Nadie esperaba que Alejandro Vanoli actuara contra su propia naturaleza. Aun cuando en sus primeros meses de gestión había pretendido llevar adelante una política monetaria más restrictiva, para contener el dólar y desacelerar los precios, el mercado entero ya presumía que tarde o temprano hiciera notar su perfil heterodoxo, con una expansión de liquidez y una baja de tasas de interés que diera impulso a la economía. La intuición empezó a confirmarse: la emisión de pesos se disparó abruptamente en febrero, del 23 por ciento al 30 por ciento anual, y ya es la mayor amenaza que se ve sobre el dólar y la inflación.
El plan es una apuesta repetida del gobierno en los años electorales de esta década. Cada vez que el kirchnerismo llegó a los comicios con una política monetaria claramente expansiva, los resultados en las urnas fueron favorables, pero la economía arrastró desequilibrios sobre el dólar y los precios que se lamentaron en los meses siguientes.
Base monetaria
En 2005, la base monetaria pasó a crecer del 5 por ciento al 22 por ciento anual. Fue el año de la victoria emblemática de Cristina de Kirchner sobre Chiche Duhalde en la provincia de Buenos Aires, que le permitió al gobierno imponerse en los comicios legislativos a nivel nacional. Pero la inflación, que había sido del 6,4 por ciento en 2004, se duplicó y cerró ese año en el 12,5 por ciento.
La experiencia se repitió en 2007: el ritmo de emisión se aceleró rápidamente y tocó un máximo del 39 por ciento. Cristina de Kirchner ganó la presidencia con el 46 por ciento de los votos y con más de 20 puntos sobre Elisa Carrió. El dólar, que se mantenía hasta entonces debajo de los 3 pesos, tocó en octubre un récord de 3,10 y consolidó un nuevo piso. La inflación saltó entre 2006 y 2007 del 10,7 al 22 por ciento.
Votos y pesos
El año 2011 fue otro ejemplo de esta correlación entre “política expansiva” y “éxito electoral”: en un período en que la emisión saltó del 30 al 42 por ciento anual, la presidenta fue reelecta con el 54 por ciento de votos, y debió empezar su segundo mandato con cepo cambiario e inflación del 24 por ciento. El monetarismo también parece, incluso, haber estado detrás de las derrotas electorales del oficialismo, en los comicios legislativos de 2009 y 2013. Fue precisamente en esos años en los que el gobierno se animó a moderar la expansión de pesos y hasta a aplicar algún ajuste cambiario.
En 2009, la emisión bajó del 15 al 4 por ciento, y la inflación del 23 al 14 por ciento.
Aquel año, el ex presidente Néstor Kirchner perdió las elecciones por dos puntos porcentuales frente a Francisco de Narváez.
Y en 2013, la emisión cayó del 40 al 23 por ciento, la inflación se mantuvo en el 28 por ciento anual y el gobierno sufrió el revés electoral frente a Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires.
Una rápida lectura de las estadísticas alcanza para adivinar la estrategia que viene en el Banco Central.