“¿Estás listo para este viaje?”: Con estas palabras comienza promocionándose la propuesta artística y de autodescubrimiento denominada El viaje de la Kundalini que el domingo regresará a Rosario. Se difunde como “un viaje sensoperceptivo a través de los sonidos, aromas y texturas” y, en resumidas cuentas, se trata de una experiencia que integra varias artes holísticas como sonoterapia, meditación, yoga, música, aromaterapia y reiki, que busca el autodescubrimiento de cada persona.
Al comando de esa nave se encuentra Pablo Robles, creador de la propuesta, instructor de la disciplina kundalini yoga pero además un músico que recientemente visitó la ciudad como parte de la banda de Gustavo Santaolalla con la que realizó varias giras nacionales.
“Es un viaje muy profundo. Si bien vamos todos en la misma nave, es muy particular lo que cada uno siente según el estado de conciencia y el estado emocional que tiene”, describió Robles, el creador de la propuesta, sobre la actividad que lleva una década moviéndose por el mundo.
Cada presentación es distinta a la anterior; nunca se repite porque trabaja con el presente, con el aquí y ahora, con el instante y las necesidades colectivas. “Siempre la obra se resignifica, cambia el repertorio musical, los mensajes y el equipo que me acompaña”, dijo el creador del proyecto a El Ciudadano. Y contó que es una obra que está abierta a la “transformación y a generar algo nuevo”. Es por eso que “la obra no tiene tiempos marcados”, continuó y ejemplificó: “A veces un chakra requiere más trabajo que otro”.
Agudizar todos los sentidos
Al llegar al teatro, a los asistentes se les invita a colocarse un antifaz lo que agudiza otros sentidos. Allí, desde el ingreso a la sala, comienza un viaje interior muy profundo, conducido por sonidos de alta resonancia que se utilizan para terapias. Además, para conducir a ese estado que permita transitar ese viaje se utilizan frecuencias solfeggio, cuencos de cuarzo, cuencos tibetanos, didjeridoos, tambores, zakuhachis, flautas nativas, cantos armónicos, sonidos y esencias naturales, mantras, canciones, reiki y canalización de energía.
Según Robles, con esta experiencia, la mayoría de las personas se redescubren: “Se encuentran, tienen revelaciones de sí mismo y se dan cuenta de la bendición de estar vivos. La mayoría agradece porque no se espera que, lo que parece un espectáculo, la lleve a darse cuenta de estas cosas”.
Acomodarse para el viaje
“Primero preparamos la mente y el cuerpo para luego cerrar los ojos y adentrarnos a sentir las vibraciones de la música, el sonido, la energía, los aromas y otros estímulos con los oídos, con el cuerpo, con todo el Ser a través de un viaje sonoro-musical meditativo en espiral ascendente guiado por las vibraciones de los siete chakras principales”, explicaron los organizadores en una gacetilla.
¿Existe algo como una meta donde llegar durante la obra? Para su creador, la búsqueda es que la mayoría de la gente “pueda entrar en el estado de conciencia ampliada y en el estado de meditación que es estar presente. Esa es la meta de este trabajo. Es el silencio. Es volver al silencio”
Y consultado sobre cómo es ese silencio dijo: “No es un silencio auditivo sino mental y emocional, más profundo. Porque el silencio es la música total. Allí están todas las frecuencias y todas las respuestas que provienen de adentro”.
En ese sentido, Robles definió a su propuesta como “un arte del ser”. Y sobre ella destacó que es un arte “que no busca el aplauso o el reconocimiento de afuera sino que busca transformar para que la persona encuentre su propio artista, su propio brillo”.
El encuentro con Santaolalla
Hace algunas semanas el consagrado músico, productor y compositor Gustavo Santaolalla visitó Rosario para recorrer gran parte de su trayectoria desde Arco Iris, su primera banda hasta Bajofondo. Cuando el telón aún no se había corrido, varias personas con túnicas blancas ingresaron a la sala, se sentaron en el suelo y comenzaron a manipular cuencos de cuarzo con los que llenaron el recinto del Parque de España de energía, sutilezas sonoras y colores. Al frente de ese ensamble estaba Pablo Robles.
La génesis de esta colaboración con el ganador del Oscar que ya lo tuvo tocando en el Teatro Colón, comenzó hace un año en Jujuy, en un recital llevado a cabo en el marco del Festival Internacional de Arte Sustentable “Corazón Andino” realizado en una zona por donde pasa la línea imaginaria del Trópico de Capricornio.
“Fue un concierto que comenzó a las 4 de la mañana y se extendió hasta las 11 en un lugar llamado Huacalera, un escenario montado en el medio de la naturaleza”, recordó Robles quien contó que el equipo de Santaolalla dio con él cuando estaban buscando incorporar cuencos a este recital.
“Tuvimos una conexión de humanidad muy grande más allá de la idea espiritual. Fui a Jujuy, armamos una orquesta y tocamos. Ahí se formó algo que perdura hasta hoy”, contó el músico e instructor de yoga al tiempo que resaltó: “Creo que la misión de Gustavo está muy conectada con la mía: esto de abrir consciencias. Sus mensajes en las letras son fabulosos. Hay mucha resonancia en nuestros propósitos”.
Para agendar:
El viaje de la Kundalini tendrá lugar el domingo, a las 17.45, en el teatro de Plataforma Lavardén de Sarmiento y Mendoza donde ya se pueden adquirir las entradas