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En el final, Amoroso convirtió para Belgrano y decretó una nueva derrota de Newell’s

La peor pesadilla. Esa marca que el destino tenía planeado casi caprichosamente. Se veía venir. Los hinchas lo pensaron en la semana, aunque evitaron decirlo en voz alta, para no tentar al diablo. Pero sucedió. La malaria de Newell’s es tan grande, la desdicha es tan profunda, que hace real lo imposible. Y cuando se moría el partido en un pobre cero a cero y los bostezos ganaban por goleada. Hubo un rebote en el área y un jugador de camiseta celeste mandó la pelota a la red. Y fue ahí cuando los hinchas, en medio de la bronca, elevaron la vista y entendieron que siempre se puede estar peor. Incrédulos, percibieron que el autor de la conquista no festejaba. Y maldijeron al cielo. Joel Amoroso, el villano de la noche, el que se fue pidiendo quedar libre, el que no acertó una vez el arco en el Coloso en un año con la Rojinegra, reprobado en cada acción, le clavaba una estocada letal al equipo de Llop. Maldito destino.

Los quince minutos iniciales engañaron a todos. Por un rato Newell’s amagó con ser un equipo distinto. Vertiginoso, dinámico, movedizo, incisivo. Pero fue sólo el envión del vestuario. O un acto de ilusionismo frente a la búsqueda de encontrar algo distinto en un partido que en la previa prometía poco.

La Lepra no puede ser un equipo serio, en especial en ataque. Y el gol de Amoroso no fue más que un toque de realidad imposible de ocultar. Al elenco de Llop le cuesta horrores hacer goles. Y así es imposible crecer en la tabla.

Preocupa la realidad leprosa. No lastima en ataque, se queda rápido sin ideas y cada día se hunde más. Y aferrarse a los momentos buenos, cada vez más raleados, es un pecado que comete el Chocho por un optimismo desmedido que no le permite ver que su crédito se acaba. Y la fecha de vencimiento tiene pinta de ser el Clásico, donde el DT se jugará su continuidad.

La Lepra no tiene un delantero que asuma la responsabilidad de anotar. Llop erra feo cada vez que hace cambios. Y la defensa empieza a contagiarse y muestra inseguridades que hace poco no tenía. Así, perder era una opción. Aunque el destino fue demasiado cruel. Y eligió a Amoroso para el golpe final. La noche no podía ser peor para Newell’s.

 

 

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