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Elecciones en pandemia: un desafío para el sistema democrático en su conjunto

Las principales preocupaciones de la ciudadanía son inseguridad y desempleo. En un contexto de malestar y desencanto, profundizado por el coronavirus, las fuerzas políticas no terminan de conectar con el electorado, enfrascadas en peleas internas que no le importan a nadie. Macri y CFK, en Santa Fe

A medida que avanza el calendario, cada vez se nacionaliza más la campaña electoral en la provincia de Santa Fe. Es lógico: este año, además de concejales y comisiones comunales, se elegirán nueve diputados y tres senadores nacionales que representarán a la provincia en el Congreso de la Nación. Para el futuro del gobierno de Alberto Fernández los resultados de noviembre serán vitales, de allí el creciente interés del comando central del Frente de Todos por las elecciones en Santa Fe, el tercer padrón más importante del país.

La nacionalización de la campaña es una estrategia de los dos principales espacios políticos –el Frente de Todos y Juntos por el Cambio– que tiene, entre otras metas, asegurar un escenario de polarización que aleje o excluya la posibilidad de que aparezca un tercer espacio con potencia electoral. En Santa Fe el Frente Amplio Progresista aspira a dar pelea y forzar un escenario de tercios, algo que se vio con nitidez en las elecciones provinciales de 2015 y que luego se fue diluyendo.

A dos semanas de las primarias, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio concentran la mayor atención de un electorado que, en su gran mayoría, tiene la cabeza en otra cosa. Ni los ruidosos ataques de Agustín Rossi contra el gobernador Omar Perotti en el marco de la interna peronista, ni el ping pong de acusaciones y descalificaciones mutuas entre las distintas vertientes de Juntos por el Cambio lograron, hasta ahora, ponerle clima electoral a este 2021 que se parece mucho al inolvidable 2020 de la pandemia y las restricciones.

Las últimas encuestas sostienen que las principales preocupaciones de la gente son la inseguridad –sobre todo en la ciudad de Rosario– y la desocupación. Los mismos sondeos muestran que la imagen de los oficialismos viene cayendo en picada, sobre todo en el caso del gobierno nacional. Una conocida consultora midió a mediados de agosto la evolución de los gobernantes en la ciudad de Rosario. Los resultados son claros: de agosto de 2020 a agosto de 2021 la aprobación de Alberto Fernández cayó del 60 al 39%; en el mismo período, la imagen del gobernador Perotti se mantuvo casi estática –bajó del 47 al 42%– y la del intendente Pablo Javkin pasó del 78 al 59%. La ciudadanía aprueba con mayor énfasis las gestiones locales y le carga el sayo de la crisis y las consecuencias del coronavirus casi exclusivamente al gobierno nacional.

Un mes atrás, cuando los partidos políticos aún se encontraban en pleno cierre de listas, se pudo pensar que la nacionalización de la campaña podría favorecer al Frente de Todos. Los sucesivos episodios que involucraron al presidente en las últimas semanas –empezando por la foto del cumpleaños clandestino de Fabiola Yañez en Olivos– echan por tierra aquella idea inicial. La imagen de Alberto Fernández está en el punto más bajo desde que inició su gestión, por eso se corrió de la campaña que ahora tiene a Perotti como principal referente del oficialismo en la provincia de Santa Fe.

Increíblemente, la pandemia –esa enorme anomalía que puso al mundo patas para arriba– no aparece como tópico de campaña salvo entre los candidatos oficialistas, quienes hacen hincapié en el avance de la campaña de vacunación. El resto del arco político está en otra. A la gente de a pie le inquieta la inseguridad y los efectos económicos de 18 meses de restricciones y caída sostenida de la actividad. Los precandidatos de la oposición se la pasan hablando de Cristina y del kirchnerismo en un intento infantil de dividir aguas entre buenos y malos. Los resultados del 12 de septiembre y, sobre todo, del 14 de noviembre dirán si esa estrategia fue acertada.

