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En Ludueña, Las Flores y Tablada pedalean al futuro

Por Santiago Baraldi.- Más de cien pibes trabajan en talleres reacondicionando bicicletas. Las primeras 20 se vendieron a Derecho.

Por Santiago Baraldi.- La Secretaría de Seguridad Comunitaria del Ministerio de Seguridad de la Provincia hizo entrega formal esta semana de 20 bicicletas que compró el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho. Pero la operación distó mucho de ser una mera transacción comercial: esas bicicletas fueron reparadas por más de cien chicos que trabajan en talleres de los barrios Ludueña, Tablada y Las Flores, que integran el Programa de Inclusión Sociocultural con Jóvenes para la Prevención del Delito, impulsado por el Gabinete Social de la provincia. “Esto nos tranquiliza, nos saca un rato de la calle”, confiesa David, de 17 años, de barrio Ludueña mientras tensa con una pequeña herramienta los rayos de una rueda. David vive a dos cuadras de la escuela del padre Edgardo Montaldo, y era un nene de apenas 7 cuando hace una década mataban a Pocho Lepratti. Pero el puente quedó: “Es nuestro Ángel de la Bicicleta. Con el trabajo lo reivindicamos y queremos que haya muchas bicicletas solidarias”, dice. Se calla, y su silencio  abre paso a la música de Calle 13, que suena de fondo.

“El objetivo del trabajo es visualizar los avances en las acciones de inclusión socio-cultural para la prevención del delito, con jóvenes de barrios de las ciudadaes de Rosario y Santa Fe. Es importante mencionar que dichos barrios poseen altas tasas de violencia letal y un importante porcentaje de víctimas y victimarios son jóvenes”, explica Enrique Font, secretario de Seguridad Comunitaria, y cabeza de las inéditas intervenciones. Elige poner especial énfasis “en los logros, dificultades y tensiones” que surgen al “analizar las características de las intervenciones territoriales” y sus nudos principales. “El primero es la presentación y construcción de vínculos con estos chicos y chicas jóvenes, y el enlace con propuestas deportivas y culturales públicas existentes”, marca. “El segundo consiste en la participación en emprendimientos productivos colectivos como mecanismos alternativos de construcción de identidad, vínculos, ingresos y reconocimientos y que «compita» con los vinculados al delito, la violencia altamente lesiva y la pertenencia a «bandas»”, completa.

El funcionario, además uno de los expertos de mayor reputación nacional sobre la problemática de la seguridad, explica la concepción del plan en detalle. “Tradicionalmente, sobre el problema del delito podemos encontrar dos posturas teórico-políticas, aparentemente antagónicas. Por un lado, la visión «de guerra al delito» del conservadurismo de derecha, según la cual se entiende al problema como una lucha entre dos fuerzas enfrentadas violentamente: «la sociedad» y «la delincuencia»”, ilustra. Y advierte que desde esa concepción, “el que delinque es considerado un enemigo social, que se localiza en los barrios populares: son «los negros», «los pibes chorros», «los villeros», «los trapitos»”.

“En suma, los pobres”, completa, por si no hubiera quedado claro. Y todos ellos.

“Muchas de las políticas públicas existentes –agrega Font– parten de esta visión. Y las respuestas que impulsan para esta problemática son el incremento de la violencia estatal, la extensión del sistema penal (Policía, Justicia, cárcel) o simplemente las alternativas de prevención situacional del delito”. Conociendo el esquema a fondo, el criminólogo impulsó otro camino. Y es el que esta semana dio sus primeros frutos a pedales.

Santiago Bereciartúa es el coordinador de los tres barrios de la ciudad donde funcionan los talleres, que se abren de lunes a jueves y de los que participan entre 100 y 150 pibes, buena parte de ellos “en conflicto con la ley”.

“Éste es un programa de inclusión social para el abordaje del delito en el ámbito local y la provincia lo tomó dándole continuidad a los talleres, creciendo en escala para llegar a muchos jóvenes”, sintetiza.

Como ejemplo, menciona que en barrio Las Flores, este martes comienza un taller de herrería, además de los que funcionan para poner la puesta a punto de las bicicletas. Y en Ludueña hay otro de panificación y huertas comunitarias, donde los jóvenes ya se involucran. “Nos ocupamos de ellos: muchos han salido de la cárcel o están con salidas transitorias. Vienen al taller y luego vuelven a dormir a la comisaría. Tenemos de todo, también hay menores con autorización de los jueces, y están demostrando que pueden superarse”, se entusiasma Bereciartúa.

Los chicos, además, están cumpliendo un año en Calle Recreativa, que precisamente hoy celebra su primer aniversario: en bulevar Oroño y el río alquilan bicicletas, y también montaron un taller móvil en el que las reparan. Y no son pocos los rosarinos que pasean en dos ruedas a orillas de la barranca del Paraná: “Es una salida laboral para nosotros y eso es importante”, afirma David en el taller.

Con todo, si bien se entregaron a la Facultad de Derecho las primeras 20 bicicletas, hay otras 60 que ya están listas, pero están en depósito judicial. “Necesitamos de una ley provincial para poder hacer la entrega. Estaría muy bueno implementarlo en La Siberia, hacer un convenio con los centros de estudiantes de allí. Hay bicicletas en stock, esperando a ser liberadas por la burocracia, muchas que estaban sin usar en comisarías, en deposito judicial, tenemos que esperar por una norma para poder darle un marco”, explicó Bereciartúa.

Y a esas bicicletas se agregan fin de semana a fin de semana, más: “Hay bicicletas donadas por la comunidad, que las dejan los domingos en Calle Recreativa o nos avisan y buscamos por su casa las que tienen en desuso”.

El funcionario destacó que algunos de los chicos “no han sido derivados de la Justicia, pero sí son chicos con antecedentes, en conflicto con la ley”.

“Hay chicos que han tenido entre ellos agresiones o enfrentamientos. Y son pibes que estaban en las esquinas de su barrio sin hacer nada, y ahora tienen posibilidades”.

Y desde el Centro de Estudiantes la Facultad de Derecho agregaron que los alumnos, para poder usar las bicicletas, pagarán una inscripción y después un alquiler –accesible– cada vez que las usen. “Ese dinero recaudado va a ser destinado a la adquisición de nuevas bicicletas y al mantenimiento de todas, que también será realizado por los microemprendimientos de los jóvenes de los tres barrios de la ciudad”, completa el círculo, que por donde se lo mire, parece bastante virtuoso.

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