Tras las declaraciones del secretario de Control y Convivencia Ciudadana, Pablo Seghezzo, acerca del planteo del Ejecutivo de que las confiterías bailables dejen de vender alcohol aproximadamente una hora antes del cierre –en el marco de la discusión sobre la necesidad de modificar y actualizar la ordenanza 7218 de Espectáculos Públicos–, fue el turco de escuchar a los empresarios involucrados. Para Omar Navone, titular de tres populares locales ubicados en la zona del Patio de la Madera, la propuesta es “inviable” ya que el consumo de bebidas alcohólicas puede continuar en bares y, además, sería bastante complejo aplicar los controles pertinentes por parte de los inspectores municipales.
Respecto del consumo de alcohol y la conducción de vehículos, el comerciante adujo que “la conciencia es de cada persona que maneja”, a lo que agregó que ya está incorporado en quienes salen a divertirse que “si voy a tomar no tengo que manejar”. Al tiempo, recordó que “a la Secretaría de Control le vienen dando muy bien el tema de los controles alcoholemia y el resultado fue bastante claro la noche del Día del Amigo”.
En cuanto al anteproyecto de ordenanza presentado por los ediles Jorge Boasso, Osvaldo Miatello, Diego Giuliano y Roy López Molina, en el que el artículo 13º establece, de forma poco clara, que solamente están habilitados para vender bebidas alcohólicas los salones de fiesta. La ex propietaria de la disco Gótika, Adriana Gricyuck, se sorprendió: “Eso sería una locura porque entonces los boliches directamente tendrían que cerrar sus puertas”.
En tanto, Navone aseguró: “Eso generaría mucha polémica. En la noche hay muchos rubros y si por ordenanza tenés que trabajar hasta las cinco de la mañana, ¿cómo se va a quedar la gente desde la una o dos hasta la hora del cierre sin tomar una gota de alcohol cuando quizás es la única distracción que tiene porque trabaja toda la semana?”.
Reforma urgente
Como la mayoría de los actores interesados en que se reformule la norma que regula la actividad nocturna en la ciudad, Navone consideró que el crecimiento que tuvo Rosario en los últimos años demanda que los servicios que se ofrecen, tanto a los mismos habitantes de la ciudad como a los turistas, “tienen que ser acordes a la situación actual”.
En este sentido, el empresario recordó que hace aproximadamente ocho meses elaboraron junto a la Cámara Hotelero Gastronómica y Afines de Rosario un protocolo de actuación de inspecciones que fue entregado en mano al mismo Seghezzo y también a los concejales. “Fue un trabajo muy bien hecho, sobre todo en los aspectos técnicos, que parece que no le han prestado atención. En base a la propuesta de los empresarios los inspectores municipales deberán actuar bajo las mismas reglas “y no cada uno con su librito como lo hacen actualmente”.
Justamente, lo difuso de la ordenanza 7218 va en desmedro de los “bares culturales” que ni siquiera están contemplados como rubro dentro de la norma. Al respecto, Ignacio Gorriz, de Espiral Calipso, dio un ejemplo concreto: “Un centro cultural que funciona como tal pero que está habilitado como bar, llega un inspector y se encuentra con que hay una clase de violín o una clase de danza. ¿Cómo lidiar en ese momento con un inspector que se adueña del espacio y pide papeles o permisos que no tienen nada que ver con la actividad que se lleva a cabo en el lugar? Es todo muy complicado”, concluyó.