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En las playas de La Florida ahora el agua es más limpia

Es por el desvío de los desagües pluviales contaminados con líquidos cloacales inaugurado en septiembre.

Por: https://www.elciudadanoweb.com/wp-content/uploads/2024/06/cuneo-libarona-1.jpg

Después de que Aguas Santafesinas (Assa) ejecutara las obras de intercepción de cañerías que en la zona norte de la ciudad descargaban al Paraná efluentes pluviales y también cloacales, bañarse en las playas de La Florida o las adyacentes de la Rambla Catalunya resultó ser más “limpio”: aunque aún faltan realizar los análisis seriados que cuantifiquen la mejora con rigor, lo que ocurrirá el mes próximo, un muestreo hecho en noviembre pasado por la Municipalidad permitió corroborar que la cantidad de materia orgánica se redujo por lo menos a la mitad, y está ahora en los mismos niveles de contaminación relativa que los registrados en Granadero Baigorria. Es decir, el problema de las conexiones sépticas clandestinas que ponían en entredicho la salud de los bañistas fue solucionado.

El motivo de preocupación de la Municipalidad y de la provincia eran las conexiones cloacales ilegales que numerosos vecinos de la zona de La Florida habían realizado a los caños de desagües pluviales que descargaban en el río, a escasos metros aguas arriba de donde se bañan miles de rosarinos todos los veranos. Eran los que corrían bajo las calles Fontanarrosa, Martín Fierro, Pago Largo, Ricardo Núñez, Piaggio, Gallo, Perdriel y Vila y descargaban en el Paraná,

Ése era el foco de posible contaminación que se eliminó. Con todo, antes de las obras tampoco se habían detectado denuncias sobre problemas de salud. Al menos, así lo afirma la subsecretaria de medio Ambiente de la Municipalidad, Daniela Mastrángelo. La dependencia que dirige venía realizando relevamientos en los hospitales y centros de salud de la zona de La Florida, Alberdi y Arroyito y en ellos nunca se detectaron registros de pacientes que hubieran manifestado síntomas como descomposturas, irritación de ojos u otros malestares tras bañarse en el Paraná. Igual, se realizaban monitoreos permanentes de materia orgánica en agua, a cargo del Centro de Ingeniería Sanitaria de la Universidad Nacional de Rosario y en ocasiones puntuales de la Facultad Católica de Química e Ingeniería de Rosario. Y cuando los niveles se acercaban al límite, se procedía a efectuar cloraciones preventivas en las cámaras de inspección de los caños luego interceptados –que estaban sobre el veredón de la zona balnearia– con los dosajes recomendados por los ingenieros.

“El indicador sanitario de riesgo era efectivamente la red de desagües ahora desviada para que no llegue al río; ése fue el eje de la intervención por los contaminantes orgánicos que se volcaban debido a las conexiones cloacales clandestinas”, resume Mastrángelo. La funcionaria aclara que de todos modos la confirmación técnica sobre la eliminación del problema se tendrá recién con una medición seriada de la calidad microbiológica del agua. Esta tarea estará a cargo de la provincia. El secretario de Medio Ambiente de Santa Fe, César Mackler –antecesor en el cargo municipal que hoy ocupa Mastrángelo–, adelantó que esos análisis se concretarán entre febrero y marzo venideros, con los mismos profesionales de la universidad.

La medición preliminar hecha en noviembre pasado por la Municipalidad cubrió cuatro sitios. Uno frente a Granadero Baigorria, tomado como referencia. Otro en la zona de La Florida paga y dos más en la de Rambla Catalunya. Arrojaron una mejora sustancial: respecto de las mediciones anteriores a las obras, la reducción fue de hasta 10 veces, y se mantuvieron los niveles de la zona “base” de Granadero Baigorria. Con lo cual se presume que la zona crítica aguas arriba de las playas ya no aporta más contaminantes cloacales. Así y todo, la confirmación definitiva será producto de los análisis más rigurosos que se hagan entre el mes próximo y marzo.

“Las mediciones, para ser confiables, deben respectar un protocolo y ser una serie, a diferentes alturas del agua, en diferentes puntos y en distintas épocas del año, porque el río es muy cambiante en sus características”, explicó al respecto Mastrángelo.

Las obras

El 21 de septiembre pasado el gobernador Hermes Binner inauguró el colector ribereño que, paralelo al Paraná y con más de mil metros de cañerías, intercepta siete desagües originalmente pluviales pero que por las conexiones clandestinas también aportaban efluentes cloacales aguas arriba de La Florida y Rambla Catalunya. El nuevo ducto desemboca en una estación de bombeo elevadora –la construcción puede verse a la izquierda del ingreso sur del balneario pago– para desde allí “elevar” los líquidos hasta la colectora que corre debajo de bulevar Rondeau y termina aguas abajo –hacia el sur– de la toma de agua de la planta potabilizadora de Assa, en barrio Arroyito.

“Históricamente la zona tuvo problemas en el verano con la contaminación de las aguas del río, cuestión que se intentó resolver, pero nunca de manera definitiva. Ahora tenemos un interceptor de todos los desagües clandestinos de inmuebles que se han conectado a los pluviales para volcar líquidos cloacales”, dijo en ese momento el ministro de Aguas y Medio Ambiente de la provincia, Antonio Ciancio.

Todo mezclado

En Rosario, las cañerías más antiguas, las del casco céntrico, son pluviocloacales. Es decir, conducen tanto las aguas de lluvia como los líquidos sépticos. Este sistema hace rato que no se utiliza, y de hecho en el resto de la ciudad ambas descargas discurren por sistemas de tuberías separados.

Es más, las descargas cloacales al Paraná o al arroyo Ludueña ubicadas aguas arriba –hacia el norte– de la toma de Assa, en Arroyito, están prohibidas para no contaminar el tratamiento de potabilización. Sí se permiten las pluviales, que deberían encauzar sólo agua de lluvia. Pero, en la práctica, las conexiones clandestinas las transformaron en pluviocloacales. Y si bien el vuelco en la zona de La Florida no era crítico para la potabilización –por la distancia y el gran caudal del Paraná con su consiguiente poder de degradación y dilución de la materia fecal–, sí era un riesgo para los bañistas de las playas en la zona norte.

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