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Con títulos intermedios UNR duplicó graduados

Por: Laura Hintze. Es gracias a los títulos intermedios: certifican los conocimientos de quienes no lograron terminar la carrera.  

Tras la implementación y el reconocimiento estudiantil (lento pero constante) de los títulos intermedios, el número de graduados de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) ha crecido notablemente: en dos años se duplicó el porcentaje de personas que obtuvo un título. Más becas, nuevos diseños curriculares, más docentes y mejores dispositivos, además de un nuevo sistema de tutorías, suman para que cada vez más personas salgan de la UNR con un diploma en sus manos. Sin embargo, el camino para recibirse continúa siendo sinuoso, lo que implica un desafío para las autoridades: el porcentaje de graduados aún no logra llegar al diez por ciento en relación a los que comienzan una carrera.

La curva que grafica la cantidad de estudiantes que obtienen título universitario es más bien recta. Permaneció estable a lo largo de los años hasta que, en 2007, comenzó a ascender. Ese año, el porcentaje de egresados subió hasta el 5,2 por ciento, para luego seguir escalando. Al año siguiente, 7,6 por ciento del total de alumnos egresó, y en 2009, el último período que figura en las estadísticas oficiales de la Universidad, alcanzó el 9,6. De ese total, hay que tener en cuenta un dato no menor: la mitad de esos títulos son interinos, “de pre-grado”. Y entonces, ¿qué son esos nuevos títulos? ¿Qué es lo que ha sucedido en la universidad para que más gente empiece a salir con títulos? ¿Por qué siguen siendo tan pocos los egresados?

Estrategias académicas

“Los títulos de pre-grado son, y se crearon con ese propósito, un reconocimiento de los conocimientos que posee aquel que ha transitado cierto tramo de una carrera, que sin dudas ha dejado en el estudiante una experiencia y un conocimiento que debe ser reconocido”, explicó Enrique Barés, secretario académico de la UNR y docente de las carreras de Psicología y Ciencias de la Educación. “Y, en líneas generales, apuntan también a morigerar el impacto de la eventual deserción”. El efecto de estos títulos intermedios, decretados en 2001 durante la gestión de Ricardo Suárez, recién ahora comienza a sentirse y bien se ve en los gráficos y los números. Por fortuna, se percibe también porque son cada vez más los estudiantes que los descubren, piden y valoran.

Aún así, y tal como Barés mismo aclaró, “con eso no debemos enmascarar el número total de graduados de carrera de grado”. En 2009 egresaron 6.877 personas de toda la Universidad. Ese número incluye los 3.027 títulos intermedios que emitió la casa de estudios: prácticamente la mitad. Con eso y todo, hay una realidad y una buena noticia: los títulos de grado otorgados también van en aumento, lento pero progresivo. Más becas de alimentos, fotocopias, libros y transporte; reformas curriculares, mejores bibliotecas, laboratorios y dispositivos de tecnología educativa, más docentes y tutorías académicas, son algunos de los factores que enumera Barés para explicar por qué cada vez se retiene a más estudiantes en las facultades. “No son grandes crecimientos, pero empiezan a levantar”.

Mucho por andar

De la mano de esos números, no puede dejar de observarse que las cifras continúan siendo bajas y que, para la Universidad, el desafío sigue siendo garantizar la igualdad y la equidad: “Lograr que el desgranamiento sea estrictamente por razones académicas, y que se gradúen quienes deben graduarse académicamente hablando, garantizar la accesibilidad a la UNR a todos”. Sin embargo, los escollos existen. Y muchos estudiantes dejan la facultad por diversos problemas que van desde los personales o los de salud hasta los de dinero. “Hay un sinnúmero de factores”, resumió el secretario académico, para luego enumerar: falta de adaptación a la vida universitaria, desconocer el camino a transitar dentro de una carrera, y ni siquiera saber qué es realmente lo que se quiere estudiar. Sorpresivamente, en el análisis del docente, lejos quedó la cuestión económica.

No sólo influye la economía

“A veces el principal motivo por el cual los estudiantes se desgranan en los primeros años de la carrera es por la falta de adaptación a la vida universitaria. Tenemos un doble problema como ingrediente de eso: culturalmente, un proceso de extensión de la adolescencia, de los 17 a 30 años. Gente que no es autónoma, que no puede manejar su propia agenda, cosas que si no sabés hacer, en la universidad fracasás. Otra razón asociada a esto es no estar enterado de cuál es el tránsito que tienen que hacer para llegar a conseguir lo que quieren ser. Ahí hay un problema de diseño curricular y de orientación del joven, que tampoco está muy enterado de qué significa ser ingeniero, médico o lo que sea. Por eso las currículas fueron modificándose e incorporan tempranamente en el plan de estudios espacios que les muestran algo del orden de la práctica profesional. Es un cambio en las estrategias curriculares que ha contribuido enormemente a retener” estudiantes.

Deudas “secundarias”

Otra de las causas que menciona Barés es la “orientación vocacional”. Según el docente, muchos chicos se inscriben a varias carreras porque no saben qué es lo que quieren hacer, y eso es, en parte, uno de los problemas que deviene de la escuela secundaria como sistema cultural: “Entre otras finalidades, la secundaria fue creada con el propósito de orientar al joven respecto del conocimiento y cuáles son las áreas del mismo sobre las cuales podría seguir sus estudios. Y es incomprensible que los chicos, en quinto año, te digan que nunca tuvieron orientación vocacional. Todos los días de la secundaria son orientación vocacional”.

Los pobres ni siquiera empiezan

En este sentido, Barés rescata que, de la deserción universitaria “lejos quedó la cuestión económica”. Si bien no la descarta, estima que hoy no influye en una proporción privilegiada. El problema, en rigor, es aún más grave si se adopta una mirada que exceda a la universidad para abarcar al conjunto social: “Lamentablemente, el alumno que no puede ingresar por razones económicas no llega a inscribirse, porque la Universidad no estaba dentro de su universo de posibilidades”, describe el secretario.

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