Especial para El Ciudadano
El 2 de marzo se conoció el primer caso de Covid-19 en Nueva York. Recién dos semanas más tarde, el 16, se suspendieron clases y se cerraron los bares. Y sólo el 22, cuando ya hacía casi tres semanas que el virus circulaba por la Gran Manzana, se sugirió una política de distanciamiento social. Así, en medio de las bravuconadas de Trump o las frases ampulosas del alcalde Di Blasio, que decía orgulloso que enfrentaría el virus con el “mejor sistema de salud del planeta”, New York le había abierto al virus las puertas, de par en par. Y hoy, es epicentro mundial de la pandemia.
Unos cuantos hombres con trajes blancos, apilando ataúdes de madera barata, junto a una retroexcavadora. Las imágenes podrían pertenecer a una nueva temporada para Netflix de la serie sobre Chernobyl. Sin embargo, no son parte de una ficción. Son reales y dan la vuelta al mundo, como una de las postales más impactantes que ofreció en las últimas horas el avance del coronavirus. Se trata de las fosas comunes en la Isla de Hart, en New York, en pleno corazón del imperio, en las que están enterrando a los cuerpos infectados de coronavirus, recogidos de calles o casas del Estado de New York, que nadie reclama. Según admitió el Cuerpo de Bomberos y las distintas morgues, en los primeros ocho días de abril, ya hubo 1.891 casos de muertos sin familia que pida por ellos, aunque estos números no se reflejen en las estadísticas oficiales. “Las cosas se le están yendo de las manos a las autoridades. No hay previsión. Es una medida que toman porque el número de víctimas creció de manera logarítmica. Y es la consecuencia de la política migratoria y de salud de Donald Trump, que deja muchísima gente afuera”, dice Claudia Bernardi profesora y artista argentina que reside hace 40 años en Estados Unidos y está especializada en derechos humanos, en entrevista con “Valor Agregado”, el programa de los sábados de 9 a 11 por Radio UNR.
—El mundo entero habla de las fosas comunes en New York, con muertos del coronavirus. ¿Han trascendido también allí en Estados Unidos esas imágenes?
—Sí, se han visto. Estamos viviendo una época de adaptaciones constantes a situaciones que no nos hubiéramos imaginado vivir, en todo sentido. Y esto, de las fosas comunes en una pequeña isla frente al Bronx, es un episodio más que demuestra -y lo digo como extranjera viviendo en este país hace cuatro décadas y ha pasado diversas coyunturas- que las cosas se le están yendo de las manos a las autoridades. Ahí no hay previsión. Es una medida que toman porque el número de víctimas creció de manera logarítmica”.
—Da la sensación, por lo que leemos desde acá, que quienes están yendo allí son víctimas del coronavirus, pero que antes fueron víctimas de un modelo que los dejó afuera. Murieron sin tener casa, o sin tener acceso a la salud, o alguna red de contención social.
—Bueno, lo primero que debemos explicar para quien nos lee en Argentina, es que acá, a diferencia de lo que están viviendo ustedes, no existe el aislamiento obligatorio, sino una recomendación de “quedarte en tu casa”. En ese marco, los más vulnerables empiezan siendo quienes no tienen un hogar, que son centenares de miles en las ciudades más grandes del país. Son personas que viven en la calle. Y es un dato de los menos conocidos fuera de Estados Unidos, el hecho de que no es el resultado de algún problema puntual ahora, sino que hace años que hay muchísimas familias que no tienen acceso a la vivienda. También hay gente que está siendo enterrada allí en la isla de Hart, que no vivía en la calle, pero que sí tenía muy pocos recursos y que no tenía acceso al sistema de salud. Entonces, una manera de entender lo que está pasando es admitir que el coronavirus está desenmascarando una situación, que es la de que en este país, queda afuera de la política de salud.
—¿Cómo funciona en Estados Unidos el sistema de salud?
—Básicamente es un sistema privado, como lo que en Argentina le llamamos “prepagas”. Quien tienen acceso a atenderse y medicamentos, es porque lo puede comprar. Y quien no puede pagarlo, no tiene salud. Por eso hay muchos que venimos confrontando con las políticas del presidente Trump, que en los últimos años han sido persecutorias con las personas indocumentadas que llegan a este país. Con las que estaban antes que asuma y las que entraron durante su mandato. En este contexto, para un inmigrante que no tiene su ciudadanía, que son muchísimos, de Centroamérica y de otras partes del mundo, no pueden acercarse siquiera a una institución a decir “tengo síntomas de coronavirus”, porque corren el riesgo de ir presos o que los deporten. Entonces, ese es el origen de muchas de las víctimas de la pandemia que están yendo a una fosa común. La situación en algunas partes del país y la ciudad es la que se viviría durante una guerra.
