A partir de un convenio de licenciamiento firmado por la Universidad Nacional del Litoral, la empresa Pozzi Ingeniería, de la ciudad de San Justo, podrá explotar comercialmente una tecnología que permite reciclar aceites lubricantes minerales usados para transformarlos en combustibles alternativos, un desarrollo que reduce la contaminación y a la vez agrega valor a un desecho.
La tecnología fue desarrollada por integrantes del Programa de Valorización, Desarrollo y Escalado de Procesos Agroindustriales (Provade) de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ-UNL).
El licenciamiento permite la explotación comercial de la tecnología y el know how, desarrollado por sí o por terceros, tanto en Argentina como en el exterior en actividades comerciales, industriales y de servicio. La tecnología ya fue probada en escala piloto. Combinando un proceso de neutralización, destilación a presión atmosférica para separar agua e hidrocarburos livianos y otro de destilación al vacío para separar productos pesados.
Solución tecnológica y negocio para un problema ambiental
Los aceites utilizados habitualmente en los motores de los vehículos- constituyen un problema ambiental si no son tratados adecuadamente. Muchas veces, son vertidos en los ríos afectando al cauce, el suelo y las napas. “La solución que encontramos consiste en eliminar los contaminantes que toma el aceite durante el uso y recuperar su base lubricante. Esto se puede volver a convertir en lubricante agregando los aditivos necesarios o bien utilizarlo como combustible”, explicó el investigador Juan Carlos Yori.
El equipo que integra partió de un problema identificado en la localidad de San Justo, donde no había recolección de aceites lubricantes usados. Generaron la tecnología a escala laboratorio, lo que permitió comprobar la viabilidad de recuperar los aceites. Luego, desarrollaron una planta de procesamiento.
Yori destacó “el compromiso de la Universidad en el desarrollo de las tecnologías que le están faltando a las pymes de la región, que son generadoras de empleo y crecimiento. Es importante entenderlo en este contexto”.
Su colega Adrian Bonivardi señaló que el proyecto arrancó en 2017. “Es un de los tantos ejemplos en los cuales la UNL, y en particular la Facultad de Ingeniería Química, transfiere conocimiento que se genera en el sector universitario hacia el medio. Nos enorgullece porque implica una demostración del rol de la Universidad, que no solo forma recursos humanos y profesionales, sino del valor de la aplicación concreta del conocimiento para la transformación del medio socioproductivo”.
Matías Pozzi cotitular de la empresa que lleva su nombre, agregó que el proyecto “está muy avanzado y se encuentran en etapa próxima a poner en funcionamiento la planta y operativizar la primera producción». El combustible en el que se transformará el aceite usado, señaló, podrá destinarse a «consumos en calderas, secadoras de granos y otros equipos”.
Por el gran potencial que tiene la tecnología desarrollada por la UNL, ya hay en carpeta otros proyectos que utilizarán la misma planta piloto, también para agregar valor a materiales descartados.
«El proyecto es un claro ejemplo de como la vinculación tecnológica entre la universidad y las empresas se convierte en una vía fundamental para generar innovaciones y resolver problemas del territorio. En este caso es una pyme del interior de país que accede a una tecnología que le permite recuperar desechos que contaminan para convertirlos en nuevos productos, agregando valor y generando fuentes de trabajo», explicó Ulises Rossin, director del Centro de Transferencia de Resultados de Investigación (Cetri Litoral), dependiente de la Secretaría de Vinculación Tecnológica e Innovación de la UNL.