El presidente Mauricio Macri decidió no estar en Rosario para el Día de la Bandera pero las actividades previstas por la provincia y la Municipalidad se realizan igual. El acto protocolar fue más corto aún que el ya breve estipulado si se contaba con la presencia del mandatario nacional. Duró apenas poco más de 5 minutos, y se adelantó la fiesta cívica con los desfiles como puntapié inicial. Los vallados reclamados desde Nación, ya sin objetivo, se retiraron temprano, con lo que el acceso al patio Cívico fue libre. Los pocos que se acercaron a la zona para expresar su rechazo a las políticas económicas de la gestión Cambiemos –algunos hicieron vigilia desde la noche previa– conviven con los que se acercan para simplemente ver los actos. Los cruces por la ausencia del jefe del Ejecutivo argentino resurgieron: el ministro de Seguridad de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, contestó los argumentos de la Casa Rosada respecto a un posible riesgo para la seguridad de Macri y su comitiva, y la «preservación de la paz social». «Fue por las movilizaciones, no por seguridad», replicó el funcionario local.
Ya sin Macri, tampoco hubo enviados del gobierno nacional. De hecho, este miércoles ni siquiera se acercaron dirigentes provinciales de Cambiemos al palco del Monumento, excepto la solitaria imagen del presidente del Concejo Municipal, Alejandro Roselló. El acto protocolar quedó en manos del gobernador Miguel Lifschitz, que ante las novedades prefirió no hacer uso de la palabra, y de la intendenta Mónica Fein, que lo abrió minutos pasadas las 9. Lo que iba a ser breve, lo fue más: apenas 5 minutos. Antes de que se confirme la ausencia de Macri, fuentes del PRO consultadas por El Ciudadano habían informado que la visita del jefe del Estado iba a ser fugaz, que la idea era que estuviera el menor tiempo posible en Rosario, por lo que no iba a participar del desfile y su discurso sería breve. Nada de eso ocurrió.
Las autoridades de la ciudad y la provincia aprovecharon para reivindicar la vuelta de una festividad popular, sin medidas de seguridad extremas ni cargas «políticas». Así lo expresaron, cada uno con sus palabras, la intendenta Fein y el gobernador Lifschitz ante los periodistas presentes en el Monumento. De todos modos, al menos en las primeras horas de la mañana, se nota poca presencia de vecinos en los alrededores de la avenida Belgrano.
Los argumentos para el faltazo
“Había alertas de seguridad que podían poner en peligro a los rosarinos”, dijo en la noche del martes el diputado provincial de Cambiemos Federico Angelini para justificar la ausencia de Macri en el tradicional acto. El argumento fue que “se priorizó cuidar la paz”. Al igual que en 2016, desde Presidencia habían elegido un acto de espaldas al público, con calles cortadas, un amplio vallado y fuerte custodia de Gendarmería. Este año, todo indicaba que habría muestras de descontento entre asistentes y manifestantes. «Había avisos de manifestaciones y se quiso preservar la paz con los rosarinos”, insistió el legislador del oficialismo nacional. “Querían opacar los festejos del 20 de junio y se decidió suspender la visita del presidente para no darle lugar a estos violentos”. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, inform{o poco después que le había comunicado la decisión al gobernador Miguel Lifschitz. “Con motivo de haber recibido notificaciones de los responsables de la seguridad presidencial y del gobierno de Santa Fe donde se indicaba que se debía reforzar las medidas de seguridad para evitar la posibilidad de que se generen disturbios en las calles de Rosario de organizaciones políticas, se suspenderá la asistencia del presidente a la celebración del Día de la Bandera”, expresó. Pullaro, este miércoles, ofreció una versión contraria: estaba garantizada la seguridad del presidente y su comitiva, en un operativo que fue consensuado con fuerzas de seguridad federales y con la Casa Militar, responsable máximo de resguardar al mandatario. «Ahora, sin vallas, no hay conflicto», resumió Pullaro.