Ciclo en crisis. En apenas nueve partidos, el “proyecto Tevez” no muestra firmeza. Los triunfos obtenidos ante Newell’s en Arroyito y frente a Arsenal en Sarandí aparecen como algo lejano en el tiempo. Una primavera que duró muy poco. Es que los últimos resultados negativos borraron cualquier señal de mejoría que hubiera mostrado por aquel entonces el equipo del Apache. Las dos derrotas consecutivas sufridas por el torneo local, sumado a la dura y temprana eliminación en Copa Argentina ante Quilmes fueron el fiel reflejo del momento auriazul.
Y las consecuencias están a la vista. Se observan en la cancha, donde un Central plagado de juveniles en su conformación intenta, hasta ahora sin éxito, dar batalla ante rivales de escasa jerarquía. El pobre mercado de pases de los auriazules y los errores de un técnico que recién comienza a dar sus primeros pasos han generado una combinación que encendió nuevamente las alertas del Mundo canalla, que parece condenado a transitar un agitado 2022.
Desde que asumió la conducción del primer equipo de Rosario Central, Carlos Tevez dirigió 9 encuentros con 3 victorias (Sarmiento, Newell’s y Arsenal), 2 empates (Independiente y Quilmes, que derivó en la eliminación de Copa Argentina) y 4 caídas (Aldosivi, Gimnasia, Central Córdoba y Tigre).
Los últimos malos resultados, el pobre mercado de pases, y las bajas por lesión de algunos titulares, como Walter Montoya, Ignacio Malcorra y Jhonatan Candia, generaron en Tevez la necesidad de apostar por algunos juveniles. Así, sumados a los que ya venían jugando, Tanlongo (18), Buonanotte (17), Infantino (19), Veliz (18), se agregaron los debuts de Juan Cruz Cerrudo (18), Fabricio Oviedo (18) y Ramiro Peralta (19), quien lamentablemente sufrió una fractura en el peroné.
También se dio la aparición ante Tigre, por primera vez como titular, del volante Kevin Ortiz (21), que tenía un puñado de minutos en primera. Y la inclusión en el banco de otros que esperan por su pronto estreno, como el defensor Fernando Rodríguez (21), el volante Tomás O’Connor (18) y el delantero Franco Bustos Glavas (20).
Lo que está claro es que, sin una estructura futbolística sólida, a los jóvenes les está costando hacer pie en el equipo. Y esa endeblez estructural aparece, entre otras cuestiones, porque los refuerzos que se sumaron en este mercado aún no dieron la talla. En este sentido, el “proyecto Tevez” anunciaba, siempre en el off the record, la posibilidad de incorporar nombres importantes para enriquecer el plantel canalla. Y sin intención de menospreciar la calidad de quienes arribaron, la mayoría de ellos figuraba en lista de refuerzos como opción, pero por debajo de otros futbolistas que no llegaron.
Para la zaga, se barajaron posibilidades como las de Gastón Ávila (Boca, ahora en Bélgica), Tomás Cardona (Defensa y Justicia) y el uruguayo Gary Kagelmacher (León de México, ahora en la Universidad Católica de Chile). Pero se incorporó a Juan Rodríguez, marcador central de Defensa y Justicia, en condición de préstamo por solo 6 meses.
Para el lateral derecho se mencionó la chance de incorporar a Marcelo Weingandt, con pocos minutos en Boca. Pero arribó el joven Ismael Cortez (22 años) proveniente de Gimnasia y Esgrima de Mendoza, que milita en la primera nacional.
Para volante central hubo sondeos por Fernando Lértora, que terminaba contrato con Colón, y propuestas para Juan Méndez, que finalizaba vínculo con Talleres. También se barajó el nombre del colombiano Baldomero Perlaza, que finalmente fue refuerzo sabalero. Pero se cerraron las llegadas, esto antes de que Tevez fuera DT auriazul, del también colombiano José Leudo (todavía no sumó minutos) y de Francis Mac Allister, que venía de no jugar este año en Talleres.
Para el ataque se trabajó por los arribos de Martín Cauteruccio (Aldosivi), Matías Cóccaro (Huracán), el peruano Alex Valera (Universitario) y Jonathan Torres (Sarmiento). Y hasta hubo averiguaciones por la situación de Wanchope Ábila (Colón). Pero los contratados fueron Jhonatan Candia, se le compró a Huracán la mitad del pase, y el paraguayo Gustavo Ramírez, que salió a préstamo de Deportes Tolima de Colombia.
El que se sumó a Central en otro contexto fue Ignacio Malcorra. En conflicto con el técnico de turno en Lanús, Jorge Almirón, el volante zurdo de 35 años dejó el Granate. Y Central lo sumó a préstamo con el okey de Tevez para cubrir una posición, de mediocampista por izquierda, que no era prioridad.
Al menos por ahora, da la sensación de que, para apuntalar su ahora endeble “proyecto”, Tevez confía en recuperar física y futbolísticamente a los que llegaron como refuerzo. Una prueba irrefutable de ellos es que ninguno de los que se sumó en este mercado aparece en la lista de jugadores que el Apache ya no tendrá en cuenta para lo que viene, y que ya entrenan con la reserva de Germán Rivarola. En esa situación se encuentran: el zaguero Julián Velázquez, los laterales Fernando Torrent y Nazareno Romero, y los volantes Luciano Ferreyra y Michael Covea.
El contexto es crítico. Con quince fechas por delante para la finalización del torneo, Tevez debe encontrar resultados y funcionamiento en el corto plazo. Eso permitiría calmar los ánimos del Mundo Central, que también tiene en el futuro cercano la movida electoral de fines de octubre. Recuperar algunos lesionados y reordenar el equipo asoma como algo urgente. El “muchachos, esto es lo que hay” que entregó el Apache en la conferencia de prensa post derrota ante Tigre grafica con “sinceridad brutal” un presente futbolístico que impide apuntar a un objetivo serio. En esa coyuntura, pensar hoy en el futuro del “proyecto Tevez” sería propio de un vendedor de ilusiones.