Conmemorando el día mundial de los refugiados, Médicos Sin Fronteras (MSF) advirtió sobre la crítica situación en el campo de refugiados más grande del mundo, ubicado en Dadaab, en la república africana de Kenia, desde hace 20 años. La organización pide que no se olviden las necesidades de este medio millón de personas y que se elaboren planes para proveerles de una solución duradera, ya que es sólo cuestión de tiempo para que surja una nueva emergencia en este asentamiento.
Un año después de la emergencia nutricional en Somalia y en Dadaab –adonde miles de somalíes huyeron buscando alimentos y refugio– las tasas de desnutrición y de mortalidad se han reducido a los niveles anteriores a la crisis, asegura MSF. Sin embargo, la situación en los campos continúa siendo “inaceptable” y, de no realizarse cambios significativos, el círculo vicioso que supone la eclosión de una crisis sanitaria seguida de un período de relativa calma se reproducirá indefinidamente, con lo cuerpos médicos en continua alerta por si llega una nueva emergencia. Durante un monitoreo realizado en marzo de este año por MSF en el campo de Dagahaley, uno de los cinco campos que constituyen Dadaab, se detectaron casos infantiles de desnutrición aguda y severa y se determinó que 12 por ciento de los niños está en riesgo de sufrir desnutrición.
“Dadaab ha dejado de ser un refugio, aún cuando a día de hoy la población se puede alimentar”, explica Elena Velilla, representante de MSF en Kenya. “Está claro que el modelo actual de campos no funciona. ¿Cuántas más crisis nutricionales o epidemias de sarampión se necesitan antes de que lleguemos a una solución?”, se preguntó.
De los 465.611 refugiados que alberga Dadaab, tres cuartas partes son niños, ancianos y mujeres. Miles aún siguen llegando desde Somalia, atravesando un peligroso viaje para huir de la violencia y el hambre. Pero en Dadaab ya no encuentran refugio ni seguridad. El conflicto se ha filtrado a los propios campos y su periferia, y la situación de seguridad empeora, lo que afecta la provisión de servicios y de ayuda, tanto por parte de MSF como de otras organizaciones.
Desde octubre de 2011, con el secuestro de dos trabajadoras de MSF y otros incidentes de gravedad, las actividades humanitarias se redujeron en los campos y se suspendió tanto el registro y como el examen médico de los refugiados recién llegados. Como consecuencia de ello y durante los últimos nueve meses, la población ha tenido que encontrar cobijo con los residentes de mayor antigüedad dispuestos a recibirlos, en unos campos ya saturados, donde se han vivido brotes de cólera y de sarampión.
La situación de Dadaab es descrita en el informe Sombras de Vida, publicado por MSF esta semana, donde también se demanda la búsqueda de alternativas para la población de los campos de Kenia. Las propuestas de MSF incluyen persuadir a la comunidad internacional para que los refugiados puedan reacomodarse en otros países; realojar a los refugiados en otros campos más seguros y de dimensiones más manejables y el desarrollar oportunidades para que los refugiados puedan ser más autónomos y autogestionarse.
“Un campo de refugiados no es una solución a largo plazo”, dice Elena Velilla. “Miles de personas han sufrido ya demasiado. En un refugio en condiciones, la salud y la dignidad deberían ser garantizadas. Si no se toman medidas pronto, los refugiados somalíes continuarán pagando un precio muy elevado”, añadió.
MSF gestiona el hospital de 300 camas de Dagahaley, donde hay más de 850 niños desnutridos enrolados en programas nutricionales y 14.000 personas al mes reciben atención médica por parte de MSF. Mil pacientes son admitidos al mes en el hospital. El centro sanitario también ofrece cuidados obstétricos, cirugía y tratamiento para VIH-sida y tuberculosis. MSF también gestiona cuatro centros de salud primaria en Dagahaley, donde se incluyen servicios antenatales, de inmunización y mentales.
En octubre de 2011, dos trabajadoras de MSF, Montserrat Serra y Blanca Thiebaut, fueron secuestradas en los campos de Dadaab mientras asistían a la población somalí refugiada. MSF ha paralizado la apertura de nuevos proyectos en Somalia, exceptuando los que sean de estricta emergencia hasta que Montserrat y Blanca sean liberadas.