Emma Goldman fue una mujer excepcional, militante del movimiento anarquista, precursora en la lucha por la reivindicación de los derechos sociales y económicos femeninos y las libertades individuales, estigmatizada por sus posiciones éticas y acciones irreductibles frente al autoritarismo, su vida fue difícil y agitada en todos sus tramos. Activa partícipe de acontecimientos tan importantes en el siglo XX como la lucha antibelicista durante la Primera Guerra Mundial lo que le valió la expulsión de Estados Unidos de Norteamérica, la Revolución Rusa de 1917 y la Revolución Libertaria durante la Guerra Civil española (1936-1939).
Emma Goldman, nació el 27 de junio de 1869 en Kaunas, Lituania en el seno de una familia judía que llevaba adelante una pequeña pensión. En la etapa de mayor represión política de la Rusia zarista que siguió al asesinato de Alejandro II y cuando Emma tenía sólo 13 años, debió trasladarse con su familia a San Petersburgo.
En 1885 a los 16 años, Emma Goldman emigró a Estados Unidos de Norteamérica, eran años turbulentos, en los que las luchas obreras exigiendo la reducción de la jornada laboral a ocho horas fueron particularmente cruentas.
En 1886, se produjeron las revueltas sociales en Chicago, las manifestaciones y huelgas del 1º de Mayo, a consecuencia de lo cual se produjeron feroces represiones policiales, terminarían encarcelados y en el patíbulo varios militantes obreros anarquistas.
Estos hechos despertaron la indignación y la conciencia de la joven frente a las injusticias sociales, pronto manifestó su rebeldía y solidaridad con los explotados, las víctimas del capitalismo, se unió al movimiento anarquista en el que se destacó hasta los últimos días de su vida como una activa propagandista y pionera del feminismo ácrata.
Trabajó como obrera textil y enfermera, vivenció los atropellos de los poderosos contra el proletariado en general y contra las mujeres obreras en particular.
Lúcida mujer de acciones solidarias y juicios taxativos, decía que: “El elemento más violento en la sociedad es la ignorancia”, que “La historia del progreso está escrita con la sangre de hombres y mujeres que se han atrevido a abrazar una causa impopular, como, por ejemplo, el hombre negro al derecho de su cuerpo, o el derecho de la mujer a su alma”. Que “La corrupción de la política no tiene nada que ver con la moral, o la laxitud de la moral, de diversas personalidades políticas. Su causa es meramente material”.
Emma Goldman comprendía que las desigualdades e injusticias eran el resultado de un perverso sistema el capitalista, basado en la opresión y la dominación, en la explotación y en el lucro, en la entronización de las mercancías como fetiches y por lo tanto: “Un cambio social real nunca sería llevado a cabo sin una revolución.. Revolución que no es sino el pensamiento llevado a la acción”.
En EE.UU., Rusia y España
Desde su llegada a Estados Unidos de Norteamérica, Emma Goldman se involucró en las luchas sociales. A poco de su traslado de Chicago a Nueva York, se enteró que Alexander Berkman estaba en prisión, acusado de atentar contra Henry Clay Frick. Emma, comenzó una campaña agitativa mediante mítines y conferencias por diversas ciudades de la Unión. Al recobrar su libertad Berkman al salir de la mazmorra estatal, iniciaron junto Emma Goldman una convivencia que duraría hasta el suicidio de éste en 1936, hallándose ambos exiliados en Francia, y éste acosado por los polizontes.
También Emma padeció la prisión en 1893, la enviaron a la cárcel de las islas Blackwell. Fue acusada de instigar a la revuelta a los obreros en huelga con la consigna de: “Pedid trabajo, sino os lo dan, pedid pan, sino os lo dan, tomad el pan”. Este llamamiento estaba inspirado en otras por sus lecturas del anarquista ruso Piort Kropotkin. Salió en defensa de Goldman la militante anarco-feminista Voltairine de Cleyre.
Durante su etapa carcelaria la infatigable Emma leyó y escribió febrilmente reflexionando sobre la educación libertaria de las niñas y niños, tarea a la que también dedicó su esfuerzo años después.
Fue encarcelada varias veces por motivos diversos, en 1901 por difundir entre las mujeres folletos acerca de los métodos anticonceptivos, sostenía que todo ser humano por su sola condición de tal tenía derecho a decidir sobre su cuerpo. En 1917 fue otra vez llevada a prisión junto a su compañero Alexander Berkman por oponerse ambos al servicio militar obligatorio y a la Primera Guerra Mundial, en que el Estado norteamericano ya participaba activamente.
Expulsada por los motivos antes mencionados vivió en Rusia junto a Berkman entre los años 1920 y 1922. Fervorosa partícipe de la Revolución de 1917, se opuso con firmeza a los métodos despóticos de Lenin y Trotsky. Dejó su testimonio en el folleto Dos años en Rusia, donde denuncia las matanzas de Ucrania contra las guerrillas de la Macknochina y la represión de Kronstadt perpetrada por los esbirros de los jerarcas bolcheviques. A causa de su disidencia debieron partir nuevamente al exilio iniciando un periplo que los llevó a recorrer varios países de Europa.
Al estallar en España en julio de 1936 la Guerra Civil e iniciarse la Revolución Libertaria Emma Goldman, partió hacia la península Ibérica para apoyar la lucha, cosa que hizo junto a la agrupación de las Mujeres Libres de la CNT-AIT y luego desde Londres.
En la literatura y en el cine
En el cine se cuentan de fragmentos de la vida de Emma Goldman, quien aparece en la película Reds (Rojos) de Warren Beatty, encarnada por la actriz Maureen Stapleton. En la novela de E. L. Doctorow, Ragtime, Goldman es retratada con su lucidez y vehemencia, interpelando a una mujer víctima de la violencia patriarcal, incitándola su emancipación e invitándola a sumarse a la lucha colectiva.
Emma Goldman, murió el 14 de mayo de 1940, a los 70 años en Toronto (Canadá). Su impronta se mantiene viva en sus escritos, sus principios éticos de mujer socialista y libertaria mantienen vigencia en nuestros días, por ejemplo, en esta cita: “Cuando se socave la mentira patriótica, se despejará el camino para la gran estructura donde todos estarán unidos como una hermandad universal, en una sociedad verdaderamente libre”. O al señalar: “El Estado es el altar de la libertad política que, como el altar de la religión, está concebido con el solo propósito del sacrificio humano”. O al subrayar: “Los métodos y medios no pueden separarse del objetivo final”.