y luchadores comprometidos con la aspiración de alcanzar una sociedad más inclusiva y equitativa. Ejemplos, al fin y al cabo, de entrega personal para formar el futuro de la patria

Porque educamos por vocación y luchamos por convicción, ¡Feliz día del maestro!

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