Por Javier Borelli/Tiempo Argentino
Uno de cada tres casos nuevos de coronavirus detectados en el país en la última semana se da en barrios populares y asentamientos de la ciudad de Buenos Aires. Mientras que siete provincias acumulan más de dos semanas sin registrar infecciones y otras dos nunca tuvieron casos, los datos del Ministerio de Salud de la Nación marcan que en la Capital, el tiempo de duplicación de contagios se redujo a diez días, y en la Comuna 7, donde se encuentra el barrio Padre Ricciardelli (villa 1-11-14), el indicador se achicó hasta 5,2 días.
El virus se expande en la población con más derechos vulnerados y es inclemente al penetrar en geriátricos, adonde la tasa de letalidad alcanza el 30% de los infectados y multiplica por siete el promedio nacional. La pandemia expone así las deudas del sistema político y las desigualdades profundizadas en los últimos años.
De reversa
Claro que la General Paz no frena al virus. Avanzando radialmente desde la Capital uno se encuentra que en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) el tiempo de duplicación es de 14,09 días, y si se toma sólo la Provincia de Buenos Aires, 21,9.
La curva de los barrios populares
El 20 de abril se conoció el primer caso de Covid-19 en un barrio popular de CABA. Fue en el Padre Ricciardelli. Ayer eran 267 los casos confirmados allí. Pero el virus ya se extendió por otros 12 barrios populares de la Ciudad infectando a 1088 personas. Desde el lunes, los contagios de estos barrios representan más de la mitad de los diagnosticados en CABA y un tercio de todo el país.
El gobierno porteño reconoce que 235 mil personas viven en “villas y asentamientos” y, según los datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos de diciembre de 2019, un 27% de sus hogares tiene Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Adicionalmente, el 11% no tiene cloaca y el 12% sufre hacinamiento crítico (más de tres personas por cuarto), dos condiciones que impiden cumplir con las condiciones de aislamiento necesarias.
Las organizaciones sociales citan estas cifras para señalar que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta conocía el riesgo en que vivían y que no actuó a tiempo. El caso paradigmático es el del Barrio 31, que ayer alcanzó los 764 casos positivos y cuya curva se disparó mientras los vecinos reclamaban por la falta de agua potable.
Allí también intervino por primera vez el programa DETeCTAr, una iniciativa conjunta entre el Ministerio de Salud de la Nación y el de CABA, para identificar casos sospechosos entre los contactos estrechos de las personas contagiadas. Ese rol activo de búsqueda derivó en más testeos, que reflejaron un 60% de positividad, cuando la media nacional está debajo del 9 por ciento. El programa siguió en el Padre Ricciardelli y el lunes continuará en el Barrio 21-24.
En la Provincia, la incidencia de la pobreza es mayor. Un 40% de sus habitantes se encuentra en esa situación según el informe del Indec del segundo semestre de 2019. Durante los últimos dos años de gobierno de María Eugenia Vidal, esa cifra aumentó en 11 puntos porcentuales. Sin embargo, la expansión del contagio parece menor. Hasta el viernes, el Ministerio de Salud bonaerense contaba sólo 170 casos en sus 1800 barrios populares, lo que representaba un 7% de los casos de la Provincia. “Por ahora detectamos casos aislados, pero la apertura masiva de CABA es preocupante por la circulación de gente que hay”, explica Leticia Ceriani, subsecretaria de Gestión de la Información de la cartera sanitaria provincial.
Conociendo el potencial de riesgo, la Provincia también comenzó la semana pasada el plan DETeCTAr en barrios de cinco municipios. Allí intervienen responsables de Nación, Provincia y las respectivas intendencias. Pero suman además a las organizaciones sociales. “Ellos son informantes clave. Conocen el territorio y pueden detectar y generar alertas rápidamente”, explica Noelia López, directora provincial de Salud Comunitaria.
