«La espada más grande para decir sabias palabras, para ustedes, es la música». Rita Peñalves. Con esa frase se abre el nuevo registro discográfico de Liliana Herrero. La expresión pertenece a su nieta de ocho años, con quien comparte el tiempo cuando viene a Rosario: “Cuando voy me encierro con los nietos y me quedo mucho con ellos. Esa frase es memorable, nos la dijo a Pedro Rossi y a mí, y me la anoté en el telefonito, es que para ella mi espada es la música, con la que intervengo las cosas, el mundo y mi propio mundo”, confió la cantante a El Ciudadano.
Liliana Herrero volvió a la ciudad donde vivió durante décadas, para presentar el disco más folclórico de su carrera musical, el sábado 9 de julio a las 21, en el teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza). El cuarteto de músicos que la acompaña en «Imposible» está integrado por Pedro Rossi (guitarra y arreglos), Ariel Naón (contrabajo y arreglos), Martín Pantyrer (clarinete bajo) y Mario Gusso (percusión y arreglos).
— Después de años de enseñar Filosofía vino tu nieta a decir lo suyo.
— Y si, Rita disolvió todo lo que expliqué durante años en la facultad. Para mí la música es la forma de interrogar al mundo. Y además introduce a un texto muy lindo que puse en el libro del disco, que pertenece a Jorge Consiglio: «Se trata de lo imposible, condición primordial del arte», comienza el texto. En todos los álbumes yo invito a escritores, como Horacio González y otros amigos con los que continúo y otros con los que ya no somos amigos. En Isla del Tesoro el texto pertenecía a Martín Caparrós, con quien no nos vimos nunca más. Y ahora estaríamos tal vez un poco imposibilitados de hablar, cosa que yo lamento porque lo estimaba mucho, pero bueno, hemos tomado distintos rumbos, por decir, políticos.
— ¿Esos rumbos y esas consecuencias son las que te llevaron a crear este “Imposible”?
— Casi. Y una tendencia en la cual estoy atrapada, que es que Maldigo (el álbum anterior), es muy distinto a Imposible, porque yo siempre tuve la intención de armar un próximo disco radicalmente muy distinto al anterior, en su audio, en la formación instrumental. Es algo que me planteo como muy interesante para crear una especie de tensión entre lo que hice antes, porque entre estos dos discos hay tres años de diferencia, porque yo me tomo un largo tiempo para hacer un próximo disco y este me llevó año y medio. Imposible es muy acústico, muy de cámara, de autores de raíz folclórica, cuatro instrumentos, las voces nuestras, y los temas pertenecen a autores inscriptos en la tradición folclórica y ninguno de ellos vive. Es como una memoria que uno trae al presente, no tiene guitarras eléctricas sino percusión, contrabajo, un viento que es clarón y la guitarra de siete cuerdas.
— ¿Podemos decir que es una vuelta al folclore más descarnado?
— No lo sé. Una cosa es que los autores son todos inscriptos en la tradición del folclore, pero eso no quiere decir que el resultado sea un disco folclórico, tiene esa intervención que yo le realizo a esa memoria, es decir el mecanismo es igual que en todos los discos anteriores. Por ejemplo, la versión de “Luna tucumana” resulta un Yupanqui muy intervenido. Lo traje hacia nuestros días y se pone a dialogar con el mundo contemporáneo, pero es algo que siempre quise hacer, a veces con mejores resultados, que me gusta más, pero esa es la idea.
— Podemos decir que lo resignifica en el 2016, lo mismo que a la “Chacarera de las piedras”, y también a dos temas del Cuchi Leguizamón.
—El Cuchi es muy importante. Hay dos temas suyos en el disco, “Lavanderas de Río Chico” y la “Chaya de la albahaca”. Yo lo había abandonado un poco al Cuchi por eso le dediqué “Maldigo”, porque lo quise recuperar. Junto con Ema (su viuda) y sus hijos Delfín y Juan Martín, intenté recuperarlo. «Si le dedicaste el disco es porque lo estás recuperando», me dijo Delfín. Ahí yo hice un procedimiento, le pedía al percusionista que trabajara en “Chaya de la albahaca” y para “Lavanderas de Río Chico” llamé a Lilian Saba para que hiciera el arreglo y lo dirigiera. Sucede que como hice antes un disco en su homenaje con Juan Falú, me costaba mucho recuperarlo por fuera de aquel recate que habíamos hecho y no le encontraba la vuelta. Por eso, pasó el tiempo y volví a reencontrarme con el Cuchi.
— Otro reencuentro en el repertorio se da con Juan L. Ortíz y con Chacho Müller.
