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Elijo Crecer: qué hace el Conicet, con los investigadores en primera persona, este sábado en Rosario

El desguace del organismo público de ciencia posicionado como el más prestigioso de Latinoamérica y entre los primeros 20 del mundo es acompañado por campañas de desprestigio de sus trabajadores y sus actividades. En el parque Urquiza, se mostrará la importancia de su producción de conocimiento

No hay plan, no hay criterio para los despidos de personal esencial ni racionalidad en los recortes de presupuesto, nominales o por licuación inflacionaria, que sufre el Conicet. Nada menos que el organismo público de ciencia y tecnología reconocido internacionalmente como el más prestigioso de Latinoamérica y ubicado en el puesto 20 entre casi 1900 pares de todo el mundo.

Lo que puede deducirse de las decisiones tomadas por el Gobierno de Javier Milei es la voluntad de dar por tierra con un área que posiciona al país como protagonista global en materias tan relevantes como la salud, el desarrollo satelital, la bioingeniería o la energía atómica, entre otras. La embestida, en este caso, es acompañada por una fuerte campaña de desprestigio de los trabajadores del Estado en general y de los empleados y profesionales del Conicet en particular. Declaraciones de funcionarios y ejércitos de trolls en redes apuntalan con falsedades el desmantelamiento, a falta de argumentos. En ese paisaje hostil montado a drede, este sábado y domingo, en 50 ciudades, se desplegará el primer festival federal en defensa del sistema científico argentino. El Nodo Rosario es uno de los protagonistas de este bautizado Elijo Crecer. La cita es el primero de los días, a partir de las 14, en la explanada del Planetario, en el Parque Urquiza.

Durante cuatro horas, en el predio cercano al Paraná investigadoras e investigadores, docentes, becarios y trabajadores mostrarán la importancia de lo que está en peligro: una producción de conocimiento construido desde hace varias décadas que puede desmoronarse en meses y tardar un largo e impreciso tiempo en recuperarse. Se trata de investigación básica que luego, como en la pandemia, demostró su relevancia, y de la aplicada que se transfiere al sector privado de la producción, además de saberes en ciencias sociales que permiten entender los procesos históricos y la realidad nacional e internacional para intervenirlas con políticas públicas eficientes. Entre una lista más que extensa.

Este sábado, en el Parque Urquiza, el Conicet Rosario pondrá a consideración parte de ese trabajo con juegos, experimentos, charlas, una radio abierta y hasta presentaciones artísticas para todas las edades. La ciencia no es un gasto, sino una inversión, es la base de la propuesta. Y nadie sobra en la planta permanente, de contratados y becarios. Por el contrario, falta personal. Esa fue la conclusión de una auditoría encargada por el Gobierno de Mauricio Macri en 2016 con la intención de justificar, como ahora, despidos masivos.

 

A principios de años, cuando ya era evidente la intención

La génesis de la iniciativa fue en enero, cuando ya estaba claro el rumbo político de la gestión nacional. Lo contó así la doctora en Química y una de las organizadoras, Valeria Eldestzein: «Cuando con mi compañero nos enteramos de los despidos del C3 (Centro Cultural de la Ciencia), empezamos a pensar qué se podía hacer. En la época de Macri se habían hecho festivales en defensa de la universidad pública», repasó un antecedente de posibilidad. «Lanzamos un formulario y se anotaron 700 personas de todo el país para organizar y lo que hicimos fue separar a toda esa gente en los lugares en donde trabajaban y contactarlos», completó.

«Desde Rosario, la propuesta se gestó de manera simbólica. La aportaron dos becarias, una del Iprobiq (Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos Rosario) y otra del Irice (Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación), que se sumaron al llamado de unas colegas bonaerenses», contó Carolina Zoppi, historiadora, profesora y especialista en Educación y TIC que trabaja en el Irice.

Se acercaron luego, continuó, compañeros de otros institutos del Conicet Rosario y también de la Universidad Nacional de Rosario, además de profesionales de la comunicación y la propuesta fue creciendo.

Zoppi celebró el compromiso de todos los que se involucraron y destacó que, además, se creó un fondo de lucha para acompañar a los colegas despedidos, que «se enteraron de una forma muy cruel» de sus despidos.

