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Elegir el dinero antes que la vida

En octubre pasado, un hombre fue asesinado durante una supuesta salidera. En principio se pensó que el homicida tenía un “mal dato”, pero la Justicia procesó al acompañante de la víctima al establecer que mintió para ocultar que llevaba mucha plata.

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El 10 de octubre del año pasado, Julio Alberto Bereciartu, de 52 años, fue asesinado en el cruce de Santa Fe y Cafferata. Manejaba una camioneta y estaba acompañado por un joven de 25 años –hijo de su jefe– cuando un desconocido se acercó a la ventanilla del conductor y la hizo estallar de un balazo. Hubo un forcejeo y una segunda detonación. El atacante corrió unos metros, subió a una moto y se fue del lugar “a las puteadas”, dijeron los testigos. En tanto, la camioneta de la víctima avanzó más de una cuadra hasta que se detuvo. Bereciartu murió horas después. Ese día, en base a las declaraciones del joven que acompañaba a la víctima, los pesquisas dijeron que el móvil de la agresión había sido “un mal dato” con el que contaban el tirador y su cómplice, que los llevó a suponer que Bereciartu –oriundo de Gualeguaychú– llevaba dinero. Ahora, el muchacho quedó procesado por el delito de “encubrimiento agravado”. Es que para el juez de Instrucción 9ª, el joven mintió en su declaración para ocultar que llevaba una fuerte suma de dinero cuyo origen no podía justificar. Además, el magistrado solicitó que el padre del muchacho preste declaración indagatoria en la causa, ante la sospecha de que pudo haber planeado junto con su hijo la estrategia para encubrir la existencia de dinero. Lo mismo pidió para el titular de la casa de cambio Rosental SA, en donde se habría realizado la transacción financiera.

Cuando Bereciartu fue asesinado, hacía ya un mes que no trabajaba para la firma Rufino Pablo Baggio, con sede en Gualeguaychú y dedicada al rubro alimenticio. El hombre, de 52 años, había prestado sus servicios para esa empresa durante casi 25 años, pero hacía un tiempo que los hermanos Baggio habían decidido separarse –al parecer tras una pelea– y él decidió seguir trabajando para uno de ellos. Justamente, para quien daba nombre a la firma: Rufino Baggio.

El 10 de octubre de 2012, Julio Bereciartu salió de su casa de Gualeguaychú a las 10, cuando lo pasaron a buscar en una Toyota Hilux que era conducida por el hijo de Rufino: Juan Pablo, de 25 años. Esa mañana, Bereciartu le dijo a su mujer que iba a viajar a Rosario. “Para mí, venir a Rosario era venir a una financiera”, dijo tiempo después la mujer de la víctima ante la Justicia. Y detalló que por lo general hacía transacciones en Rosental.

Pero, según las declaraciones del joven, su destino final no era Rosario sino Victoria, aunque a último momento habían decidido cruzar el puente para comer algo y recorrer negocios. Dijo que dejaron la camioneta en un estacionamiento de Corrientes, entre Rioja y Córdoba, pero negó haber ingresado en el edificio de la firma Rosental, que tiene un acceso por ese estacionamiento. Dijo que, como se cruzaron con una movilización, resolvieron retirarse del lugar y que en ese trayecto fueron atacados por una persona que les rompió el vidrio del auto y les pidió “algo”.

Para el juez de Instrucción de la 9ª Nominación, Javier Beltramone, es llamativo que tras el ataque Juan Pablo no se haya separado nunca del auto, y que en vez de llamar una ambulancia para auxiliar al chofer, la primera persona con la que se comunicó por teléfono fue con su padre a quien, según declaró, le pidió que llamara una ambulancia, desde Entre Ríos.

Tras la investigación, el juez Beltramone resolvió procesar a Juan Pablo Baggio por el delito de encubrimiento agravado. “Claramente el accionar de Juan Pablo importó un dolo que si bien tuvo un fin inmediato, evitar una posible investigación penal en su caso por el origen de los fondos, tuvo consecuencias necesarias en la presente investigación habiendo con su accionar entorpecido la presente investigación”, dice el escrito.

Es que para el juez, el objetivo del viaje a Rosario fue una transacción financiera en Rosental, y el asesino de Bereciartu buscaba hacerse de ese dinero. Por eso, Juan Pablo jamás se alejó del auto y lo primero que hizo fue llamar a su padre. Este es el motivo por el cual Beltramone resolvió, en el mismo fallo, que Rufino Baggio preste declaración indagatoria por este hecho, ante la sospecha de que pudo ser coautor del encubrimiento “ocultando datos esenciales que finalmente significaran encubrir el hecho investigado”, reza el fallo.

También se solicitó que preste indagatoria el responsable de Rosental, luego de una serie de inconvenientes a la hora de obtener elementos para la investigación, como los registros de las cámaras de seguridad y las listas de las personas que ingresaron.

En este sentido, el magistrado solicitó que se investiguen irregularidades en la pesquisa policial por su ineficacia al realizar las primeras actuaciones en la causa.

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