—¿Qué propuestas se le podrían hacer al gobierno de Donald Trump para revertir lo que está pasando?
—Algo que muchos pensamos que podría hacerse es decir a las prepagas “hasta aquí llegaron”. Y al menos durante la emergencia, estatizar el servicio de salud, que se haga público y atender a las víctimas que hoy no tienen acceso a un hospital.
—Lo que demuestran también las erráticas respuestas que dio el gobierno de Estados Unidos, es que en un comiendo minimizó el riesgo sanitario, diciendo que había que priorizar la economía. Y luego, ante el avance de los contagios, se lanzaron medidas para achicar las aglomeraciones de gente, pero ya la enfermedad se había expandido y con tantos infectados y muertos, más el cierre de comercios y fábricas por la emergencia, también creció rápidamente la solicitud de asistencia por desempleo, a niveles que nunca lo había hecho, ni en la crisis del 29. O sea, termina no cuidando ni la salud, ni la economía.
—Todo ha sido errático y no ha habido planeamiento de una política de Estado. Es el reflejo de los exabruptos de alguien con la personalidad de Donald Trump. Y además, lo ha dejado en claro en cada intervención. Si tuviera que elegir entre la vida y el comercio, elige el comercio. Es decir, incluso cuando tuvo que ir tomando por recomendaciones de sus funcionarios de salud la decisión del distanciamiento, él deja en claro que no está de acuerdo e insiste con que ese tipo de medidas se tienen que levantar, independientemente de lo que el mundo muestra como respuesta al virus. O sea, los especialistas y la historia de las epidemas en el planeta, marcan que la única forma de aplanar la curva de contagios, es el aislamiento, pero Trump insiste con priorizar la ayuda a las corporaciones. En lugar de ampliar la cobertura de salud, frenar los contagios y salvar la mayor cantidad de vidas que la medicina pueda salvar, sigue financiando a las grandes corporaciones. Es una película de terror.
—Además de tu recorrido como docente en instituciones y ciudades norteamericanas, participaste (N. de la R: Su hermana Patricia es una de las fundadoras del Equipo Argentino de Antropología Forense) de varias excavaciones en Centroamérica, en fosas comunes junto al EAAF, el grupo de antropólogos que nació en nuestro país al finalizar la dictadura militar y fue pionero a nivel mundial en la disciplina. ¿Qué tipo de historias se están escondiendo bajo la tierra en New York o cómo se hará para recuperarlas?
—El esfuerzo que hizo el EAAF durante tantas décadas, que recuperó buena parte de lo que había pasado durante la dictadura militar en Argentina y en otros sitios, permitió reconstruir historias y encontrar identidades. Hoy creo que eso se revierte, porque con esos cuerpos que están llevando en camiones frigoríficos y en barcos a la Isla de Hart, están siendo también enterradas sus historias. Y no sé cómo las vamos a recuperar, si lo vamos a poder hacer. Es una pesadilla. Porque ¿quiénes son? ¿Murieron solos? ¿Alguien está escribiendo en algún lado donde fue encontrada cada víctima? ¿Sabremos alguna vez en qué circunstancia falleció, o por si alguien de su entorno social la está buscando o esperando? Dudo, por lo que estamos viendo en estas horas, que se actúe con ese criterio y esa prolijidad. Cuando en algún momento querramos buscar la identidad de esta gente, no sé si podremos encontrar algo.
—¿Cómo se ve desde Estados Unidos lo que está haciendo la Argentina?
—Es un ejemplo. Y no lo digo desde una intención político partidaria, sino que lo digo en términos de ciudadanía. El hecho de saber que alguien que está en el lugar de gobernante, está tomando decisiones con sensatez. Yo, como argentina, lo aprecio. Y otra gente que conozco aquí, que no son argentinos, opinan lo mismo. Hablamos sobre cómo está haciendo las cosas cada país. Y el nuestro, claramente, está entre los que están haciendo las cosas bien ante el coronavirus. Siento a la distancia que ustedes están siendo cuidados, que es lo que no sentimos acá.