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En 3 años se fugaron 59,3 mil millones de dólares: más de lo pedido al FMI

La fuga de capitales fue récord en 2018: salieron del país 27,2 mil millones de dólares. En los tres años de gestión de Mauricio Macri, suma 59,3 mil millones: más que el total del préstamo ampliado del FMI. Economistas explican que se debe a las bajas expectativas sobre el rumbo económico

Desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri, los ahorristas argentinos fugaron del país 59,3 mil millones de dólares: un monto superior al préstamo ampliado del Fondo Monetario Internacional (FMI), que suma 57,1 mil millones de dólares.

Casi la mitad del total de dólares fugados fue en 2018, año en que se consolidó una tendencia que tuvo como punto de partida las primeras medidas económicas adoptadas por Macri apenas comenzó su mandato, en diciembre de 2015.

Según datos del Banco Central, el rubro “formación de activos externos del sector privado no financiero” (fuga de capitales) ascendió a 862 millones de dólares en diciembre último, lo que representa un aumento del 111% frente al mes anterior pero un 68% inferior al de un año atrás.

Durante todo 2018, la compra de divisas para atesorar en el exterior sumó 27,2 mil millones. Así, sumados los primeros tres años de gestión de Cambiemos, la fuga de capitales ascendió a 59,3 mil millones de dólares: más que todo el acuerdo ampliado con el FMI.

En 2016 se habían fugado 9.951 millones de dólares. En 2017 el nivel de “atesoramiento” en el extranjero llegó a 22,1 mil millones: un 123% más que en 2016.

El año pasado, dominado por la crisis cambiaria y el acuerdo con el FMI, el nivel de atesoramiento creció un 23% respecto al 2017 y los dólares fugados por argentinos al exterior sumaron un total de 27,2 mil millones.

La compra de divisas por parte del sector privado le implicó al Banco Central una pérdida de reservas de 12,5 mil millones de dólares en los tres primeros años de Macri.

La fuga de capitales desde que asumió Cambiemos refleja la falta de confianza de los ahorristas y los inversores. Eliminadas las medidas restrictivas del kirchnerismo, los argentinos eligieron ahorrar en dólares en el exterior y la lluvia de inversiones nunca se concretó.

De todos modos, se trata de un fenómeno preexistente. En 2011, los argentinos fugaron al exterior 11 mil millones de dólares: un monto mayor a la fuga registrada en 2016. Pero ese año, tras la reelección de Cristina Kirchner, se empezó a aplicar el cepo cambiario que permitió controlar la situación, hasta que Macri lo eliminó en su primera semana como presidente.

Economistas de distintas consultoras estiman que este año, en función de lo que llaman “riesgo electoral”, el nivel de fuga estará en línea con 2018: no menos de 25 mil millones.

 

Baja confianza

Kevin Castillo y Mariela Barrale, del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional, explicaron que la fuga de capitales se da, en un sentido amplio y resumido, cuando se extraen divisas del sistema financiero, es decir, cuando salen del circuito económico.

El destino de esas divisas no necesariamente es hacia otros países, ya que puede ser para atesoramiento interno, es decir, ahorro particular. Pero las implicancias en cuanto a sus consecuencias no distan de ser similares, con el inconveniente de que quienes fugan al exterior, por lo general, tienen la capacidad de hacerlo en grandes cantidades y con mayor sistematicidad.

En un artículo publicado en el sitio Notas Periodismo Popular, Castillo y Barrale explicaron que los motivos de la fuga son múltiples y por diferentes motivaciones, desde básicas como el ahorro particular de las familias que buscan proteger su dinero del desgaste inflacionario, pasando por los viajes al exterior por motivos turísticos, hasta la remisión de utilidades de grandes empresas a sus casas matrices y la colocación de fondos en el exterior o en paraísos fiscales.

“Cuando se trata de valorización financiera –indicaron–, las teorías económicas convencionales argumentan que los motivos responden a una optimización de rendimientos y a factores de orden subjetivo, como la confianza en el gobierno y las expectativas sobre el rumbo económico, que en el caso de Argentina no tiene buenas perspectivas”.

En otro tramo del artículo, Castillo y Barrale señalaron que “la fuga de divisas impacta directamente en las perspectivas de desarrollo nacional. Son un ancla al despegue de las fuerzas productivas, ya que acercan a la restricción externa, es decir, generan una creciente demanda de dólares por parte de nuestro país para hacer frente a su estructura económica”.

“El problema de la fuga de divisas es recurrente en nuestra historia reciente, pero en esta oportunidad se le agrega un aditamento nocivo: la creciente deuda externa para financiar la fuga. Esta decisión de política económica adoptada por el gobierno nacional condiciona de manera creciente las necesidades de divisas por parte de Argentina para hacer frente a los compromisos de deuda, que ya trascienden el mandato de Mauricio Macri. Sumado a una errática política de tasa de interés elevada en detrimento de la actividad económica, generan un cóctel difícil de digerir”, concluyeron.

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