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Empoderadas: fuerza para marcar la cancha en un reclamo teñido de verde

El viernes, en las plazas y en las calles de Argentina y el mundo, miles de mujeres, trans, lesbianas, travestis, no binarios salieron a reivindicar sus derechos, indisolubles de su condición de personas trabajadoras en un sistema de explotación

Con la decisión y la fuerza que sólo ellas demostraron tener –algo que los varones más atentos a estas señales siempre creyeron que existía pero no se animaban a darlo por cierto–, las mujeres fueron conformando aquello que se daría en llamar feminismo, que no sólo las incluía a ellas sino a las lesbianas, trans, travestis y personas no binarias en una lucha que sería desigual y desequilibrada pero en la que pudieron encontrarse ellas mismas como no había ocurrido antes para intentar patear el tablero de los compartimentos inamovibles donde el patriarcado y el capitalismo las había situado. En 1975, la ONU declaró al 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, fundamentado en el reclamo de equidad de oportunidades ante el hombre, en la sociedad y en su desarrollo como personas. Pero en verdad, el origen de esa fecha recuerda otra más trágica donde más de un centenar de mujeres murió en un incendio de una fábrica textil cuyo dueño había clausurado las puertas de salida luego de que muchas trabajadoras reclamaran una jornada de 10 horas y un salario similar al de sus compañeros hombres.

 

Política y radical

Mucha agua correría bajo el arco –y no pocas veces sangre– de las demandas que las mujeres comenzaron a formular en un mundo dominado por hombres y adaptado a la mecánica capitalista que las sometía a una estructura funcional de producción y por lo tanto a desarrollar determinadas tareas que tenían como eje la reproducción de ese sistema. Durante los años de las décadas del 60 y 70  del siglo pasado, los feminismos –porque no había uno solo– tuvieron distintas fisonomías y corroboraron que su lucha era fundamentalmente política y fue el disparador para que se radicalizaran cada vez más ante un machismo que era cada vez más exasperante. El feminismo comenzó a hacerse sentir y aunque varias de sus reivindicaciones tardarían décadas en tener un relieve más marcado –como el del aborto legal y asistido– la ola fue creciendo hasta vislumbrarse, hoy, la posibilidad de que cobre alturas inusitadas y haga temblar verdaderamente los cimientos de la sociedad capitalista que ya “no intenta disimular más con su cara democrática”, como afirma la escritora y activista italiana Silvia Federici.

 

Patriarcado en la mira

Ahora, este 8M, el de 2019, propuesto como el tercer paro de mujeres a nivel mundial, tiene la intención de visibilizar que buena parte de las tareas que le fueron adjudicadas a la mujeres desde el patriarcado íntimo y familiar hasta el social, son fundamentales para la reproducción del sistema y recaen en el ámbito privado sobre las mujeres como un trabajo no reconocido y gratuito. El feminismo hoy piensa y propone la perspectiva de luchar para arrancar la mayor parte de esas tareas del ámbito privado y socializarlas. En Argentina, las movilizaciones en todo el país tuvieron como eje el reclamo contra las desigualdades de género, la violencia machista, la despenalización del aborto, las disidencias, el ajuste al que somete el gobierno de Cambiemos, el fin de la familia heteropatriarcal, el abuso y el confinamiento doméstico, entre las consignas más relevantes. Otra vez ayer, en las plazas y calles de las capitales y ciudades del interior, miles de mujeres, trans, lesbianas, travestis, no binarios salieron a reivindicar sus derechos, reclamos que son indisolubles de su condición de personas y trabajadorxs en un sistema que se esmera en aplicar cada vez más eficientes tácticas de explotación. En Buenos Aires, con el aborto legal y el embarazo adolescente como principales reclamos, una multitud se reunió en el Congreso y luego marchó hacia Plaza de Mayo, donde estaba montado un gran escenario, mientras sobre Avenida De Mayo se realizaban performances artísticas con coloridas consignas que destacaban la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito y el freno para el ajuste económico que practica impiadosamente el gobierno de Cambiemos.

