En la Argentina se estima que ocurren unas 30.000 muertes súbitas por año, de las cuales sólo llega con vida al hospital menos del 5 por ciento, lo que significa 80 muertes por día, 3 por hora y una cada 20 minutos.
En general, estos episodios abruptos ocurren fuera del hospital, lo que determina que una persona presente en el lugar se debería convertir en “la primera respuesta”, dar aviso a la ambulancia y comenzar con la reanimación.
La estrategia elegida para revertir o disminuir el impacto de este problema de la salud pública es optimizar el funcionamiento de la llamada cadena de supervivencia que se define en cinco eslabones básicos:
1º) La identificación rápida de la emergencia y la activación del sistema médico local de respuesta de emergencias.
2º) El comienzo inmediato de las técnicas de resucitación cardiopulmonar (RCP).
3º) La desfibrilación precoz.
4º) La llegada en el menor tiempo posible del soporte vital médico avanzado.
5°) Los cuidados posparo integrados.
De este modo, una ruptura en cualquiera de los pasos compromete la oportunidad de supervivencia de la víctima.
El “caos cardíaco” que se había producido, una vez instalado, sólo puede revertirse gracias a la desfibrilación temprana que se constituye como uno de los pasos más críticos y, con ella, se restaura el ritmo cardíaco normal.
En ese punto es importante considerar que, por cada minuto de demora en la desfibrilación, se pierde un 10 por ciento de posibilidad de sobrevida.
Como respuesta a esta problemática se crearon los “Planes de acceso público a la desfibrilación”, que han demostrado científicamente la posibilidad de ayudar eficazmente a aquellas personas afectadas por una fibrilación ventricular fuera del área hospitalaria, dado que en 5 minutos la muerte cerebral será prácticamente total.
Jorge Lerman, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, expresó que “en estos casos es importante la aparición de los DEAs (desfibriladores externos automáticos), cuya principal virtud es realizar esta desfibrilación de modo sencillo, seguro y sin la necesidad de personal médico presente”.
“Capacitar a las personas en su uso convierte a la comunidad entrenada en el primer rescatistas, que llevará a más de un 75 por ciento la probabilidad de supervivencia del damnificado”, afirmó Lerman. Por su parte, Fabián Gelpi, coordinador de RCP básica de la FCA, manifestó que “un plan de acceso público a la desfibrilación organizará su vivienda, lugar de trabajo o espacio social a partir del entrenamiento en reanimación cardiopulmonar, de la ubicación estratégica de los DEA y de los procesos de aseguramiento de la calidad que permitirán, ante una muerte súbita, multiplicar significativamente las posibilidades de supervivencia”.
En este contexto, el Grupo Ayuda Médica y la Fundación Cardiológica Argentina realizaron un encuentro para concientizar sobre la muerte súbita y la reanimación cardiopulmonar.
Definieron la muerte súbita cardíaca como un episodio que ocurre cuando la actividad del corazón cesa en forma abrupta e inesperada a raíz de un “problema eléctrico”. Es decir, está generada por un desorden del ritmo cardíaco llamado fibrilación ventricular, que al evitar que se cumpla la acción de bombeo del corazón, impide que éste lleve sangre y oxígeno al resto del cuerpo.
El Grupo Ayuda Médica fue la primera empresa de emergencias en obtener la Certificación de “Área Cardioprotegida” en su propio lugar de trabajo, convirtiéndolo en un espacio seguro en caso de emergencia.
Así, se compromete y difunde activamente los programas de la Fundación Cardiológica y ya realizó la capacitación de todo su personal (en todas las áreas) para auxiliar a la víctima en esos primeros minutos claves.