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«En el trayecto al hospital se murió en mis brazos»

En una nueva jornada del juicio oral por el crimen de Lourdes Cantero, que tiene a Ramón Monchi Machuca como determinador o autor, la hermana de la víctima revivió el momento del homicidio de la adolescente.

El relato de Nadia impregnó la sala. El dolor por la muerte de su hermana traspasó a los presentes en la audiencia de este jueves. En ciertos tramos no pudo contener las lágrimas. La piba de 14 años, la más chica, a quien criaba como su hija murió en sus brazos tras una balacera al frente de su casa en 2013. Los Cantero (sin parentesco con el clan ahora enjuiciado por este caso, otros dos hechos de homicidio y asociación ilícita) ya transitaban una vida difícil. Su mamá murió y su papá los abandonó. Los cinco hermanos quedaron en una casa que les cedió un tío de la madre. Pero la relación con el mayor de ellos era difícil. Muchos de los problemas que afrontaban venían de sus relaciones: no era la primera vez que los tiroteaban y hacía un año que vivía en una casa detrás de la de ellos. Nadia y su hermana Débora no tardaron en hilar que la balacera podía estar relacionada con su hermano, aunque nunca pudieron saber lo que realmente pasó, dijeron. A su hermano lo echaron poco después de la muerte de Lourdes. Hoy no saben nada de él. A Débora le llegó que Nicolás está preso. Este testimonio se escuchó en el juicio oral que se sigue por el caso y tiene como acusado a Ramón «Monchi» Machuca, a quien se lo vincula por unas escuchas telefónicas. Nicolás no trabajaba, sus hermanas desconocían cuales eran sus ingresos. A Débora le dijeron que aparentemente se mantenía vendiendo drogas. Su casa estaba muy cerca de otra boca de expendio de drogas que le endilgan a la banda de Los Monos, según los investigadores.

Desde el pasado miércoles, en el juicio a Los Monos se ventila el crimen de Lourdes Cantero. Una adolescente de 14 años que murió por una bala que ingresó a su casa la noche del 15 de mayo de 2013. Un grupo de escuchas, que le asignan a Monchi Cantero y a un tal Gaby, refiere a la existencia de un sitio donde vendían drogas que pertenecía a un tal Culín y no debía estar allí. Luego de juntar información del lugar y de confirmar si tenía autorización policial para funcionar vino la orden atribuida a Monchi: “Dale a mansalva”.

Ese lugar (Conscripto Bernardi al 6300) era la casa de Lourdes, donde vivía con sus hermanos Agustín y Nadia, la mayor.  Débora se había juntado y vivía a la vuelta y Nicolás hacía más o menos un año que estaba en una casa ubicada en la parte de atrás con su familia. Pero las balas fueron para la casa del frente. Esa noche Lourdes, Agustín, Nadia y su pequeño sobrino comieron y se sentaron en el living a ver una novela. Escucharon una moto pero no le dieron importancia. “Lourdes se levanta para ir al baño. Cuando se levanta, se escuchan los disparos. Dos entran por el ventanal. Uno impacta contra ella. Ella me mira, se toca la zona del pecho, yo me levanto. Le digo que no tenía nada, le levanto la remera y empieza a sangrar. Se me desvanece en los brazos enfrente de la puerta”, contó Nadia como pudo.

La joven pidió ayuda. Un vecino la cargó en su auto y las llevó hasta el hospital Roque Sáenz Peña, pero Lourdes se murió en sus brazos. Uno de los disparos la atravesó a la altura de las costillas y lesionó la estructura pulmonar derecha e izquierda, el corazón, el diafragma y el hígado. Su hermano Nicolás se acercó. “Vino, la miró tirada en el piso y se fue a dormir”, dijo.

Poco después del crimen un pibe llegó hasta un almacén ubicado a la vuelta de la casa de los Cantero. Le mandaron un mensaje a las hermanas con el almacenero: si Nicolás no se iba las cosas iban a ser peor. Tras ello, lo echaron de la casa del fondo.

La bronca

Nadia dijo que su hermano tenía problemas con dos pibes del barrio, Tevez y Mayonesa, quienes vivían en Buenos Aires y Batlle y Ordóñez al fondo. Nicolás se juntaba con el grupo de adelante y siempre hubo problemas entre ellos. Tras la balacera los relacionó. “Fue lo primero que se me cruzó”, dijo, pero aseguró que nunca tuvo información para vincularlos: eran dichos. En cuanto a los autores del crimen dice que en todos lados comentan y salía en las noticias: “A mí nadie me trajo nada ni me dijo fueron estos o aquellos”. No conoce a Culín ni a Monchi y contestó que este último nunca la amenazó, ante la pregunta de uno de los defensores de Machuca.

“Nunca supimos nada de lo que realmente pasó; todos comentaban. En ese momento decían que habían sido los chicos de ahí atrás y después quedó en nada», dijo Debora, la otra hermana, quien confirmó que le llegó información al Facebook sobre los supuestos autores: Tevez, a quien se lo habían llevado a Entre Ríos, y un hermano de Mayonesa, quien según esta versión disparó. La misma especie le llegó por un familiar político y lo contó en una declaración policial.

Otro de los testimonios fue el de Ariel Lotito, el policía de la División Judiciales que estuvo a cargo de transcribir las escuchas que llegaron del departamento de observación de la ex SIDE a un teléfono que, según dijo, usaba Machuca. De allí surge el grupo de comunicaciones que habla de un amedrentamiento por la comercialización de drogas a un lugar opuesto al de Los Monos; el quiosco al que le hacía sombra supuestamente estaba en pasaje 525 al 400. El defensor sumó a estas escuchas otras, que también desgrabó Lotit,o y hablan de los integrantes de la Brigada de División Judiciales y de la vinculación de uno de ellos con «el Esteban”, una referencia a Esteban Lindor Alvarado, hoy en libertad condicional en una condena por robo de autos en el Gran Buenos Aires, y sospechado de vínculos con el narcotráfico en sociedad con el empresario Luis Medina, asesinado en diciembre de 2013. Según la teoría de la defensa, la División Judiciales buscaba encumbrar a este último en desmedro de Los Monos.

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