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En Brasil el coronavirus golpea incluso a la democracia, que resiste

El mismo domingo en que Bolsonaro presidía el acto en Brasilia, se vieron imágenes de Porto Alegre, donde un grupo de fanáticos suyos golpeó a una pareja que paseaba con remera roja. Mientras les pegaban, les gritaban 'Fuera comunistas'.

Especial para El Ciudadano

La pandemia del coronavirus está dejando en Brasil un doloroso saldo diario en víctimas fatales, pero además amenaza con profundizar la crisis política del país. A la salida de su ministro de Salud la última semana, en abierta disidencia con Bolsonaro respecto a la política de aislamiento, le siguieron actos el domingo de  movimientos de derecha pidiendo el fin de la cuarentena. Uno de ellos, encabezado por el propio presidente en Brasilia, frente a la sede del Comando del Ejército, pidiendo el cierre del Parlamento.

En las últimas 24 horas, se informaron oficialmente 383 muertes por el virus, aunque poco después aseguraron que fueron 113, lo que suma 2575 fallecidos por la pandemia. Aunque los números, se dice extraoficialmente, podrían ser más altos. «Qué tiempos aquellos en los que el dolor del pueblo brasilero pasaba solamente por los siete goles de Alemania», pensarán algunos por estas horas, en el país de las playas, el carnaval y la fiesta, que vive hoy tiempos muy convulsionados. Si hasta la cuenta oficial del Corinthians, el equipo paulista con millones de torcedores, subió este lunes a su cuenta oficial de Twitter un mensaje con el hashtag #DitaduraNuncaMais.

Ramiro Dulcich, académico argentino que vive en Brasil hace veinte años y en las últimas semanas viene siguiendo de cerca lo que sucede en ese país, señaló a El Ciudadano: «Lo primero que tenemos que ver, es que Bolsonaro intenta desviar el eje de lo que la pandemia está causando. Quienes movilizaron ayer, que no son muchos, pero sí visibles, son movimientos de ultra derecha violenta. Hace unos años con Lula en el gobierno pedían golpe militar. Uno los veía y decía «Mirá estos loquitos, retrógrados», que resulta ahora están avalados por el gobierno, o lo que queda de él. Pero el contexto real es que poquísimos de los partidos políticos con expresión parlamentaria hoy apoyan a Bolsonaro. O sea, cuenta con una pequeña representación formal, casi todo el arco político en oposición a él, el supremo Tribunal de Justicia también porque amenazó con cerrarlo mediante una intervención militar. El único recurso que tendría hoy, además de esa base de apoyo violenta, es la milicia. Pero lo que se estima es que las fuerzas armadas no se van a embarcar en esta locura»

Por las redes, todo lo que llega de Brasil es un hervidero. El hijo del presidente, Carlos Bolsonaro, subió un video a su cuenta de Twitter mostrando paramilitares disparando. Se trata del mismo a quien en su momento se lo acusó de instigar en 2018 el crimen de la socióloga y militante de los derechos de género, Marielle Franco. El mismo domingo en que Bolsonaro presidía el acto en Brasilia, se vieron imágenes de Porto Alegre, donde un grupo de fanáticos suyos golpeó a una pareja que paseaba con remera roja. Mientras les pegaban, les gritaban ‘Fuera comunistas’. «Ese es el clima que se vive aquí. Pero yo creo que son actos desesperados de un presidente aislado y su tropa. Pero sin apoyo político y con Fuerzas Armadas que no se van a prestar a hacerse cargo de la situación. Bolsonaro habla sobe todo a su base, para mantenerla movilizada, cohesionada. Y por otro lado, amenaza al parlamento, a la democracia, intentando mostrar que es quien tiene el poder, aunque todo indica que lo va perdiendo día a día. El dilema es que tampoco hay un recambio democrático en vista, porque el vicepresidente es un general», agrega Dulcich.

En charla urgente por WhatsApp con El Ciudadano, desde la cuarentena en Río das Ostras, cerca de Río de Janeiro, el profesor de la Universidad Federal Fluminense, informa que un procurador de la Nación solicitó información sobre quién estuvo en el armado de los actos golpistas del fin de semana. «Ahora Bolsonaro retrocedió y no se hace cargo de lo que hizo. Dijo este lunes que no hay que cerrar el Parlamento, contradiciendo lo que dijo delante de cámaras y sin barbijo a los gritos ayer mismo. A ustedes puede parecerles raro en Argentina, que un día diga una cosa y al día siguiente todo lo contrario. Pero acá no nos sorprende. Lo que pasa es que a diferencia de lo que pasaba hace un tiempo, parte de los grandes medios que lo llevaron al gobierno, dejaron de protegerlo, como la red O Globo, por ejemplo», finaliza Dulcich.

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