Los geriátricos
Si bien la mayor cantidad de personas contagiadas en la Argentina se encuentra en torno a los 40 años, las víctimas promedian 76. Hasta el día de ayer, el 85% de los fallecimientos con diagnóstico de Covid-19 eran de mayores de 60 años. Por la capacidad de contagio y la tasa de letalidad en esa población, era sabido que los geriátricos podían transformarse en trampas mortales.
Sin embargo, cuando a mediados de abril se conocieron los contagios de la residencia Apart Inca, en Belgrano, el gobierno porteño recién había inspeccionado la mitad de los 482 geriátricos habilitados, adonde habitan unos 20 mil adultos mayores. Al viernes 15 de mayo, eran 22 las residencias en las que se detectaron un total de 170 casos. 43 personas murieron, lo que representa un 30% de los decesos por Covid-19 en la Capital.
Consultados por Tiempo, desde el Ministerio de Salud porteño señalaron que ya se concluyó la revisión de todos los geriátricos y se capacitó a sus empleados. Además aseguraron que “en los próximos días comenzarán los testeos sistemáticos y periódicos para los trabajadores de geriátricos”.
En la Provincia la situación también parece más controlada en cuanto al número de casos. Según el Ministerio de Salud bonaerense, hasta el 15 de mayo sólo en 12 de los 3000 geriátricos se informaron contagios. Fueron unas 51 personas infectadas, de las que fallecieron 16, lo que marca una tasa de letalidad del 31 por ciento. Pero allí el dilema es la irregularidad: casi dos de cada tres geriátricos no están habilitados. Igual que en Capital, en los próximos días comenzará una serie estudios muestrales para tratar de evitar la extensión de los contagios (ver aparte).
El desafío de la política
Según las últimas cifras del Indec, entre la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires vive el 45% de los argentinos y el 54% de los pobres. La densidad poblacional y las condiciones de vida deficitarias favorecieron que entre los dos distritos hoy tengan siete de cada diez infectados por coronavirus en todo el país y el 83% de los muertos. Pero lo más preocupante es la tendencia. Mientras que las infecciones nacionales crecieron un 33% en la última semana (de 5611 el sábado pasado a 7479 ayer), en la Capital el aumento fue de casi el doble (65%, de 1713 a 2833). Y gran parte fue arrastrada por la situación en los barrios vulnerables porteños, que por sí solos tuvieron tantos contagios como toda la Provincia. Nunca antes las deudas estructurales quedaron tan expuestas. Nunca tampoco el Estado contó con tanta legitimidad para corregirlas. De los dirigentes dependerá estar a la altura del desafío.
Emergencia sanitaria para los geriátricos provinciales
“Cuando llegamos nos encontramos con 1933 geriátricos que no tenían habilitación. Algunos habían dejado el trámite a mitad de camino y otros estaban en condiciones insalubres. Comenzamos un plan para inspeccionar pero nos agarró la pandemia. Y en este marco, el cierre masivo es contraproducente. Así que ahora el gobernador presentó un proyecto de ley para declarar la emergencia sanitaria en los establecimientos geriátricos y permitir la generación de habilitaciones provisorias para aquellos lugares que cumplan con las condiciones sanitarias”, explica a Tiempo Leticia Ceriani, subsecretaria de Gestión de la Información del Ministerio de Salud provincial.
El proyecto, presentado el 11 de mayo, tiene media sanción y establece criterios sobre la capacidad ocupacional, la higiene necesaria, la cantidad de empleados y las normas de seguridad, y exige la existencia de protocolos validados para Covid-19.
Adicionalmente, esta semana harán una prueba piloto para pasar a una etapa de “vigilancia activa” por coronavirus, como define Ceriani. Elegirán cuatro instituciones donde tomarán muestras a 20 adultos mayores y seis empleados por geriátrico, definidos azarosamente. “Sabemos que por ser instituciones cerradas o semicerradas hay mucho contagio y que, por la población, cuando el virus entra, tiene más chances de ser letal”, detalla.