La perversidad como método

«La metodología (para informar las cesantías) es muy poco respetuosa del derecho al trabajo, se maneja con la desinformación, las comunicaciones no oficiales, los corrillos de pasillo, que terminan horadando los vínculos, angustian aún más a las personas que trabajamos en estos espacios y generan muchos conflictos internos», repasó la integrante del Irice. Porque, insistió, «no es sólo perder el trabajo, sino la forma profundamente cruel de la instrumentación» de esos despidos.

En el Conicet Rosario fueron tres. Por ahora. Y con una particularidad que refleja la sinrazón del procedimiento. La licenciada en Historia y becaria postdoctoral del Conicet Marianela Scocco lo expuso: una de esas desafectaciones tuvo que ser revertida porque se trata de un trabajador amparado por el cupo para personas con discapacidad.

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La planta de contratados en el nodo local bajo el polémico «artículo 9», una modalidad de empleo precario sistemáticamente renovada, es de apenas 38. Son los que sostienen desde sus lugares –en particular, informática y recursos humanos, precisó Zoppi– el funcionamiento de los 14 institutos. Está lejos de ser una cifra que abone el latiguillo de «sobredimensionamiento» del Estado. Fragilidades arrastradas por años habilitan esos despropósitos. La continua prórroga de los contratos «permite que, como ahora, se le puedan cambiar las condiciones. Por ejemplo, reduciendo la extensión de un año, como era, a tres meses», recordó Scocco.

La doctora en Antropología e investigadora del Conicet en el Ishir (Investigaciones Socio-históricas Regionales) Julia Broguet, además docente de la UNR, remarcó otra singularidad en referencia a las campañas de desprestigio de los trabajadores públicos: el Conicet es un organismo orientado por dinámicas meritocráticas que rigen el ingreso y la permanencia en el mismo, acotó. «Estamos siendo permanentemente evaluados», recordó en contraposición con los comentarios y la batería de posteos «odiantes» que refieren a los becarios, investigadores, personal de apoyo y administrativos como «ñoquiset» y otros descalificativos. No es ingenuo, es premeditado en el intento de conseguir condescendencia social al desguace.

«Marzo fue un més durísimo», describió Zoppi: «Sabíamos que iba a haber despidos, pero no cuántos ni a partir de cuándo».

El escenario de sosobra por los despidos se potencia con la sangría presupuestaria. «En el nodo Rosario, se rompe una bomba de agua y hay que clausurar los baños que comparten varios institutos», abundó Zoppi. Porque las partidas están congeladas según el Presupuesto nacional «reconducido» de 2023, que a su vez fue elaborado en 2022: «Hay que elegir qué arreglar y qué no, rezar para que no se rompa nada». Lo mismo sucede con los subsidios para continuar las investigaciones. Y también para el mantenimiento de los equipos y aparatos de los laboratorios.

Soberanía, retirada del diccionario oficial

La cercanía del 2 de abril, el recuerdo de los soldados fallecidos en Malvinas, habilita la puesta en foco de otra dimensión en juego con los despidos y el cercenamiento presupuestario a todo el sistema de ciencia y técnica nacional, aportó Broguet.

El reclamo de soberanía, señaló, tiene su correlato en la producción de conocimiento propio, como el que hace varias décadas llevan adelante el Conicet y otros organismos. Que, a la vez, agregó, aportan insumos para las políticas públicas en tiempos de crisis, como en la pandemia, pero también de emergencia social. Hay, dijo, una relación directa con la vida cotidiana de las personas. Y es lo que se mostrará este sábado frente al Planetario.

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El nodo Rosario del Conicet, creado en 2007 a partir de una descentralización de la estructura, desarrolla ciencia para el sector productivo, generó ya varias empresas de base tecnológica y 12 patentes, puso en marcha una Aceleradora de Proyectos Biotecnológicos, experiencia única a nivel nacional. Además, ofrece más de 150 servicios tecnológicos de alto nivel a demanda de empresas e instituciones, a los que cede sus equipamientos y los conocimientos generados por sus investigadores.

El Centro, a la vez, tiene una fluida relación con otros sectores de la comunidad. Las escuelasm, por ejemplo, para las que organiza actividades orientadas a generar interacción entre investigadores, estudiantes y docentes. Y apoya proyectos que buscan contribuir a la inclusión social a través de la ciencia y la tecnología para el mejoramiento de la calidad de vida de la población.

 

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