Antes de recibirse Adriana Montenegro tomó un desafío: investigar los procesos de estudio de la comunidad trans y contarlo en lenguaje inclusivo. Al principio dudó quienes la iban a corregir lo aceptarían. Gracias al impulso de su tutor, Rodolfo Hachen, y a la visibilidad del movimiento feminista, consiguió que este jueves la Facultad de Humanidades y Artes le aprobara la investigación que se convirtió en la primera tesina con lenguaje inclusivo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
El camino
Montenegro empezó a investigar en 2014, un año antes que el movimiento Ni Una Menos convocara a la primera marcha. Le interesaba conocer la oferta educativa para el colectivo trans y no encontró estudios que dieran cuenta de ella. Por internet dio con el bachillerato popular trans Mocha Celis, en honor a una travesti tucumana analfabeta asesinada por la Policía. Funciona en Buenos Aires y asisten más de 130 personas. Cuando Montenegro empezó a contar la experiencia decidió que el binomio hombre/mujer no representaba a la población que estudiaba y apostó a escribir la tesis con lenguaje inclusivo.
“Fue desafiante convencer a varios profesores que aceptarán la temática. Desde el principio decidí usar el inclusivo como una construcción política para salir del binomio. Fue una forma de respetar a les sujetes con quienes trabajé y de pensar para quién es el conocimiento”, contó la antropóloga a El Ciudadano.
Montenegro estudió administración de empresas y trabaja en una firma de logística. Tiene 38 años y es feminista. Desde ese lugar sintió que debía asumir un compromiso intelectual. “Es un texto en clave feminista con cierta subjetividad que la academia no siempre acepta. Tuve que justificar el uso del lenguaje inclusivo. Como estudiante de antropología tomé un compromiso y una decisión en función de la población con la que trabajé. Además, hay un marco teórico que lo sustenta”, explicó.
Además del uso de la “e”, el texto de Montenegro habla de personas, no de hombres o mujeres. Tiene de soporte bibliografía escrita por mujeres. “Al principio no fue cómodo. Es mecánico y se te escapan los binomios. En los primeros capítulos están eso errores, que tiene que ver con la forma de pensar y entender a la que estamos acostumbrados”, señaló y agregó que espera que su investigación sirva para visibilizar una situación.
“Las mujeres experimentamos la sororidad y el feminismo sin saberlo. La tesis me permitió sumarle un sustento académico. Hubo un cambio en la sociedad desde que empecé a investigar con el movimiento Ni una menos y la marea verde. Me permitió reencontrarme y tejer lazos de otra forma. Además, me ayudó a que defenderlo sea más fácil. Es importante que el conocimiento no quede en los claustros. Espero que mi investigación se pueda usar en otras instituciones”, concluyó.
El tutor
Rodolfo Hachen es docente de Metodología de la Investigación y Principio de Lingüística Antropológica. Fue el tutor de la tesina de Montenegro. Para él, la experiencia estudiada merecía el respeto de salirse de la dicotomía. “La lengua genera identidad y espacios de discriminación. El uso del inclusivo fue oportuno. Era muy difícil referenciar a esa comunidad educativa desde el binarismo hombre y mujer. Era una falta de respeto para personas que buscaban inscribirse en otras identidades y otros géneros. Era imponerle una réplica de un sistema patriarcal en un instituto que tenía un objetivo distinto”, señaló el tutor.
Para el docente, la importancia del inclusivo está en visibilizar una problemática. “No van a disminuir los femicidios ni la discriminación, pero nos obliga a pensar diferente y hacer explotar el binarismo arraigado. La academia tiene que abrirse. Los cambios lingüísticos no son ni buenos ni malos. Son inevitables. El inclusivo apunta a una categoría central de la lengua como el género. El uso viene de una postura ideológica y popularizada entre jóvenes. No hay muchos cambios lingüísticos parecidos”, agregó.
A seguirla
La Federación Universitaria de Rosario (FUR) presentó un proyecto al Consejo Superior para que las 12 casas de estudios y los tres colegios preuniversitarios acepten el uso del lenguaje inclusivo que ya rige en las facultades de Psicología y de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. Reconocen el uso de la «e», la «x» u otras formas del lenguaje no sexista, tanto para producciones escritas como verbales, realizadas por estudiantes de grado y posgrado así como por docentes y no docentes de la casa de estudios. El antecedente fue la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco donde resolvieron aceptar el uso del lenguaje inclusivo en las tesis, monografías o trabajos prácticos de la institución. La siguió la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Festejos al día
La UNR festejó el día de las infancias con las niñas, niños, escuelas, jardines de infantes y vecinos del barrio República de la Sexta. La actividad fue pensada para que las infancias tengan un lugar en el espacio universitario y puedan pensarse como futuros estudiantes. La iniciativa formó parte de los nuevos ejes de gestión, donde el trabajo entre las distintas áreas está interrelacionado. “Incorporar a la infancia es uno de los pilares de una universidad inclusiva y abierta”, explicaron desde la UNR. El Área de Derechos Humanos es la encargada de vincular todos los proyectos y cátedras relacionadas con las infancias, poniéndolas como interlocutores de políticas universitarias y como sujetos de derechos.
El Área de Extensión y Territorios de la Universidad cuenta con espacios y programas que trabajan con los vecinos y los chicos del barrio. “Lo inédito de esta experiencia fue el ingreso de los niños y niñas acompañados por sus docentes y familiares para compartir juegos, espectáculos, experimentos y una merienda”, explicaron desde la UNR.
El encuentro fue organizado por las Secretarías de Extensión de las facultades de la Ciudad Universitaria, junto con el Área de Extensión y Territorios de la Universidad y el Área de Derechos Humanos de la UNR.