El teatro siempre se vuelve político: por acción u omisión, siempre es un hecho político. Detectar detrás de un montaje la estrategia urdida para abordar la problemática política se ha vuelto, sobre todo en los últimos años, una materia de interés para el teatro argentino. Un ejemplo de cómo el teatro puede resultar un hecho estético verdaderamente irresistible y, al mismo tiempo, un acontecimiento escénico en el que la política aparezca como fuerte metáfora es Mau Mau o la tercera parte de la noche, del grupo porteño Ácido Carmín, obra teatral escrita por Santiago Loza con dirección de Juan Parodi y las actuaciones de las enormes Eugenia Alonso y Gaby Ferrero (con Juan Manuel Casavelos como actor invitado), que esta noche a las 21, en la sala Príncipe de Asturias (Sarmiento y el río), abre el ciclo Montajes Mínimos que organizan el Teatro Municipal La Comedia y el Centro Cultural Parque de España.
Dos mujeres, Mecha y Rita, sin tiempo (o con todo el tiempo del mundo), en una especie de encierro elegido dentro de Mau Mau, la boite testigo de tres décadas de historia argentina contada a través de personajes de la farándula, el deporte, la política y cierto cartón pintado de aquellos que integran la postal de lo que Arturo Jauretche definió como “tilingo” o “medio pelo”, son el eje fundante de esta tragedia de chicas que bailan solas. La música que recorre las tres décadas, de 1964 a 1994, y estas mujeres que ansían algo mejor que nunca llegará, marcan el tránsito de un espectáculo que, en esencia, se vuelve un relato agridulce, plagado de claroscuros, casi tantos como los que en esos años de historia argentina encendieron luces de una fugacidad intangible.
“Este trabajo surge por una convocatoria de las Ácido Carmín que vinieron con una idea que, como suele pasar con el teatro, fue quedando en el pasado y, cuando ya creíamos que no encontraríamos el camino y estábamos un poco desilusionados porque no encontrábamos esa motivación que nos llevaría a concretar un proyecto, un día, después de un ensayo, les dije: «Yo me las imagino a las dos en Mau Mau, con una bola de espejos y bailando el tema Murmullo descuidado». Por suerte, las actrices no juzgaron ni censuraron esa primera imagen y al volver a casa me puse a buscar información. De inmediato, eso frívolo del comienzo se empezó a llenar de datos muy curiosos y después nos apasionamos. Finalmente, llegó a nuestras manos un libro de Cristina Civale, Las mil y una noches, una historia de la noche porteña, donde cruza lo social y lo político con la noche y le dedica un capítulo a Mau Mau, la primera boite de Buenos Aires”, contó el director Juan Parodi.
En el discurrir del espectáculo, por los intersticios de un texto escrito con la conocida habilidad y minuciosidad con la que trabaja Loza el universo femenino, se filtran esos momentos de la historia argentina reciente que habilitan otra mirada de aquello que se ve en un primer plano: “Puntualmente, el ocaso de Mau Mau, que cerró en el 94, comenzó dos años antes con la voladura de la Embajada de Israel, que estaba a media cuadra. De hecho, el país ya fue otro. A partir de ese lugar y de los momentos que van atravesando los personajes, por algún motivo, se cuela la historia. En Mau Mau se festejó la final del Mundial 78, cuando ganó Alfonsín (1983) se hizo allí La Noche de la Democracia, pero también La Noche de los Generales; o en una fiesta salió de una torta una modelo vestida de guerrillera y con una ametralladora que disparaba burbujas. Y también todo el material musical, porque se editaron siete discos, dos de Roberto Carlos que cantó en vivo u Ornella Vanoni, o la tapa de un disco que diseñó Rogelio Polesello. Fue una etapa de un trabajo bastante obsesivo porque íbamos encontrando vinculaciones sociales y políticas y, al mismo tiempo, todo era muy teatral”.
Respecto del deseo de que ese material no se volviese documental, el director cruza el proyecto con el dramaturgo Santiago Loza. “Esa es otra etapa en la que le pasamos a Santiago todo el material que teníamos. Se tomó unos meses para escribir y finalmente es él quien logra armar todo este mundo de ficción y, al mismo tiempo, no tan de ficción que hoy es esta puesta llamada Mau Mau o la tercera parte de la noche”.