“La crisis del Covid-19 impactó en forma directa en el entramado productivo y el mercado laboral argentino. El empleo asalariado privado registrado, que ya estaba en retroceso antes de la pandemia, aceleró su caída en abril con una pérdida mensual de 128 mil puestos de trabajo (-2,2% mensual) y una pérdida anual de 322 mil (-5,3% interanual). El dato se suma a la caída de marzo y son 174 mil los puestos perdidos desde el comienzo de la pandemia. Pero si además se tiene en cuenta a todo el empleo registrado (público, casas particulares e independientes), la caída fue de 186 mil puestos en el mes y 364 mil en comparación con abril de 2019 (-3% interanual)”, resume un informe de la Unión Industrial Argentina. Se trata del Informe de Indicadores Laborales de la Industria, que elabora regularmente el Centro de Estudios de la UIA en base a cifras oficiales del Indec y datos propios de sus asociados. El trabajo corresponde a lo que ocurría en abril, el mes de cuarentena más estricta frente a la pandemia de coronavirus, y la primera conclusión no deja lugar a dudas “derrumbe generalizado”.
“El derrumbe generalizado del trabajo registrado en abril está en línea con el freno en la actividad económica, con una caída del 26,4% interanual, según el indicador Emae” (Estimador mensual de actividad económica) del Indec, relevó el instituto de la UIA.
“Por sector, todas las actividades registraron caídas mensuales”, dice el relevamiento de datos de la UIA. Y puntualiza que las mayores se observaron en actividades como construcción (11,1%, lo que equivale a 41 mil puestos de trabajo menos) y hoteles y restaurantes (7,7%; 20 mil puestos menos) cadenas que se vieron plenamente alcanzadas por las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio durante el mes y en todo el país: sólo se continuaron cumpliendo labores mínimas de limpieza y mantenimiento, y la atención –a escala ínfima– de pasajeros alcanzados por la cuarentena obligatoria fuera de sus lugares de redicencia, y que se aprestaron a cumplir el período en sus lugares de alojamiento.
En tanto, en la industria, el relevamiento da cuenta de que la caída mensual “fue significativamente menor”, a pesar del parate: 0, 9%, “lo cual implicó una pérdida de 9.303 puestos de trabajo en abril pasado, respecto del mes anterior.
“El dato contrasta con la fuerte caída que registró la producción industrial, de 17,1 % mensual y 30,6% interanual”, recoge la UIA, siempre en base a cifras oficiales. “Esta contracción del empleo se encuentra amortiguada por el acuerdo entre el sector empleador y los sindicatos (acuerdo UIA-CGT), el ATP (programa de Asistencia al Trabajo y la Producción), la prohibición de los despidos y la doble indemnización”, resume la entidad. Dicho de otro modo, la UIA le da crédito a las medidas oficiales en defensa del empleo, ya que infiere un derrape sideralmente mayor si no se hubieran aplicado. Pero de igual modo advierte que la batería de decretos también incide en el funcionamiento interno de las empresas, “y dificultarán la generación de nuevos puestos de trabajo, retrasando la recuperación” cuando se levante la emergencia sanitaria.
Sobre el punto insiste: “La posibilidad de pensar una recuperación cuando la pandemia esté más controlada va a depender en gran medida de cómo logre transitar estos meses el entramado productivo”. Y en esa línea advierte: “Es importante pensar esquemas alternativos que puedan brindar protección social sin comprometer la sostenibilidad de la industria”.
La declaración tiene indudable destino: no sólo el gobierno nacional, sino también los sindicatos, que en muchos sectores vienen elevando el reclamo de reapertura de paritarias para remontar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
También hace referencia al trabajo irregular, que se disimulaba en el entramado productivo y que fue puesto en evidencia, sector por sector y casi hasta con nombre y apellido, con la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia, que reciben cerca de 9 millones de argentinos. El tema será una de las piedras angulares de la apertura pospandemia, ya que también estuvieron obligadas a “sincerar” sus números las empresas afectadas por la cuarentena obligatoria que buscaron acceder al ATP.
Según da cuenta el trabajo, en marzo pasado la cantidad de empresas industriales que realiza aportes al Sipa (Sistema Integrado Previsional Argentino), esto es, el indicador de empleo en blanco, “se contrajo un 6% anual, es decir que 3.129 empresas dejaron de hacer aportes en la parálisis por Covid-19. “Si bien los datos de desocupación del primer trimestre de 2020 no captan del todo el panorama, con una tasa de desocupación del 10,4%, similar a la del primer trimestre de 2019, es esperable que haya un salto de hasta 5% en el segundo trimestre (seguramente amortiguado por el desaliento y salida de personas del mercado de trabajo)”, considera la UIA. Esos guarismos, ubicarían al indicador cerca de sus picos históricos, que transcurrieron en la década del 90 tras el desguace de las empresas del Estado, y tras la recesión que se inició en 1998 y desembocó en la fenomenal crisis de la caída de la convertibilidad.
En esa línea, la UIA advierte que se agravará la informalidad, “que en el primer trimestre se ubicó en 35,8% y aumentó casi un punto en el último año”, como consecuencia directa del achicamiento del mercado interno que determinaron las políticas del gobierno de Mauricio Macri. Ahora, agravado por un virus: “Tanto la pérdida de empleo como los cierres de empresas son fenómenos que están ocurriendo a nivel internacional . La OIT anticipa una caída en las horas trabajadas equivalente a 400 millones de empleos a tiempo completo”, estima la Unión Industrial en base a los relevamiento de la Organización Internacional del Trabajo”. A su vez, advierte que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) unos 2,7 millones de empresas “estarían en riesgo de cierre” desde México a la Patagonia: “Esto implicaría una merma de 8,5 millones de puestos de trabajo”, completa. Así, la crisis del “Gran Confinamiento”, como ya se bautizó a la pandemia y sus consecuencias, está todavía lejos de evidenciarse en toda su magnitud.
¿Ejemplo oriental?
La UIA, en su trabajo, elogia el desempeño del nuevo gobieno Blanco del Uruguay, pese a que a nivel interno arrecian los cuestionamientos. “Muchos países implementaron programas para el mantenimiento de empleo e ingresos, varios de los cuales se basaron en seguros de desempleo existentes. En Latinoamérica se destaca el caso de Uruguay, que implementó un régimen parcial de seguro de desempleo que aplica para trabajadores con suspensión parcial de sus actividades y exige menores requisitos, ya que alcanza a aquellos asalariados con 3 meses de antigüedad”, marca el trabajo de la Unión Industrial, que así da cuenta de un primer plan de pospandemia.