La pandemia está golpeando a Bolivia, que con 11 millones de habitantes tiene 38 mil contagios confirmados y 1.378 muertes, promedio de fallecidos por habitante cuatro veces superior al de la Argentina. Además, en varias localidades se está dando un desborde de sus sistemas sanitarios.
En este contexto, el programa Vale Doble (sábados 9 a 11 hs, por Radio UNR) entrevistó a Windsor Salas, periodista boliviano que dirige en Cochabamba el periódico Gente. Brindó un panorama ante la compleja situación que atraviesa la sociedad boliviana en medio del avance del Covid-19. Ya hablan de «colapso» sanitario.
¿Qué es lo que está pasando en la ciudad de Cochabamba por estas horas con la pandemia?
Estamos viviendo una situación bastante crítica en Cochabamba. En esta última semana ha sido muy difícil el panorama, sobre todo para aquellas familias que han perdido a sus seres queridos producto de la pandemia del coronavirus. Alrededor de 70 cuerpos no han podido ser enterrados, de acuerdo al colapso que ha habido en el Cementerio general de la ciudad, sobre todo en el horno crematorio. Inicialmente se había dispuesto, en base a los protocolos que estableció el Ministerio de Salud, que los cuerpos de aquellas personas que hayan fallecido por COVID, sean cremados. Pero esto provocó un colapso. Ha habido cadáveres que debieron esperar en sus propias casas. La Alcaldía ha cambiado el protocolo y ha permitido que se entierren en tumbas comunes, detrás del cementerio.
¿Cómo ha reaccionado la población?
Esto último pasó el viernes 3 y los vecinos, enterados de que hay fosas comunes para personas que tuvieron COVID, lo han querido impedir y bloquearon los accesos al Cementerio durante varias horas. Sin embargo, aquí en Cochabamba, de acuerdo a los porcentajes que se están manejando es que tenemos una tasa de letalidad del 6 por ciento y una tasa de recuperados del 4 por ciento. Es decir, que se nos está muriendo más gente de la que se recupera del virus, aquí. Se viene dando lo mismo hace dos semanas, con personas que han muerto en la vía pública, en los mercados o ferias. Lo mismo ha pasado en los municipios de Villaruel y de Sinaota.
Hace pocos días, publicamos en El Ciudadano la noticia de que en La Paz algunos hospitales cerraban sus puertas por la falta de insumos. ¿Está pasando algo similar en Cochabamba?
Ya se dio aquí también, de cuatro centros de salud. Hay dos sanatorios de primer nivel que debido a los casos de coronavirus, fueron cerrados por un tiempo para hacer desinfección. Y fíjate lo que ha pasado en el Hospital Materno Infantil de Cochabamba. Una mujer contagiada tuvo su bebé en Oruro, con una complicación de salud para el recién nacido. El niño recién nacido falleció y luego se le hizo el estudio y dio positivo. Su madre se lo había contagiado. Y esto obligó también al cierre y alerta en esta institución que funciona como maternidad y que no estaba preparado para atender COVID. Ha habido también un desborde de casos y postergar otro tipo de cirugías. Los trabajadores de la salud protestan porque no tienen trajes e insumo de bioseguridad. En el hospital de Sacaba, aquí a pocos kilómetros ha habido un reclamo del personal sanitario.
¿Ustedes están haciendo cuarentena?¿Cómo es la vida cotidiana en la ciudad hoy y del país?
Nosotros tenemos 723 mil habitantes, aunque sumando todo el departamento, somo más de 2 millones de personas. Y Cochabamba ha ingresado en la segunda cuarentena rígida el pasado 29 de junio y hasta el 10 de julio. Es muy dramático también, porque el 60 por ciento de la población acá vive del día a día. Ya sea vendiendo en las calles o pequeños artesanos, emprendedores y sin un trabajo fijo. Además, se da en una situación política compleja, con conflictos como el del relleno sanitario, al sur de la ciudad, donde un grupo de gente viene bloqueando desde hace una semana el acceso al lugar e impide que los carros basureros ingresen a depositar los desechos sólidos. Ayer, la Policía y el Ejército escoltaron a los carros, pero fueron emboscados por estas personas. En la tarde otro grupo, denominado Resistencia Juvenil Cochala, fue a tapiar el ingreso a la Alcaldía para pedir que renuncie el alcalde José María Leyes; después se fueron a la casa donde vive en alquiler la gobernadora Esther Soria para arrojar basura.