Por: Gastón Marote/ NA
Elías Calvimonte Vásquez, más conocido como «el taxista femicida» asesinó en la ciudad boliviana de Cochabamba a cuatro chicas de entre 15 y 22 años destrozándoles el cráneo con objetos contundentes.
Nacido el 23 de septiembre de 1987, este sujeto habría sufrido por parte de su madre una excesiva influencia, a tal punto que la muerte de ella lo afectó demasiado e incluso decía que muerta se le «seguía apareciendo».
Los ataques cometidos por Calvimonte Vásquez empezaron un año y medio después del deceso de su progenitora.
Estudió hasta cuarto año del colegio secundario y luego tramitó una licencia de conducir para trabajar primero como chofer de una línea de taxis privados y luego ya de manera propia mediante el alquiler de un vehículo de esas características.
Este múltiple femicida tenía como particularidad asesinar a sus víctimas desfigurándoles el rostro y destrozándoles el cráneo con piedras grandes o con pedazos de bloques de cemento de los cordones de las veredas.
La primera víctima fue Marianela Orellana de 15 años, quien apareció asesinada el 2 de agosto de 2007, tras permanecer desaparecida nueve días.
El cuerpo tenía signos de de violación, con el rostro y la cabeza destrozados. Dos menores que oficiaron de testigos vieron a la víctima irse con Calvimonte Vásquez de la feria.
El 17 de enero de 2008 apareció asesinada Jessica Vía Villavicencio, de 17 años, quien tenía múltiples puñaladas, además del rostro y la cabeza destrozados con piedras.
Los investigadores descubrieron que en este caso la adolescente era novia del múltiple homicida y cursaba un embarazo de ocho semanas.
Una amiga de ella declaró a la Fiscalía que Calvimonte Vásquez estaba celoso porque le llegaron rumores de que Jessica estaba saliendo con otra persona. El asesino mandó a la misma amiga a llamar a Jessica para aclarar ese rumor.
Los testigos la vieron subir al taxi del femicida y después apareció muerta, violada, con el rostro y el cráneo destrozados, pero también con 47 puñaladas y una inscripción en la espalda hecha con cuchillo: V.L.
Esas iniciales las habría hecho el asesino como desviar la investigación y llevarla para el lado de una pandilla de la zona.
El 21 de junio de 2008 mató a otra chica de 15 años de la misma manera, con una piedra que le destrozó la cabeza.
El padre de la víctima, que solo hablaba en dialecto quechua y era de una humilde condición económica, recibió el relato de unos niños que la vieron subir al taxi del femicida y estaba atemorizado, pero que al no tener dinero para contratar un abogado prefirió abandonar el caso.
La Policía detuvo a Calvimonte Vásquez por el homicidio de Vía Villavicencio, pero solo estuvo en porisión por cuatro meses.
El 1 de junio de 2013 fue asesinada la enfermera Verónica Arnez Salazar, de 22 años, de la misma manera: tenía el rostro desfigurado y el cráneo destrozado. La hallaron en la zona de El Frutillar, en el mismo sector donde vivía Calvimonte Vásquez.
Dos amigas de Arnez Salazar le habían presentado al asesino, a quien habían conocido como un taxista de confianza en la Feria Internacional Feicobol.
Verónica, quien tenía novio, y el femicida se hicieron amigos y él se convirtió en el chofer que la llevaba los fines de semana a ver a su familia.
La hermana de la chica la vio con este sujeto y se preocupó porque sabía que él había sido denunciado por tres crímenes.
De hecho le había advertido sobre estos hechos, pero Arnez Salazar le dijo que «Elías era buena gente» y que no creía en esos rumores.
El 31 de mayo de 2013, Verónica salió con Calvimonte Vásquez y llamó a su novio Edson para decirle que estaba con un amigo en un taxi, pero que no se preocupe porque estaría en su cuarto a las 22:30. Edson la esperó en su habitación como ella le había pedido, pero no llegaba.
Ya a la 1:00, la chica volvió a llamarlo, pero esta vez de un celular desconocido. La notó «mareada», pero le dijo que le prestaron un teléfono celular porque le quitaron el suyo, y que ya se estaba yendo a casa.
Pero como la mujer no llegaba, Edson llamó al número del que su novia le había marcado y le contestó un hombre que se identificó como José.
Este sujeto, que era nada menos que Calvimonte Vásquez le explicó que solo le prestó una llamada a la joven en una fiesta, pero luego no la vio más. La joven fue hallada asesinada el 1 de junio de 2013 y la Policía empezó a investigar.
El 3 de junio, Calvimonte Vásquez le devolvió el taxi que manejaba a su propietario y renunció al trabajo argumentando que le ofrecieron un empleo en Chapare.
El dueño del automóvil se fijó en que el rodado estaba «demasiado limpio» y nunca antes Elías lo había entregado así.
Poco después se enteró de que era sospechoso de matar a la enfermera y entregó su vehículo para que lo revisaran. A pesar del esfuerzo en la limpieza, las pruebas de luminol hallaron sangre dentro del vehículo.
Sin embargo, Calvimonte Vásquez se escapó del país y huyó hacia la Argentina, donde no estuvo mucho tiempo, ya que regresó a Bolivia cinco días después.
Al retornar a Cochabamba, el 9 de julio, fue apresado por policías de Inteligencia que lo venían siguiendo desde que conocieron el dato de que volvía al país.
Un juzgado cautelar que conoció el caso de Arnez Salazar ya lo había declarado «en rebeldía» por no presentarse a declarar en 2013 y lo envió con detención preventiva al penal «El Abra» para luego fijar fecha de juicio oral para el 20 de julio.
En uno de los crímenes fue sobreseído por la Fiscalía y en otro fue absuelto de pena y culpa por los jueces debido a que las pruebas extraídas de los cadáveres nunca fueron comparadas con el ADN del sospechoso.
En el tercero se produjeron dos cuestiones que salvaron al sujeto de una condena: la negligencia del fiscal y la ausencia de dos testigos que vieron a la víctima subirse al taxi del asesino en el juicio.
Sin embargo, el 24 de julio de 2018, en la última de las acusaciones que afrontaba, los jueces del Tribunal de Sentencia número 4 de Cochabamba condenaron a 30 años de prisión, sin derecho a indulto, a Calvimonte Vásquez por el crimen de la enfermera Arnez Salazar.