Final abierto

Las encuestas en territorio santafesino coinciden en un escenario de tercios en el cual prevalecen los dos grandes espacios nacionales seguidos por el Frente Progresista, que este año buscará no sólo ingresar legisladores nacionales al Congreso sino, principalmente, mostrarse como una alternativa de gobierno para 2023.

En la interna peronista, diferentes sondeos muestran a la lista de Agustín Rossi y Alejandra Rodenas algunos puntos por encima de la nómina que integra y apadrina el gobernador Perotti, con Marcelo Lewandowski y Marías de los Ángeles Sacnun como precandidatos a senadores. En las dos semanas que quedan para las Paso, el gobierno provincial deberá fortalecer la campaña para prevalecer en la interna; un eventual triunfo de Rossi –en términos de boxeo, el retador– sería un severo golpe a la gobernabilidad de Perotti, en jaque desde el primer día por la distribución de fuerzas en la Legislatura provincial y dentro del propio peronismo.

Este domingo Cristina Kirchner participará de un acto virtual organizado por la senadora Sacnun con el objetivo de apuntalar la campaña del oficialismo. Aquella foto en el Instituto Patria, donde la vicepresidenta se reunió con Lewandowski, Sacnun y Roberto Mirabella –cabeza de lista en la categoría de diputados nacionales–, se replicará ahora, en el tramo final de la campaña, mediante una actividad que será transmitida por Youtube.

La gran pregunta es si la presencia de Cristina ayudará a sumar votos para los candidatos de Perotti y cuántos; el voto kirchnerista oscilará entre las dos nóminas –Rossi es uno de los referentes históricos del sector y ha construido un espacio militante de fuerte penetración territorial– mientras que los peronistas ortodoxos y los indecisos observan con mayor simpatía a Perotti y a los dirigentes que no se encolumnaron fanáticamente con el kirchnerismo.

En espejo, se espera con expectativas la visita del ex presidente Mauricio Macri a Rosario, el martes 31, que tiene como meta ratificar su apoyo a la nómina de senadores que comparten Federico Angelini y Amalia Granata y que enfrenará en septiembre a las tres listas de la UCR lideradas por Maximiliano Pulllaro, José Corral y Carolina Losada. Las cuatro listas miden parejas en los sondeos y ninguna pudo, hasta ahora, consolidarse como la favorita para las primarias. Tal como ocurre con Cristina, la figura de Macri tiene altos niveles de adhesión, pero sobre todo de rechazo; la incógnita es si la visita del ex presidente ayudará a Angelini o funcionará como un salvavidas de plomo: otro enigma que se develará con los resultados de las Paso.

El Frente Amplio Progresista marcha tercero en las encuestas y en esa interna también se dirimirán los liderazgos para el futuro inmediato. El intendente Javkin fue a fondo con sus propios precandidatos en un desafío abierto contra el socialismo provincial. Si la coalición progresista aspira a llegar en forma competitiva a las elecciones de 2023, unos y otros deberán pactar un armisticio desde el mismo 13 de septiembre. Una potencial fractura en el sector sólo servirá para consolidar la polarización entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.

El mayor desafío

Las mismas encuestas que ponen a la seguridad, al empleo y los salarios como principales preocupaciones de la ciudadanía muestran que más de la mitad de las personas consultadas (51,2%) creen que en los próximos meses la economía estará peor que ahora; el 24% opina que estará igual y solo el 20,8% piensa que habrá una mejoría. Pesimismo masivo, caldo de cultivo para la anti política.

El contexto en que se desarrollarán las elecciones intermedias no puede ser más adverso para el gobierno y para el sistema democrático en su conjunto. Con el salario real más bajo de las últimas seis elecciones intermedias, una inflación anual del 51,8% –y del 56,4% en el rubro alimentos– y una tasa de desempleo por encima del 10%, el verdadero desafío de funcionarios y candidatos es convencer a la gente de que la política es la herramienta que puede resolver esos problemas y mejorar la calidad de vida de todas y todos, empezando por los sectores más castigados por la crisis. Un desafío que debería asumir el conjunto de la clase política y no sólo el oficialismo de turno.

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