Un infarto agudo de miocardio (IAM) se produce cada 13 minutos en la Argentina, y la mitad de esos eventos no recibe ningún tipo de tratamiento, según lo revelaron las últimas cifras difundidas por el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).
El infarto, también conocido como «ataque al corazón», es una de las principales causas de muerte en el país, y la clave para sobrevivir es la atención inmediata, ya que la demora conduce a una pérdida irrecuperable de la función cardíaca.
Sin embargo, los especialistas del CACI coincidieron en que aún es muy elevado el número de casos que no se atienden o se trata en forma tardía, por lo que llamaron a concientizar tanto a la comunidad como a médicos y autoridades sanitarias sobre esta problemática, en el marco del Simposio CACI@FAC que se llevó a cabo en el XXXI Congreso Nacional de Cardiología.
El IAM consiste en la obstrucción en una arteria coronaria que impide el paso de sangre al corazón.
El objetivo es restablecer el paso de sangre, fundamentalmente mediante angioplastia transluminal coronaria – ATC (introducción de un catéter en la arteria para liberar la obstrucción, con más de 90% de efectividad), o al menos recurriendo en primera instancia a fármaco fibrionolíticos que disuelven el coágulo causante del taponamiento arterial (con efectividad menor al 50%), quedando siempre la posibilidad de completar el procedimiento con la realización de una ATC.
Se estima que de los 40 mil pacientes que sufren un infarto en el país, lo que da un promedio de un infarto cada 13 minutos, al menos el 50% no recibe ningún tratamiento.
«Esto es particularmente grave, ya que debemos recordar que la mortalidad del IAM que no se trata es mayor al 20 por ciento», remarcó Alejandro Cherro, médico cardiólogo, subdirector de la carrera de Especialista en Hemodinamia, Angiografía General y Cardiología Intervencionista UBA-CACI.
Al respecto, Cherro manifestó que «entre las causas de este elevado número de casos sin tratar se encontrarían la falta de de reconocimiento de los síntomas (cuando el afectado por desconocimiento no llama a la ambulancia), la demora en la atención (cuando se retrasa la llegada de la ambulancia o se presentan dificultades para la aplicación de fármacos específicos o para el traslado a un centro equipado con sala de hemodinamia) y la falta de protocolo sistemático adecuado».