Un eclipse solar conocido como anillo de fuego se pudo observar pasada la medianoche argentina en Asia y África. El fenómeno se produjo poco después de la salida del Sol en el centro del continente africano. Luego atravesó República Democrática del Congo, Sudán del Sur y el norte de Etiopía. Avanzó hacia Asia y terminó en el océano Pacífico, en el sur de la isla de Guam. Aquí, por lógicas razones, no pudo verse.
Este fenómeno astronómico se produce sólo una o dos veces al año, cuando la Luna pasa por delante del Sol en alineación con la Tierra y lo oculta parcialmente. Deja visible un círculo del astro rey, conocido como anillo de fuego.
El eclipse se produjo en una ocasión especial ya que coincidió con el solsticio de verano, algo que en este siglo sólo volverá a pasar el 21 de junio de 2039. Podrá verse con mayor nitidez en Alaska (Estados Unidos) y la zona norte de Canadá, Groenlandia y países nórdicos.
Muchos astrónomos aficionados tuvieron la suerte de ver el fenómeno. En Nairobi, capital de Kenia, los ciudadanos pudieron observar un eclipse parcial. Ya que las nubes taparon el preciso momento en que la Luna tenía que ocultar al Sol.
Pese a esas dificultades Susan Murabana, fundadora con su marido del programa educativo «Travelling telescope» (el telescopio itinerante) dijo que fue «muy emocionante». «Me obsesionan los eclipses, es una de las cosas que me llevó a interesarme por la astronomía», le dijo a AFP.
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Instalada con su telescopio en una terraza, la pareja compartió las imágenes del eclipse a través de Facebook y Zoom con decenas de personas. En circunstancias normales habrían llevado a la gente cerca del lago Magadi, donde el cielo está más despejado que en Nairobi.
Pero no pudieron, ya que por las restricciones por el coronavirus desde hace semanas que está prohibido entrar o salir de la capital de Kenia. Murabana dijo que está contenta de haber compartido esta experiencia en las redes sociales y prometió «cazar» otros eclipses.
Sólo el 2% de la superficie de la Tierra está afectado por la fase total del fenómeno, y eso lo convierte en algo excepcional. Aunque es menos espectacular que un eclipse total, donde el espacio que ocupa la Luna en el cielo corresponde exactamente al espacio que ocupa el Sol y provoca la noche, como fue el de Chile, Argentina y Uruguay en julio de 2019.