— El tema de Juan L. es hermoso, la música es de un guitarrista de Paraná, ya fallecido también, llamado Walter Heinze. Él es un poeta entrerriano de los ’40, además era muy amigo de mi padre, y a quién yo conocí cuando trabajaba en La Vigil. La Biblioteca editó los tres tomos “El aura del sauce”, producción que corrió por cuenta de Rubén Naranjo y yo colaboré en lo que pude, en lo que resultó una experiencia maravillosa. Cuando encontré el tema “Villaguay, vidalita de la vuelta”, lo sentí mi canción, si habla del lugar donde nací y termina diciendo en la última cuarteta: «Todo en el aire me llama aquí». Me emociona sólo de decirlo, ese tema es un imposible porque yo no creo que vuelva a vivir a Villaguay, pero no voy a dejar de desearlo, como no voy a dejar de desear volver a Rosario.
— ¿Y de este lado del río está el tema de Chacho Müller?
— Chacho tiene una obra magnifica que la han tocado muchos rosarinos (inclusive el Negro Carlos Aguirre hizo un disco precioso aún con Chacho vivo). Hice “Tiempo de río largo”, como algo que quiero. Alguien que cuenta un recuerdo y no se sabe ni quién habla, yo sentí que la percusión tenía que tener una presencia fuerte porque el río es largo y bravo. El Paraná es un río bravo.
Y ese tema se parece mucho a la idea de “Villaguay” de Juan L Ortiz, yo sentí que tenían el mismo clima, y son mis dos ciudades… La verdad que en eso estoy orgullosa de tener doble nacionalidad.
En “Imposilbe” necesité cantar muy chiquitito, casi en secreto, para hablarme a mi misma. En silencio o muy suavemente sobre el abismo que yo siento que son los tiempos que corren. Yo siento que son tiempos abismales, y a la vez yo siento que son tiempos de espera en la vida de las personas y del país. Tenemos que buscar un centelleo, una luz y una esperanza, es lo que siento en este momento.
Cuando lo empecé a hacer yo no sabía que iba a suceder en el país y es como si hubiera sospechado que íbamos a ir a un lugar que a mi particularmente no me gusta. La música habla de la política pero al mismo tiempo tiene que hablar de si misma, para mí es muy importante. Yo quise traer una memoria, que es un gesto musical y poético que me parece fundamental en un momento que me parece deshistorizado. Como si no hubiera habido una larga historia y una complicidad, la historia de los pueblos es muy compleja, con pliegues y combates y no se puede pensar un país sin una memoria.
Los tangos errantes con Gandini
Este agregado es una interrogación profunda que hizo Gerardo Gandini a la memoria tanguera, en este caso a Gardel. Estábamos cenando con amigos (entre otros Ricardo Piglia, Rodolfo Fogwill y Horacio González), y Gerardo tiró por qué no grabábamos un disco con repertorio de Carlos Gardel. Entonces, fuimos a lo de Iván Cosentino porque le gustaba mucho el sonido del piano de su estudio, nos compramos una botella de whisky y grabamos “Volví una noche”, “Por una cabeza” y “Soledad”. Al término de esa tarde preciosa el técnico nos dio un disquito como siempre se hace, para escuchar lo grabado y hacer las correcciones, pongas o rechaces, pero para que vuelvas al estudio, y nunca volvimos. Charlando con Alina Gandini y con Fito Páez, decidí editarlo. “Es una perla”, me dijo Fito. Y mi demo no estaba en condiciones y al llamar al estudio me dijeron que se habían perdido las cintas, era una grabación del 2003. Por eso tomé la decisión de dejarlo tal cual se grabó en aquella tarde. Como Gandini usaba mucho la idea de acordes errantes, una inscripción en la música contemporánea e experimental, lo bauticé de esa manera. Son sonidos errantes sin destino y sin fin. Gandini fue un hombre muy importante, director del Centro Experimental del Colón, pianista de Piazzolla, creador de la ópera “La Ciudad Ausente” y ganó un Grammy con el disco “Postangos” grabado en Rosario.
Próxima parada: “Rosario”
“Soy inquieta y ya estoy pensando en otro disco”, reconoce la Negra. “Pero voy a poner el acento en hacer una docena de canciones de Fito (Páez) y se va a llamar “Rosario”. Ya estoy trabajando en los temas porque tiene mucha obra y me va a llevar más de un año. Lo voy a convocar a Diego Schissi para que lo dirija y arregle y no voy a grabar ningún tema de Fito de los que he cantado anteriormente. Fito ya sabe de este proyecto y también que no va a participar del disco.
https://www.youtube.com/watch?v=ppWyKwNWPrk
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