 

Las mujeres se imponen

Si bien el paro tiene un carácter más simbólico, ya que fue parcial y tuvo que ver con decisiones internas de los sectores afectados, en estos momentos drásticos que se viven con despidos masivos y cierres de fuentes laborales, tuvo una significación nada menor en un contexto donde la central sindical de los trabajadores argentinos hacer mutis por el foro ante semejantes calamidades. Y las mujeres se imponen y así lo hacen sentir en los ámbitos de trabajo y en sus vidas cotidianas, consiguiendo ese espacio de tiempo donde juntas sentirán que no hay vuelta atrás en sus demandas.

El carácter fundamental de este año lo marcó la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito que fue la bandera de la lucha de los feminismos nacionales durante 2018 y tiene que ver con la cantidad de muertes producidas por abortos clandestinos y la tortura que sufrieron –y sufren– niñas menores violadas a las que no se les ha permitido tener un aborto escupiendo sobre la ley que data de 1921 y establece claramente las causales de cada situación (ayer moría el bebé que por cesárea le habían sacado a la niña violada en Tucumán).

 

Contra las iglesias

En Rosario, las iglesias, tanto cristianas como evangelistas, pero mucho más estas últimas porque abundan en la ciudad, fueron blanco de cánticos y pintadas porque avalan la existencia del aborto clandestino y hablan de salvar dos vidas negando el riesgo de parir de niñas menores violadas. También, claro, no dejaron de latir con intensidad los reclamos por los femicidios, que apenas a dos meses de comenzado este año, van sumándose con alarmante periodicidad. Los abusos y violaciones estuvieron firmes también a la luz del caso Fardin, la actriz sometida sexualmente por Juan Darthés cuando era menor de edad y que durante 2018 permitió que muchos otros casos similares se conocieran y se denunciara a los victimarios haciendo públicas esas oprobiosas situaciones.

 

Internacional femenina

También las principales capitales del mundo vibraron con marchas y actos en el marco del Tercer Paro Internacional Feminista. En México, Manuel López Obrador propuso que los temas más sensibles para el feminismo fueran tratados en consulta pública en un encuentro público como parte de las actividades del paro. “Los derechos no se consultan”, le apuntó una diputada de un país que tiene una tasa altísima de embarazo adolescente. Ayer, en el Congreso mexicano hubo mujeres con pañuelos verdes que pidieron por la despenalización del aborto, que entre 2007 y 2016 tuvo un caso por día con las consiguientes muertes y con una gran cantidad de mujeres encarceladas por hacerlo. En Madrid hubo una gigantesca movilización donde primaron carteles en contra de “La Manada”, como se conoció a un grupo de violadores que recibieron una condena irrisoria en un fallo que escandalizó al mundo. En Berlín, la movilización también fue multitudinaria y reunió a muchas militantes feministas de los partidos verdes, socialdemócratas y de la izquierda en un día declarado feriado no hace mucho tiempo atrás. En algunas imágenes de internet podían verse paraguas con el hashtag “NiUnaMenos” –de cuño argentino– entre una marea de manifestaciones similares. En Francia primó una campaña iniciada por feministas con carteles donde figuraban clítoris con la leyenda de que las mujeres no eran pretzeles, como se le llama a los panes que tienen esa forma. La campaña se replicó en ciudades del interior francés. En Estados Unidos, en Washington, tuvo lugar una performance en la puerta del Banco Mundial donde se reclamó que se necesitaban más mujeres en posiciones de liderazgo para tener un “mundo más pacífico y justo”. Londres también tuvo una nutrida agenda para conmemorar la fecha con mesas redondas y charlas gratuitas auspiciadas por un club feminista que aboga por el empoderamiento y liderazgo de las mujeres.

 

Amenazar el orden

“Queremos caminar por la calle sin miedo ni acoso”, “No hay nada que resista la revolución feminista”, “Es una lucha constante, es un día de memoria y de seguir luchando por la que ya no están” son frases que se cantaron o que figuraron en carteles que levantaron mujeres jóvenes –algunas muy jóvenes con sus pañuelos verdes y sus ropas  violetas y caras pintadas con ambos colores– y que marcaron la cancha de un partido que ya está jugándose y tiene a las mujeres y a sus manifestaciones feministas como el aire nuevo que quizás arrase las estructuras arcaicas de un orden muy fuerte y voraz todavía pero que comienza a sentirse amenazado.

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