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Empezó la entrega de subsidios

Ayer comenzaron los trámites para damnificados residentes de las 238 viviendas más afectadas por la explosión que no podrán ser rehabitadas por largos meses. Se completó la gestión para un primer grupo de unas 85 familias.

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Comenzó en la jornada de ayer la gestión para la entrega de subsidios y créditos a los damnificados de la explosión de calle Salta y, de a poco, las víctimas se fueron acercando para tramitar la ayuda económica, totalizando un primer grupo de 85 familias afectadas que se acercaron a la sede de gobierno. Se prevé que en los próximos días se concreten el resto de las ayudas a al menos otros 100 o 120 familias damnificadas. Desde el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia indicaron que las gestiones se hacen por turnos coordinados previamente por teléfono.

Para los moradores de las 238 viviendas más afectadas habrá subsidios de unos 20 mil pesos a los efectos de que estas personas y grupos familiares cubran los gastos de residencia temporaria.

Cabe recordar en este punto que se trata de todas las propiedades de la zona de la explosión que no se podrán habitar en los próximos seis meses a un año, en tanto lo que queda del complejo edilicio siniestrado será derribado según indican todas las estimaciones previas.

Entre las distintas maneras de ayuda a los damnificados, la provincia dispuso dos tipos de ayuda para los que vivían en las construcciones afectadas, sólo residentes: sean propietarios o inquilinos. El primero es un subsidio de 20 mil pesos para resolver la cuestión habitacional, Es decir: solventar un nuevo lugar donde vivir hasta que se complete la reconstrucción de las edificaciones dañadas. En ese sentido, ya hubo conversaciones con la Cámara de Empresas Inmobiliarias para que se morigeren las exigencias de los contratos de alquiler para estas personas. Además, habrá una línea de asistencia con créditos de hasta 50 mil pesos para reponer muebles o demás bienes personales perdidos.

Por su parte, se suma para los afectados por daños en sus viviendas la disponibilidad de créditos ofrecidos por el gobierno nacional a través del programa Procrear que gestiona el Banco Hipotecario.

La habilitación de una línea especial de préstamos fue anunciada el miércoles pasado y desde el viernes pueden tramitarse en las oficinas de Santa Fe 1429 de la entidad.

Casita de muñecas

Elena tiene 70 años y es docente. Roberto le lleva cuatro más y es un ex empleado portuario. Están tranquilos. Después de tantos años de esfuerzo, pudieron comprar su departamento en Salta 2146, en el noveno piso. Allí criaron a sus dos hijas. Sufrieron y les enorgullece ver cómo ambas, ya mujeres, partieron de ese hogar. Ambos recuerdan cómo disfrutaban del desorden de cada fin de semana cuando la visita de sus cuatro nietos revolucionaba el departamento. “Era lo único que teníamos para dejarle a nuestras hijas y hoy ya no está”, dijo Roberto. Esas paredes colmadas de recuerdos quedaron destruidas cuando en el edificio de enfrente, el de Salta 2141, se produjo la explosión tras la pérdida de gas. “¿Viste las casitas de muñecas, que no tienen frente? Bueno, así quedó nuestra casa”, compartió Elena, quien se está recuperando del shock que le provocó estar en su casa en el momento de la explosión. “Entré en crisis por la situación y sé que les costó bajarme desde el noveno piso, pero ya estoy mejor. Gracias a Dios nos han dado una contención inmejorable. A pesar de todo lo que pasó, estamos orgullosos de la organización que hubo desde el primer momento, tanto con las carpas como con la asistencia psicológica y este subsidio”, agregó Elena.

