El papa Francisco llamó a religiosos mexicanos a no resignarse ante las amenazas del narcotráfico, la violencia y la corrupción, en una misa en Morelia, Estado de Michoacán, región aterrorizada durante años por el cártel pseudorreligioso Los Caballeros Templarios. El pontífice pondrá punto final hoy a su gira de cinco días por México en Ciudad Juárez, en el fronterizo estado de Chihuahua, donde visitará una prisión, tendrá un encuentro con trabajadores y oficiará una misa con migrantes.
“¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas?”, preguntó el Papa en una festiva misa ante unos 20.000 religiosos y seminaristas. “Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio: la resignación”, advirtió.
En su cuarta jornada de visita a México, Francisco visitó Morelia, capital de Michoacán, considerado por mucho tiempo un bastión del narcotráfico.
La “resignación no sólo nos atemoriza sino que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades”, sostuvo el Papa en este estado con una fuerte tradición religiosa.
Los religiosos cantaron, bailaron y saltaron en un ambiente de fiesta mientras esperaban la llegada de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano de la historia.
Las campanas de la catedral colonial de Morelia tocaron para saludar la llegada del papa, mientras fieles que no pudieron ingresar a la misa en el estadio Venustiano Carranza buscaban pantallas de televisión en cafés y restaurantes para acompañar la misa.
Michoacán es uno de los estados más peligrosos para los curas mexicanos, que no han escapado de la violencia de los cárteles de la droga.
Unos 40 sacerdotes, seminaristas y laicos religiosos han sido asesinados en la última década en México.
Al iniciar su recorrido por México, el Papa pidió a las autoridades brindar “seguridad efectiva” a sus ciudadanos.
Por segunda ocasión en su gira por México, el pontífice llamó a líderes religiosos a tener coraje frente al narcotráfico.
Aunque Morelia queda lejos de la denominada Tierra Caliente, en 2008 fue centro de la violencia del crimen organizado con un atentado sin parangón: dos granadas estallaron en la abarrotada plaza principal en los festejos de la Independencia dejando ocho muertos.
“Justicia divina”
En septiembre de 2006, Michoacán fue noticia cuando cinco cabezas humanas aparecieron rodando en un bar de Uruapan, en la subregión de Tierra Caliente, con un mensaje: “Esto es justicia divina”.
Lo firmaba el cártel de La Familia Michoacana, uno de los varios que han irrumpido en este estado clave para el narcotráfico y cuyo líder, Nazario Moreno “El Chayo”, aseguraba estar protegiendo a los michoacanos del sanguinario cártel Los Zetas.
La Familia creó una “biblia” mezcla de “denuncia social, autoayuda y pinceladas cristianas” donde se establecía que sus miembros, por ejemplo, no podían tomar alcohol ni drogas, recuerda Jaime Rivera, catedrático de la Universidad Michoacana.
A finales de 2010, el cártel se reinventó en Los Caballeros Templarios, siguiendo su misticismo y usando como símbolo la cruz roja de las Cruzadas católicas de la época medieval.
Los Templarios construyeron altares y figuritas dedicadas a El Chayo, “San Nazario” (abatido en 2014), a quien veneraban con oraciones. “Defensor de los enfermos, San Nazario santo nuestro, siempre en ti yo me encomiendo”, decía uno de los rezos.
Violencia y respuesta
Más allá de su discurso pseudoreligioso, el cártel extorsionaba, violaba, secuestraba y mató a tantos vecinos de la productiva zona de Tierra Caliente, que centenares de campesinos se alzaron en armas en su contra a inicios de 2013.
Estos grupos de autodefensas fueron desarmados por el gobierno y parte de ellos reconvertidos en fuerzas rurales, que ahora deberán depurarse e integrarse al mando único policial.
“Ojalá el gobierno haga bien su trabajo, que no tengamos que tomar las armas otra vez. Pero es difícil, hay autodefensas llenas de infiltrados de lo que queda de Los Caballeros y no entendemos por qué el gobierno no los desarma”, comenta a la AFP Hipólito Mora, ex líder de una autodefensa rural.
Los curas también sufrieron el conflicto entre las autodefensas y Los Templarios en la capital de Tierra Caliente, Apatzingán.
El obispo de la ciudad, Miguel Patiño, tuvo que ser resguardado por las autoridades ante un supuesto ataque inminente del crimen organizado y el vicario y defensor de las milicias, el padre Gregorio López “Goyo”, daba misa con chaleco antibalas.
Visita a la “casa del diablo”
Para las victimas de los abusos sexuales del fundador de Los legionarios de Cristo, el sacerdote Marcial Maciel, fallecido años atrás y eje de uno de los mayores escándalos de la Iglesia mexicana, el estado de Michoacán es “la casa del diablo”, como tituló el diario mexicano La Vanguardia. Y esas víctimas guardaban aún ayer algunas esperanzas, aunque sabían que eran remotas, de que el papa Francisco hiciera alguna mención a ese capitulo negro de la curia mexicana.
Marcial Maciel nació en Cotija, un pueblo vecino a Sahuayo, a unos 220 kilómetros al oeste de Morelia. “El discurso de Francisco es muy abierto, pero no está tocando lo que debería, tiene enormes límites”, dijo Fernando González, quien documentó el sistema de abusos en el libro “Marcial Maciel: Los legionarios de Cristo, testimonios y documentos inéditos” (Tusquets, 2006).
Según el diario mexicano, el paso de Francisco por Morelia es un guiño a los sectores más conservadores de la Iglesia, después de los gestos que tuvo en Chiapas con los más progresistas.
El Vaticano quiso poner un cierre al tema y confirmó, antes de que se iniciara la visita, que Francisco no se reuniría con las victimas de Maciel.
Homenajeó al primer obispo, un defensor de los indígenas
En su primer acto en Morelia, el papa Francisco exaltó la figura del “Tata” Vasco de Quiroga, misionero y defensor de los indígenas que fue ordenado sacerdote y de inmediato se convirtió en el primer obispo del estado mexicano de Michoacán. Y citó unas de sus palabras en una carta pastoral de 1554.
Durante el sermón, en una misa multitudinaria con seminaristas, sacerdotes y religiosas celebrada en el estadio Venustiano Carranza, el pontífice reveló que él mismo le pidió al arzobispo local, Alberto Suárez Inda, celebrar la misa con el báculo y el cáliz que pertenecieron a Vasco de Quiroga. Ante unas 20 mil personas, instó a la humildad y recomendó mirar “la madera” de la cual todos han sido hechos”,
Por la tarde, el Papa llegó al estadio José María Morelos y Pavón, para un emotivo encuentro con jóvenes ante unas 50 mil personas.
Antes, tuvo un encuentro con niños, elegidos por ser los mejores en sus colegios o por haber cumplido sus labores de catequesis en las iglesias de esa región mexicana.