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“En el dólar se entrelazan la economía, la cultura y la política”

Los sociólogos Ariel Wilkis y Mariana Luzzi construyen un texto revelador que describe la centralidad ascendente de la divisa norteamericana a partir de la década del 30. Se presentan este martes 1 de octubre en Facultad Libre, 9 de Julio 1122, desde las 19

En “El dólar. Historia de una moneda argentina”, los sociólogos Ariel Wilkis y Mariana Luzzi construyen a medio camino entre la crónica y el ensayo un texto revelador que describe la centralidad ascendente de la divisa norteamericana a partir de la década del 30 hasta convertirse en el termómetro que la sociedad argentina utiliza tanto para regular su economía como para cotejar la eficacia de los gobiernos. La presentación del libro será este martes 1 de octubre en Facultad Libre, 9 de Julio 1122, desde las 19 y serán entrevistados por Adriano Peirone.

Con picos inflamables como la hiperinflación de 1989 y los tiempos del corralito en el tumultuoso paisaje de fines del 2001, el dólar es un elemento omnipresente en la cultura argentina.

Su asociación recurrente con la inflación agita una de las pesadillas más siniestras para el imaginario nacional, dando lugar según rastrean los autores de “El dólar” (Crítica) a que el dólar se convierta tanto en herramienta central para la formación de precios como un refugio natural para el ahorro frente a la depreciación de la moneda local.

—La dependencia del dólar no se explica solamente por la incapacidad de los gobiernos para defender el valor de la moneda nacional ni por la incidencia del factor cultural. ¿Qué otras variables se suman para explicar el fenómeno?

—Mariana Luzzi: No hay una única causa que explique la “preferencia” de los argentinos por el dólar. Sin dudas, la consolidación de la inflación como un fenómeno persistente a lo largo del tiempo, y ciertas características estructurales de la economía argentina, que llevan a una periódica escasez de dólares, son condiciones que gravitan en la progresiva conformación de una economía que en muchos sentidos funciona como “bimonetaria”. Pero no son suficientes para dar cuenta de la popularización del dólar. Cuando los noticieros informan a diario la cotización del dólar, cuando esa información pasa a ser considerada fundamental para la vida cotidiana y sobre todo cuando el público en general, independientemente de su capacidad para comprar dólares, se vuelve capaz de decodificar esas cifras que publican los medios, el dólar ha pasado a ser mucho más que una variable económica. En él se entrelazan economía, cultura y política.

—¿Hablar de crisis y de inflación implica en la Argentina remitirse a una escalada abrupta del dólar?

—Ariel Wilkis: La relación entre inflación y dólar en la Argentina es una historia más larga, aunque indudablemente la híper de 1989 fue una inflexión profunda en la sociedad, al punto de que nosotros decimos que durante ese proceso nuestra sociedad estuvo gobernada por la popularización del dólar. Pero la historia empieza antes. La atención puesta en el dólar como gran variable que permite prever y posicionarse frente a la situación económica se consolida en los años 50 y 60. Y a medida que las devaluaciones se suceden cada vez más se va consolidando el aprendizaje de que hay una relación estrecha entre aumento del dólar y aumento de precios más o menos generalizados. En los 60, la prensa económica o la publicidad de la época le hablan al público indicando que dólar e inflación son dos variables asociadas. A fines de los años 70, con la “Tablita” de Martínez de Hoz, como después será con el plan Austral o con el programa de la convertibilidad, serán los economistas quienes asocien dólar e inflación, apostando a “anclar” la divisa norteamericana como “remedio” para la “enfermedad” de la inflación.

—Si tomamos en cuenta la desesperación masiva que han generado medidas como el corralito o el cepo ¿La prohibición o restricción parcial en la circulación de dólares acrecienta el apego a ese moneda?

—Durante muchas décadas, la regulación estatal del acceso al mercado de cambios fue una regla en la Argentina, al igual que en muchos otros países del mundo. Era una de las herramientas con las que el Estado intervenía en la economía y buscaba entre otras cosas gestionar equilibrios entre sectores productivos con necesidades económicas distintas. En contextos de escasez de divisas, las restricciones para comprar dólares lógicamente se volvían más rígidas. Y el mercado paralelo -que nunca desaparece del todo- se reactivaba para alimentar a esa demanda que quedaba afuera del mercado oficial. Ese ciclo se repitió a lo largo de la historia argentina. Y forma parte del proceso a través del cual los argentinos aprendimos a prestar atención al dólar, a decodificar la información referida a él, y también a usarlo. Ese aprendizaje ya está presente en las prácticas económicas de los argentinos. Las nuevas restricciones lo que hacen en todo caso es reactivar la memoria de mecanismos que en el pasado permitieron obtener pequeñas y grandes ganancias, aprovechando -por ejemplo- las diferencias de cotización entre el mercado oficial y paralelo.

—¿Así como el dólar está siempre fuera de los vaivenes del Estado la moneda local está condenada a ser frágil?

—Nuestra investigación se basa en una perspectiva socio-histórica que muestra el largo y lento proceso de sedimentación de la centralidad del dólar en la sociedad argentina. Por lo tanto, lo que está detrás de la fragilidad del peso es una historia también larga y lenta que la explica.

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