Esos minutos extras

A Luisina, de 27 años, la salvó el almuerzo. Si tras su clase de pilates no se hubiera demorado en el almacén, comprando alimento para preparar el almuerzo, hoy su historia sería diferente. La joven es de Gualeguaychú y lleva seis años en el mismo edificio conjunto al de la explosión en Salta 2133. Su compañera, Analía, de 33 años, llevaba dos años viviendo en ese departamento y al conocerla estudiando fonoaudiología, las jóvenes se volvieron inseparables. “Salí de mi casa a las 9 para ir a trabajar. Fue desesperante saber que al volver no tenías nada. Pero recién ahora me está cayendo la ficha de lo que pasó y uno se pregunta qué hubiera pasado si Luisina llegaba a horario después de pilates”, relató Analía, quien apenas supo de la noticia llamó a sus padres en Labordeboy, localidad ubicada en el sur de Santa Fe, para avisarles que estaba bien. Ambas están viviendo en un hotel que les cedió el municipio y necesitan estar solas pero juntas. “Tenemos amigos y mi jefa me ofreció quedarme en su casa, pero ya necesitamos estar solas. Recién hoy me estoy dando cuenta de lo que pasó y necesito quedarme en un lugar donde poder acomodar mis sentimientos y mis pensamientos para saber por dónde tengo que empezar”, siguió Analía, quien no ha querido volver a su departamento. “Mi novio me lo describió (por el departamento) y no me siento en condiciones para ver ese desastre”, dijo. Por otra parte, agradecieron a la dueña del departamento que se preocupó desde el primer instante en la salud de sus inquilinas. “Lamentablemente escuché a familias que estaban siendo perseguidas por los dueños porque querían cobrar por la vivienda perdida, cuando no se sabe si sus inquilinos están vivos o no. Nosotras tuvimos suerte”, agregó la mujer.

Por partida doble

Entre muchos otros, el caso de Natalia es también notorio. La joven, que vivía por calle Salta entre Oroño y Balcarce, trabajaba en el supermercado La Gallega  a metros de la explosión. El viernes anterior a la tragedia había sido despedida de la cadena de supermercados. “La verdad que quedé destrozada porque por un lado me quedé sin trabajo y a los tres días sin casa, y casi sin mi mamá”, mencionó la mujer. “Sólo recuerdo cómo salvaron a mi mamá. Vi que la sacó un vecino, pero yo no sé cómo salí. Lo único que sé es sólo que me alzó un hombre al que nunca le vi la cara”, agregó emocionada. Por el momento está junto a su madre en una casa que alquilaron a través del Sindicato Empleados de Comercio de Rosario tan solo con la poca ropa que pudieron rescatar.

A través de los ojos de un niño

Lucas tiene 4 años y sus padres, oriundos de Río Cuarto, habitan la ciudad desde hace 10 años. Según relató Lidia, su mamá, recién ayer volvió a tomar la leche en el hotel que habitan desde el martes a la noche. “Me preocupa saber qué pasa con mi hijo, porque desde el día de la explosión no tocó el tema y dijo que sólo quería tomar la leche en su casa. Hoy recién tomó unos sorbitos, está callado y me preocupa”, contó a El Ciudadano. Lidia y Lucas estaban en el departamento del edificio de Salta 2136 y vieron cómo un viento muy fuerte entraba por la ventana el martes pasado. Luego le siguieron las llamas. Juan Carlos, su marido, estaba trabajando. “No me acuerdo de nada. Sólo sentí ese viento fuerte, que era el gas, y de repente empezaron a caer vidrios de todos lados. El fuego entraba por la ventana, se cayeron los muebles y no sé cómo hice pero corrí algunos muebles, lo agarré a mi hijo y salimos. Pero no sé quién nos ayudó”, comentó Lidia. La mujer, luego de la tragedia ya consumada, pudo ingresar a su casa y retirar algo de ropa para pasar unos días. “Vivimos en un hotel, donde fuimos derivados, pero por las reservas del lugar ante el fin de semana largo, nos van a derivar a un apart, donde podamos cocinar también”, explicó. Por si esto fuera poco, la dificultad de comenzar de nuevo se choca ante la burocracia de las inmobiliarias. “Alquilábamos por una inmobiliaria pero hoy no tienen ni una vivienda disponible. Buscar por otras pero no nos aceptan las garantías de Río Cuarto, así que estamos complicados”, dijo afligida. Por ello cedió su teléfono celular (156- 020995), para quien sepa de alguna inmobiliaria o dueño que acepte estos documentos cordobeses.

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